Ya han pasado varios días desde que el Hospital de Ifema cerrara sus puertas. Unas puertas que continuarán ‘entornadas’ por si surgen rebrotes futuros. El que ha sido el responsable de este Hospital Milagro, Fernando Prados, destaca de aquellos días el trabajo en equipo y aquel “espíritu Ifema”. En su opinión, dos de las claves del éxito de un centro, que superó  todas las expectativas. La calidad y la excelencia de la práctica clínica fueron también dos instrumentos presentes en aquellos días. Unos días en los que el pico de la pandemia era una realidad.

Prados destaca el papel que han jugado, desde los directores médicos y de enfermería; las coordinadores de admisión y de recursos humanos; pasando por la subdirección de atención primaria; hasta todos los sanitarios que han formado parte de este hospital. Precisamente, el que fuera viceconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid pone en valor el rol de atención primaria y la readaptación en un entorno hospitalario. La lucha contra el virus fue el objetivo común de estos profesionales.

Pregunta. Probablemente, Ifema será ya bautizada como el Hospital Milagro… ¿Hay un antes y un después  en tu carrera, teniendo en cuenta el bagaje que llevas a tus espaldas?

Respuesta. Sin ninguna duda que sí. El hecho de que ocurra en tu entorno, en tu ciudad, trabajando con la gente con la que has trabajado toda la vida, y con el sistema sanitario que has dirigido no tiene comparación con ninguna otra situación. Es verdad que pude ver en Haití, en Indonesia e incluso en Filipinas otras circunstancias. Circunstancias con un número de pacientes mayor y con más necesidades sanitarias. Lo manejas con otra perspectiva diferente. Aquí no solo tratas el problema que hay en ese momento, sino que te planteas tu propia vida. No estás ajeno a esto, formas parte de esto. La circunstancia es diferente. Por supuesto, contamos con la mejor sanidad del mundo y esto hace que tengamos unas opciones de trabajo y unas opciones de resultados que no se tienen en otros sitios del mundo.

“No creo que la Covid-19 haya escrito todavía su final”

P. ¿Cómo fueron esas primeras horas  cuando  se decide poner en marcha el hospital?

R. Ya venía de estar con el tema de la gestión de los hoteles medicalizados, que pusimos en marcha una semana antes. La situación en el sistema sanitario era tan problemática: con tantos pacientes por atender, que requería de tomar decisiones. El consejero fue muy valiente planteando poner en marcha un hospital con 1.500 camas de hospitalización de un día para otro. Evidentemente lanzó el reto. Dijo que había que sacarlo adelante porque era necesario para el sistema. Era cuestión de buscar la fórmula, y ésta pasaba por Ifema. En esa reunión en la que se nos dice la situación, junto con algunos de los directivos de la consejería, se tomó la decisión. En ese momento es cuando Enrique (Ruiz Escudero) me lo propone. Es ahí cuando ponemos toda la maquinaria en marcha, junto con el director de gestión, Juanjo Pérez, que se puso a trabajar de 0 a 100 en segundos. Llamó a arquitectos, a profesionales para el suministro de material… A partir de ahí: largas horas de trabajo incansable, que nos llevaron a conseguir meter pacientes en la tarde del día siguiente. 

P. ¿Qué momentos te han marcado de aquellos días?

R. En primer lugar, poner esto en marcha. Afrontar un reto de este tipo no deja de ponerte nervioso y plantearte qué puede salir bien o mal. Es un momento de incertidumbre y la verdad es que no se olvida. Lo he tenido en otras ocasiones, pero es un momento especial; el saber que tienes algo entre manos, que es importante y que hay que hacerlo bien. Otro de los momentos fueron los primeros pacientes que entraron al hospital. Evidentemente fue un éxito, el hecho de saber que ya estábamos empezando a atender pacientes y que con eso lógicamente los hospitales iban a tener una mayor cobertura por parte del sistema. El objetivo era conseguir que ellos pudieran trabajar mejor. 

