La radiología desempeña un papel fundamental en la medicina moderna, siendo una herramienta clave en el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de enfermedades gracias a la imagen médica. Los avances tecnológicos de los últimos años han permitido experimentar una transformación notable, accediendo a imágenes de mayor calidad, de mayor precisión y con menores riesgos para los pacientes. Innovaciones como la tomografía computarizada (TC) de alta resolución, la resonancia magnética (RM) y la radiología intervencionista han ampliado enormemente las capacidades de los médicos para detectar patologías en sus primeras fases, realizar procedimientos mínimamente invasivos y personalizar los tratamientos.

Estos avances no solo mejoran los resultados clínicos, sino que también optimizan el proceso de atención, acelerando diagnósticos y reduciendo tiempos de recuperación. En esta línea, Luis Concepción, vocal responsable de asuntos profesionales de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM), va más allá. En declaraciones a Gaceta Médica, el especialista asegura que «el avance principal es el reconocimiento por parte de la profesión del valor de la imagen médica que está en el centro del proceso de la toma de la mayor parte de decisiones en el diagnóstico y manejo de los pacientes».

No obstante, también destaca la integración de la tecnología espectral y el contaje de fotones en tomografía computarizada que «marcará una evolución significativa en los próximos años, posibilitando una reducción en las dosis de contraste utilizadas». Además, el progreso continuo de los dispositivos sigue impulsando importantes avances en las terapias mínimamente invasivas realizadas por los radiólogos.

Inteligencia artificial y tecnologías emergentes

La inteligencia artificial (IA) ha tenido un impacto transformador en la medicina, particularmente en el campo de la radiología. Su capacidad para analizar grandes volúmenes de datos e identificar patrones con una precisión excepcional ha revolucionado el diagnóstico y tratamiento de diversas enfermedades. En este sentido, Concepción señala que «la inteligencia artificial tiene un gran papel en la imagen médica, a veces desconocida, pues facilita la mejora de la calidad acelerando la adquisición y reduciendo las dosis al ser capaz de eliminar el ruido de las imágenes».

Además, la IA facilita la automatización de procesos, lo que hace que los estudios sean más reproducibles. «Los sistemas inteligentes son especialmente útiles para agilizar tareas repetitivas y cuantitativas, como la toma de medidas, en las que los radiólogos suelen invertir mucho tiempo y, además, están expuestos a la variabilidad entre observadores», explica el experto, que también indica que «al integrar esta tecnología, los informes se enriquecen, mejorando tanto la precisión como la consistencia».

En radiología, la IA también ha mejorado la interpretación de imágenes médicas, facilitando la detección temprana de patologías como cáncer, enfermedades cardiovasculares y trastornos neurológicos. Concepción afirma que «respecto a la detección y clasificación de hallazgos, que es una parte de lo que constituye el informado de una prueba, se ha avanzado también con resultados prometedores en el empleo en el cribado mamográfico, en el de nódulos pulmonares y también en el de algunas circunstancias como la detección de fracturas y otros hallazgos en radiografía, pero por el momento no pueden alcanzar funcionamiento autónomo y deben ser validados». 

Los algoritmos de aprendizaje automático pueden ayudar a reducir el error humano, optimizar el flujo de trabajo y aumentar la eficiencia en la lectura de radiografías, resonancias magnéticas y tomografías computarizadas. Esto no solo mejora la precisión del diagnóstico, sino que también permite a los radiólogos centrarse en tareas más complejas y en el trato directo con los pacientes, mejorando así la calidad de la atención médica.

Más allá del impacto que ha tenido la IA, existen otras tecnologías emergentes que están cambiando la forma en que se realizan las pruebas de imagen. «Por ejemplo, sistemas de visión artificial ya permiten que sea muy reproducible, el centraje de los TC disminuyendo las dosis si los pacientes se colocan en el centro del giro del tubo del equipo», señala Concepción, que añade también que «otros equipos calculan el tamaño del paciente y ajustan la energía de radiación empleada minimizando la dosis». Asimismo, cabe destacar que la tecnología espectral permite detectar con más sensibilidad el yodo y, por tanto, «utilizar menores cantidades de contraste y diferenciarlas adecuadamente de otras causas de alta densidad radiológica como el calcio o la hemorragia», afirma el experto. 

Retos actuales de la profesión

Según el especialista «el principal reto es el desequilibrio entre la demanda y la disponibilidad de recursos humanos, ya que el radiólogo además debe atender otras funciones importantes como su presencia en comités multidisciplinares, procedimientos intervencionistas, etc». Así, los avances tecnológicos serán fundamentales en muchas parcelas, «al priorizar las cargas de trabajo en función de la probabilidad de que existan hallazgos significativos, recortando tiempos mediante la automatización de tareas rutinarias en la generación de los informes, entre otros», explica Concepción.

Para el experto también es muy importante «que los radiólogos hagamos valer el papel fundamental que tenemos más allá de la generación de informes, en el control y optimización de equipos para una práctica segura, en la contextualización de los hallazgos para la medicina personalizada, en la innovación y evolución continua de la tecnología para la detección de patología y generación de información relevante por ejemplo a través de biomarcadores de imagen diagnósticos y pronósticos». 

La medicina moderna tiene entre sus características la multidisciplinariedad, siendo «el ejemplo paradigmático del mismo los comités en los que el radiólogo revisa y contextualiza la información para personalizar las decisiones», aclara el especialista. Las sociedades científicas juegan un papel fundamental trabajando conjuntamente para labrar puentes y generar formación centrada en los procesos asistenciales «para que el máximo conocimiento de cada uno desde su parcela sea accesible para el paciente», subraya.  

Otro de los aspectos que la profesión debe abordar es la formación de futuros radiólogos, adaptada a los nuevos avances tecnológicos. En este sentido, «el programa formativo, aunque no es de los más antiguos, ya tiene 16 años y debe renovarse, armonizándose con las recomendaciones al currículum europeo de 5 años de duración para facilitar la integración de todas las nuevas tecnologías», explica Concepción, que asegura que «la SERAM reconoce este déficit formativo y orienta sus actividades a paliarlos mediante cursos específicos de las diferentes modalidades y en los diferentes órganos, pero también a través de próximas iniciativas específicas en relación con la implementación de la inteligencia artificial».


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