La pandemia y las medidas adoptadas para hacerle frente han tenido consecuencias directas en la salud mental de la población. Estas se miden en términos de incrementos objetivables de la morbilidad y de la demanda de atención en salud mental. Sobre todo ello se ha reflexionado la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) y el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII) en un encuentro celebrado en la Escuela de Salud Pública de Menorca.

En esta última edición se ha valorado el impacto de la pandemia por COVID-19 en la salud mental de la población española, identificad los grupos más afectados y las acciones necesarias para dar una respuesta integrada y eficaz.

En este coyuntura se han incrementado así los ya numerosos factores de riesgo de la Enfermedad Mental (EM), convirtiéndose en un nuevo desencadenante de trastornos en los grupos poblacionales más vulnerables: la infancia, la adolescencia, las personas mayores y los pacientes con enfermedades crónicas.

Impacto y factores de riesgo

Los principales factores de riesgo derivados de la pandemia han sido: la alteración completa de la vida diaria, el aislamiento, el miedo, la sobresaturación de los recursos del SNS. Las poblaciones más afectadas por las consecuencias de la pandemia han sido los niños, los adolescentes, las personas mayores, los que ya padecían algún trastorno mental y, en general, el personal sanitario. Según se concluyó, estos grupos requieren de planes específicos para afrontar la carga de enfermedad generada y las consecuencias futuras en términos de morbimortalidad. 

La pandemia ha generado también impacto en la salud mental a través de un aumento de problemas de ansiedad y depresión. El confinamiento ha tenido especial impacto en la salud mental de niños, jóvenes y adolescentes con aumentos de frecuencia de autolesiones, intentos de suicidio y síntomas relacionados con trastornos por déficit de atención.

El confinamiento ha tenido especial impacto en la salud mental de los más jóvenes con aumentos de frecuencia de autolesiones

Del mismo modo, aumentó el tiempo dedicado a pantallas y contactos virtuales. Esta conducta debe abordarse en especial en niños y adolescentes, teniendo en cuenta los efectos negativos de esta práctica cuando se prolonga en el tiempo y sus imprevisibles consecuencias cerebrales en el futuro, según han acordado durante el encuentro.

RECOMENDACIONES

  • La salud mental ha de reconocerse como elemento clave a abordar en los planes de alertas y emergencias sanitarias.
  • Sería recomendable la elaboración de guías de buena práctica en salud mental aplicables al ámbito de la atención primaria de salud y de emergencias, alerta y respuesta sanitaria ante grandes amenazas derivadas de cualquier agente (biológico, químico, natural o terrorista).
  • La atención primaria y su articulación con los servicios de salud mental es clave para identificar precozmente los trastornos mentales.
  • Es preciso abordar las necesidades de recursos sociosanitarios para hacer frente a las discapacidades derivadas de la enfermedad mental.
  • Se valoran positivamente las iniciativas de sistemas multimedia (videollamadas, llamadas telefónicas, servicios de teleasistencia, etc.) para la prestación de servicios. La pandemia ha puesto de manifiesto la utilidad de la telemedicina en la atención sanitaria a los trastornos mentales y, en general, como herramienta para la prevención en salud mental.
  • Se recomienda, en línea con las estrategias, un abordaje integral de la salud mental dentro del SNS, incluyendo en la atención a diferentes especialistas trabajando en línea con la atención primaria y la psiquiatría. 
  • No se han podido valorar datos nacionales comparables, dada la falta de desarrollo de sistemas de información sobre salud mental. Para captar con sensibilidad la aparición de trastornos y su evolución en el tiempo, así como la efectividad de las estrategias en marcha, sería preciso un sistema de información capaz de integrar y comparar CC. AA.
  • El enfoque multisectorial en salud mental es clave para afrontar las consecuencias de desastres o pandemias.
  • Resultan claves la extensión de servicios sociosanitarios para enfermos mentales discapacitados y graves y el trabajo sistemático con las escuelas para la prevención del trastorno mental en niños y adolescentes.

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