Del mismo modo, pasar al Pabellón 9. Esto supuso empezar a trabajar con más normalidad, y contar con cuidados intensivos. Ese momento fue muy especial porque fue muy esperado. Tuvimos que aguardar la llegada de unas piezas específicas, que son las que permiten que desde las tuberías de cobre de los 35 kilómetros, que hay debajo de los Pabellones 7 y 9 de Ifema, las conexiones pudieran llegar a la toma directa de la cámara. Esto nos paralizó el poner en marcha el Pabellón 9, durante bastantes horas. Fue tras la visita de Su Majestad el Rey cuando pudimos empezar  a trasladar a pacientes de los hospitales a este pabellón,  y  empezar a trabajar ya en otras condiciones.

Antonio Zapatero y Fernando Prados.

La verdad que nos preocupaba muchísimo que la atención de los pacientes fuera de la misma calidad que se estaba dando en los hospitales. Nuestro problema era explicar a un paciente que tenía que ir a un hangar, con una patología infecciosa, sumado a toda la incertidumbre que genera esta enfermedad. Era complicado. La obsesión de todos los responsables era establecer unos procedimientos y unos circuitos que hicieran que la atención del paciente tuviera el mismo  nivel de calidad que tienen en el SERMAS. Esto se consiguió absolutamente. Conseguimos trabajar con todo lo que necesita un paciente que tiene Covid-19: radiología, analítica, manejo respiratorio… La verdad que todo fue de diez. En todo momento los profesionales se esforzaron en trabajar en una nave de Ifema, y que esto no fuera obstáculo para que ellos pudieran hacer la mejor medicina que se necesitaba en Madrid. 

Estoy absolutamente convencido de que los buenos resultados sanitarios, en morbilidad y mortalidad, se deben a que aquí se ha trabajado de una manera especial”

P. ¿Cómo es el ‘espíritu Ifema’?

R. Este ha sido un proyecto de todos, porque se ha volcado toda la sociedad. En Ifema hemos recibido apoyo de distintas entidades: ONG, empresas, instituciones…. Todo el mundo ha querido colaborar. Es cierto que el trabajo de ponerlo en marcha, y con los niveles de calidad exigidos, no te daba tiempo a planificar toda esa otra parte (la emocional). Una esfera que ha sido absolutamente extraordinaria. No puedo decir que ha llegado sin darnos cuenta, porque evidentemente las cosas las haces para buscar ese objetivo también. La verdad es que nos desbordó un poco. El hecho de que estos pacientes hicieran entre ellos amistad y además buscaran el ocio dentro del hospital, que es algo que es no es propio de nuestros hospitales, no es que nos confundiera  pero nos obligó a plantearnos otras estrategias para poder rentabilizar todo esto.

Estoy absolutamente convencido de que los buenos resultados sanitarios, en morbilidad y mortalidad, se deben a que aquí se ha trabajado de una manera especial. El contacto entre pacientes ha sido máximo: se cuidadan entre ellos, hacían actividades conjuntas…. Todo esto se generó entre los propios profesionales y los pacientes. Esto es lo que bautizó el director médico, Antonio Zapatero, como el ‘espíritu Ifema’. Lo que se vivía ahí dentro era diferente a lo que habíamos visto en otros hospitales. En los hospitales se está haciendo un esfuerzo desde hace unos años en la humanización; en conseguir que el paciente se sienta cómodo y arropado. Además teníamos además el hándicap de que no podían estar con sus familiares. Hemos conseguido aún con esas dificultades que los pacientes se encontraran bien, que no quisieran marcharse.

Hemos visto que el tener muchas camas para esta patología ha dado un resultado magnífico. La labor, del mismo modo, de atención primaria ha sido impecable. Ellos mismos  se contagiaron también de ese espíritu, participando de una manera extraordinaria. 

P. Ifema seguirá pendiente por cualquier rebrote… ¿Crees que encararías la situación de la misma manera?

R. Lo que hemos visto en Ifema es que existe una solución al problema que se había planteado en ese momento. Es posible que se vuelva a plantear en otro escenario y en otro momento. No sé si en unos días, unos meses, unos años… No lo sé. Pero lo que sí hemos visto es que somos capaces de hacer esto. Cuando los hospitales están llenos y se encuentran saturados, somos capaces de establecer un sistema para que, sin perder calidad en el cuidado del paciente, atenderle de manera que los hospitales puedan liberarse y poder seguir funcionando con absoluta normalidad. Esa herramienta que no habíamos practicado nunca, porque no hizo falta y porque a nadie se le ocurrió, está claro que sigue aquí.

