C. R. Madrid | lunes, 16 de septiembre de 2019 h |

Las situaciones de polifarmacia representan uno de los mayores desafíos en el campo de la seguridad de los medicamentos. Si algo ha caracterizado el enfoque con el que hasta hace muy poco los sistemas sanitarios se han enfrentado a ello es una notable falta de soluciones basadas en la evidencia. Ello se debe, según resalta el informe Medication Safety in Polypharmacy, de la OMS, a que la polifarmacia se ha percibido exclusivamente como un ‘uso excesivo de medicamentos’, en lugar de reconocer que en muchos casos el uso concurrente de múltiples medicamentos es necesario y beneficioso. A nivel mundial, la prevalencia de la polimedicación aumentará a medida que la población envejezca y más personas sufran múltiples enfermedades crónicas. De ahí que los países deban priorizar la sensibilización sobre los problemas asociados con la polifarmacia inapropiada.

Si bien no se conoce su verdadera magnitud, las previsiones demográficas ilustran el futuro que se avecina. Se estima que, en 2050, la población mundial mayor de 65 años se habrá duplicado en relación a la de 2010, pasando del 8 al 16 por ciento. Ya en 2015, aproximadamente el 5 por ciento de la población de los países de la OCDE tenía 80 años o más. Se espera que este porcentaje aumente a más del doble para 2050.

A su vez, los datos epidemiológicos demuestran que la multimorbilidad aumenta notablemente con la edad, lo que a su vez viene asociado a múltiples síntomas, impedimentos y discapacidades. La necesidad de tomar múltiples medicamentos puede ser igualmente problemática, resultando en frecuentes visitas médicas y en un aumento de la probabilidad de daños relacionados con los medicamentos.

A pesar de los grandes avances en farmacoterapia, la disponibilidad de guías clínicas para adultos mayores con múltiples enfermedades es, según el informe de la OMS, limitada. La prescripción se basa en gran medida, dice el trabajo, “en la orientación basada en la evidencia para enfermedades individuales, que generalmente no tiene en cuenta la multimorbilidad”. En consecuencia, a los pacientes a menudo se les recetan varios medicamentos recomendados por varios especialistas, que combinados pueden dificultar el manejo de alguna de las patologías e incluso dañar al paciente.

La no adherencia

No son los únicos factores que influyen en los problemas que presenta una situación de polimedicación. Una revisión sistemática de pacientes mayores con polifarmacia encontró una correlación entre la falta de adherencia a la medicación y la cantidad de medicamentos que se toman. Y en línea con la falta de adherencia terapéutica, también cabe destacar la influencia de los estilos de vida y los determinantes sociales de la salud.

Todo ello implica también una importante carga económica, igualmente difícil de cuantificar, pero importante sobre el montante de costes evitables. Algunos estudios apuntan a que el 0,3 por ciento del gasto global en salud podría evitarse mediante el adecuado manejo de la polifarmacia.

Al tiempo que se viene trabajando para cuantificar el impacto que la polimedicación inapropiada tiene en los presupuestos sanitarios, otros estudios han venido señalando los beneficios económicos que generan intervenciones basadas en la seguridad y calidad de la asistencia. Algunos de estos trabajos han resaltado especialmente el papel de los farmacéuticos clínicos a la hora de revisar la medicación de pacientes hospitalizados. Este trabajo viene asociado a menos visitas a urgencias (un 47 por ciento menos) y a una caída en los reingresos por eventos relacionados con la medicación (en un 80 por ciento).

Recomendaciones

Son muchos los trabajos que apuntan a que la incorporación de los farmacéuticos clínicos a los equipos asistenciales una escala más amplia podría resultar en reducciones aún mayores en los costos de atención médica y a la hora de reducir la morbilidad, una idea que da forma a la primera de las recomendaciones de la OMS en este campo. Todos los interesados, dice la Organización Mundial de la Salud, tienen un papel vital que desempeñar en impulsar un “cambio en la gestión de la polifarmacia”, que implica una toma de decisiones multifacética y requiere “el conocimiento combinado de médicos, enfermeras, farmacéuticos y otros profesionales de la salud, incluida la participación sistemática, el compromiso y el empoderamiento de los pacientes”.

La OMS no oculta el énfasis que pone en contar, siempre que sea posible, con la figura del paciente o cuidador antes de poner en marcha o implementar iniciativas de gestión de la polifarmacia, ya sean revisiones de la medicación, rediseños de los procesos o simplemente una buena comunicación e intercambio de información con los paciente.