Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 09 de diciembre de 2016 h |

La Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (Semes) acaba de publicar un documento de recomendaciones sobre el triaje en los servicios de urgencias. Este proceso, que tal y como recuerdan promueve la equidad en la atención al paciente urgente, se aplica de forma totalmente desigual no solo entre comunidades autónomas, sino incluso entre centros de una misma región. Raúl Sánchez, miembro de Grupo de Triaje de la sociedad científica y uno de los autores del trabajo, explica que con esta iniciativa se pretende establecer unos mínimos de calidad en todos ellos. Mínimos que, remarca, en algunos hospitales se consideran evidentes, pero que en otros todavía están lejos de convertirse en realidad.

Cataluña, por ejemplo, es una de las comunidades más avanzadas en la implantación de estos sistemas, frente a otras como Extremadura, aclara, donde no hay un programa de ayuda estructurado. El portavoz de Semes recuerda que hasta hace poco no se ha puesto en marcha en Andalucía o Castilla y León, donde hay centros que no lo aplican, al igual que ocurre en Castilla-La Mancha, a pesar de los avances en los últimos años. En Asturias, Galicia o la Comunidad de Madrid también se ha conseguido un buen desarrollo en este sentido, según el portavoz.

El documento de Semes incide en que la disponibilidad de un sistema de triaje se considera indicador de calidad de riesgo-eficiencia para los servicios de urgencias. Contar con unos criterios claros sobre este proceso, insisten, permitirá una mejora de la percepción de la sociedad de los servicios de urgencias y establecer tiempos de espera para el paciente según la urgencia.

Para empezar, el documento fija cuatro requisitos básicos que deben reunir los profesionales que realicen este cribado. Uno de ellos es formación específica en urgencias, emergencias y atención al paciente crítico, además de formación práctica y teórica sobre el modelo de triaje que se utiliza, experiencia mínima profesional en urgencias de un año y de seis meses en el servicio de urgencias en particular. Asimismo, desde el grupo de trabajo se considera que los profesionales de enfermería tienen capacidad para asumir esta función, “aunque no todos pueden hacerlo con una alta calidad. No todo el mundo que llega a un servicio de urgencias, con una o dos semanas en el servicio, está preparado para triar”, advierte.

Este apunte sobre las personas que realizan esta tarea no es baladí. Hace dos años, otro trabajo del mismo grupo reparaba en los perfiles profesionales y la impresión es que la situación ha mejorado ligeramente. En la mayoría de los hospitales, recuerda Sánchez, el triaje lo realiza enfermería, con apoyo puntual de un médico o consultor de triaje. En algunos centros, muy pocos, solo es realizado por médicos, fundamentalmente residentes en formación. Y lo que es más, en otros centros esta labor corresponde a auxiliares o celadores. “Nos parece descabellado porque no conocen los protocolos de la unidad, no tienen la pericia para hacerlo, algunos de ellos no son profesionales sanitarios”, advierte.

La crisis económica y la gran rotación de profesionales en estos servicios lastran la implementación de buenos sistemas de triaje, un objetivo al que esperan contribuir con este documento, que estará disponible a través de la web y se presentará en el próximo congreso.

La sociedad científica aspira a canalizar la formación en este ámbito, una laguna más que quedaría resuelta si, finalmente, logran su objetivo de conseguir la creación de la especialidad, una decisión que está ahora en manos del Tribunal Supremo.