Ifema sigue porque va a seguir la estructura. Lógicamente estos pabellones empezarán a dar su servicio, que es para lo que se crearon. Sabemos que tenemos esa capacidad en Ifema o en otro sitio. Además, sabemos que el sistema es capaz de agrandarse todo lo posible para poder dar una atención sanitaria en las condiciones y en la calidad que requiere nuestra sociedad. 

P. ¿Qué has aprendido de todo esto?

R. He afianzado muchas cosas que tal vez ya había aprendido antes: hay que trabajar en equipo. Esto no es una cuestión de individualidad. No vale solo con el liderazgo; hay que ejercerlo y potenciarlo.

Cuando tienes más necesidades de las posibilidades tienes de actuar, tienes que contar con todos. Esto se ha hecho en Ifema. Todos han participado en lo que han podido y han querido. Todo el mundo que ha venido a trabajar se le ha abierto la puerta, generando las condiciones en las que se tenía que trabajar. Eso sí, requiere de una coordinación, ya que no puede ir cada uno por su cuenta. Eso tiene también su dificultad. El haber conseguido que todos pudieran tener espacio para aportar todo su potencial es la clave de cualquier éxito.

Cualquier trabajo individual está muy bien y también se ha hecho. El resultado global se debe al esfuerzo colectivo. Cada profesional que ha intervenido en Ifema hizo posible conseguir que en cuestión de horas pudiéramos estar atendiendo a pacientes, y en cuestión de semanas fuéramos el hospital más grande de Madrid. Si no hubiéramos podido ensamblar todo eso habría sido imposible. Este ha sido el secreto de Ifema y ha posibilitado que Madrid esté así.

Viendo las gráficas de los datos y comparando lo que sucedió en los hospitales desde el día 20 de marzo, que se decidió  poner en marcha Ifema, hemos visto que nosotros llegamos a nuestro mayor número de pacientes ingresados, que fueron 1.200 pacientes, justo en el momento en que empezaba a descender el número de pacientes ingresados en el resto de los hospitales. Esto indica que se hizo en el momento preciso y que el resultado  fue el que tenía que ser. 

Fernando Prados (en el centro de la imagen), junto a los directores médicos del centro, Antonio Zapatero (izquierda) y Javier Marco (derecha).

“Sabemos que el sistema es capaz de agrandarse todo lo posible para poder dar una atención sanitaria en las condiciones y en la calidad que requiere nuestra sociedad”

P. ¿Qué debemos aprender la sociedad de esto?

R. Es complicado todavía porque creo que nos queda todavía tiempo para aprender de este virus. No creo que la Covid-19 haya escrito todavía su final. Igual que digo que para el éxito del Ifema ha sido fundamental el trabajo en equipo, la Covid-19 lo que nos está enseñando es que debemos trabajar como sociedad. Como pasa en toda pandemia: que uno se contagie no solo le afecta a uno, sino que afecta a su entorno y al resto de la sociedad. Debemos de ser conscientes de eso y de mucho más de lo que hemos sido. ¿Qué tengamos que cambiar nuestra forma de vivir o nuestros hábitos? Es complicado, porque el latino, el español, el europeo del sur es muy dado a vivir con mucho contacto físico….

Tal vez esto nos enseñe a que tengamos que limitar esas costumbres y empezar a vivir de otra manera diferente. Posiblemente, esta pandemia pase y lo único que quede sea el recuerdo y la memoria de las víctimas que hayan podido sobrevivir. Es posible y probable. Lógicamente esto no solo nos ha despertado esa sensación de trabajar en equipo, sino que además va a obligarnos a partir de ahora a ser más  conscientes de que nuestros hábitos de vida también está revolucionados con los efectos de esta pandemia.