GM Madrid | jueves, 27 de abril de 2017 h |

El presidente de la OMC, Serafín Romero, ha comparecido hoy en el Congreso, ante la Comisión Mixta para el Estudio del problema de las drogas, en la ponencia de Estudio “Menores sin alcohol”, en la que ha solicitado “medidas urgentes” para limitar el consumo de alcohol en menores por las consecuencias que ello conlleva para su salud.

“La adicción al alcohol empieza como problema de conducta y termina como enfermedad multiorgánica”, ha afirmado tras dejar claro que el consumo de alcohol es un “problema de salud pública con importantes consecuencias en la salud, especialmente, en los adolescentes y menores”.

Romero ha expresado su satisfacción porque este problema, del que ya se dio la voz de alarma en el Congreso hace 14 años, vuelva a la agenda política tras años en los que el consumo de alcohol en adolescentes y menores se había incrementado, así como el descenso de la edad de inicio. Ha recordado sucesos alarmantes como el de Pozuelo de Alarcón en 2009 o casos más recientes como el de la muerte de una niña de 12 años por un coma etílico en San Martin de la Vega.

El presidente de la OMC ha centrado su exposición principalmente en los efectos del alcohol en la salud de los adolescentes y las consecuencias a medio y largo plazo que ello conlleva y, en este sentido, considera un “desafío importante” para la salud pública a nivel mundial la carga de enfermedades y lesiones asociadas al consumo del alcohol.

En general, según ha expuesto, existe una relación causal entre el consumo de alcohol y más de 200 tipos de enfermedades y lesiones, incluidas las muertes por accidentes de tráfico. Ha puesto de manifiesto que el nocivo consumo de alcohol mata aproximadamente a 3,3 millones de personas cada año (5,9 por ciento de todas las muertes en el mundo) y constituye el tercer factor de riesgo de salud, con 5.1 por ciento de años perdidos por discapacidad. “Más allá de los numerosos efectos crónicos y graves para el organismo —ha manifestado—, el consumo de alcohol está asociado a amplias consecuencias sociales, mentales y emocionales”.

Tras señalar que la adolescencia es una etapa de importante vulnerabilidad porque el desarrollo neurológico no ha terminado y el alcohol tiene un impacto negativo en él, ha asegurado que “los adolescentes que presentan problemas con el alcohol, a menudo tienen también problemas mentales” y, de hecho, ha afirmado que “la comorbilidad psiquiátrica se acerca al 80 por ciento en adolescentes consumidores de alcohol”.

En su exposición, ha hecho un análisis de situación con los datos oficiales de la última encuesta Estudes 2015 según la cual 1.694.595 jóvenes de 14 a 18 años han consumido alcohol (76,8 por ciento) y 1.270.946 han hecho botellón el último año (57,6 por ciento). Si atendemos a las borracheras y al consumo de esta sustancia en atracón durante el último mes, son 489.843 (22,2 por ciento) los jóvenes que se han emborrachado y 710.494 (32,2 por ciento) los que han practicado binge drinking.

Ante esta situación, considera que “no es posible hablar de consumo responsable de alcohol en adolescentes y menores” y que “el único consumo responsable en adolescentes y menores es el consumo cero de alcohol”.

Romero ha repasado la repercusión del alcohol en la salud de los adolescentes y menores y ha destacado que este problema requiere de los gobiernos, central y autonómicos, junto con los grupos políticos, la promoción urgente de las medidas necesarias y oportunas para limitar los factores que lo determinan. La salud de los jóvenes, ha asegurado, debe primar sobre otros intereses económicos, comerciales, de producción, distribución, publicidad y de actividades de ocio relacionadas con el consumo de alcohol.