Anemia y enfermedad renal crónica (ERC) van de la mano en buena parte de estos pacientes. Juan Carlos Julián, director general de la Federación Nacional de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales (Alcer), explica a GACETA MÉDICA la relación entre ambas afecciones, así como su impacto en la calidad de vida de estas personas.
“La anemia es probablemente el síntoma o consecuencia de la enfermedad renal crónica que más afecta a la función física de los pacientes. Es un problema importante para ellos”, indica Julián. “Les produce un cansancio constante y genera una situación que también se asocia a problemas emocionales y produce un deterioro considerable de la calidad de vida y, en determinados casos, plantea incluso dificultades para continuar con su actividad laboral o social”, añade.
La limitación principal, continúa el portavoz de Alcer, es que la sintomatología aparece en fases avanzadas de la enfermedad, generalmente en estadio cuatro o cinco, aunque en algunos casos se pueden percibir algunos síntomas en estadio tres de ERC.
Otra dificultad añadida es que los pacientes no conocen suficientemente la relación entre ERC y anemia. La principal causa, según Julián, es que resulta difícil separarlas: “hay sintomatología común entre enfermedad renal crónica y anemia y es complicado diferenciarlas, sobre todo en fases avanzadas de la enfermedad”, subraya.
Una vez que se lleva a cabo el diagnóstico de enfermedad renal crónica y anemia, los pacientes perciben que la información recibida resulta insuficiente. “Llega a través de los profesionales sanitarios; principalmente nefrólogos, pero cada vez más a través de enfermería. El problema es que tienen una gran sobrecarga de trabajo y aunque ellos perciben que proporcionan una información relevante al paciente, éste entiende, por lo general, que es insuficiente o que no está adaptada a su nivel de conocimientos, uno de los problemas más habituales”, apunta el portavoz de Alcer.
Una vez que el paciente recibe el diagnóstico, el primer tratamiento es la ingesta de hierro, para intentar mejorar la situación anémica incipiente, detalla Juan Carlos Julián. “A medida que la ERC avanza y está cera el tratamiento renal sustitutivo la alternativa es la administración de EPO, que supuso un gran avance en su día y sigue siendo un tratamiento importantísimo para la anemia”, remarca.
Nuevos tratamientos
Este escenario, en cualquier caso, está en fase de transformación con la aparición de nuevos tratamientos. “Se abre un mundo de oportunidades, porque hay novedades que permiten abordar la anemia en la ERC antes y con más impacto sobre la vida del paciente”, augura.
Profundizando en esta idea, detalla que en la actualidad los pacientes cuentan con una nueva opción de tratamiento integrada en la cartera de servicios en nuestro país, y hay otras en investigación. “Hay soluciones terapéuticas sobre todo en fases de la enfermedad y de la anemia en las que antes no había ninguna posibilidad”, destaca.
En este sentido, el portavoz de Alcer insiste en la importancia de la educación sanitaria, que puede ser compartida entre los profesionales de la nefrología y la enfermería. “Hay que hacer entender al paciente cuando, en las últimas fases de la enfermedad, se siente bastante mal y piensa que no va a poder seguir con su actividad habitual por el deterioro de la función física, que hay opciones terapéuticas que se pueden poner sobre la mesa y que le van a permitir recuperar una parte de esa función física”, advierte.
Para finalizar, Juan Carlos Julián hace hincapié en que la necesidad principal de los pacientes en la actualidad es un diagnóstico temprano, así como información ajustada a las necesidades de los pacientes, con formación, capacidades y edades distintas. “Si queremos una educación sanitaria que tenga su impacto y que haga que las personas cambien hábitos es necesario que estén adaptados a lo que ellos conocen, junto a los tratamientos personalizados”, concluye.