La evaluación y autorización de medicamentos es una cuestión central para las sociedades científicas. Conscientes de la necesidad de avanzar en este sentido, cada vez son más los foros que tratan de abordar la realidad actual. Hace unos días, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) junto con la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH) organizaron una jornada, con el objetivo de encontrar soluciones para optimizar los tiempos de aprobación para aquellos fármacos que aportan valor y definir la situación y plantear propuestas de mejora. Y es que, para ambas entidades, tener un papel más activo en este proceso de evaluación y autorización de medicamentos es imprescindible. La preocupación por el acceso a la innovación es “muy importante”. Una cuestión que, aseguran los profesionales, están distorsionando la actividad médica y repercutiendo en los pacientes.

Oportunidad, transparencia y participación

Aunque la reunión organizada por ambas entidades se celebró a puerta cerrada, algunas cuestiones prioritarias sí que han trascendido. Para el nuevo director general de Cartera Común y Farmacia, César Hernández, hay tres puntos claves en el sistema que se tendrán en cuenta en un futuro: “oportunidad, transparencia y participación”. Precisamente, los expertos coinciden en que la transparencia en la evaluación requiere de trazabilidad. La información, explicaron, tiene que ser accesible y comprensible para los pacientes. Para ello, las sociedades, administración y Farmaindustria deben colaborar para fijar un modelo adecuado para incorporar la innovación en tiempo.

El reto es complejo, como apuntó el propio Hernández, se necesitan más recursos para la evaluación y autorización de comercialización de los medicamentos oncohematológicos.

Las inequidades

La realidad es que las inequidades en el Sistema Nacional de Salud (SNS) son palpables. “Las diferencias entre hospitales y comunidades nos preocupan”, adelantó la presidenta de SEOM, Enriqueta Felip. Trabajar conjuntamente en normas es por tanto un objetivo.

El reto está en buscar “soluciones imaginativas” para agilizar los plazos entre la autorización y la fijación del precio, al menos para algunos medicamentos. Medir el beneficio clínico es una forma, para Felip, de ir contra la incertidumbre. Eso sí, no olvidar el papel que juegan los biomarcadores.

El trabajo es arduo. El horizonte europeo también está entre las prioridades. El esfuerzo es claro: intentar converger con Europa y tener bien presente la Estrategia Farmacéutica Europea.