Las reformas que emprendieron los estados en sus sistemas sanitarios no han sido suficientes. Así lo admitieron en una reunión celebrada en París hace dos semanas entre los responsables de sanidad de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y en la que se encontraba la ministra, Dolors Montserrat.
El documento de conclusiones publicado el pasado 17 de enero plantea como objetivo de la reunión la puesta en común de experiencias para el diseño y la implementación de una nueva generación de reformas sanitarias, que permitan potenciar la sostenibilidad de los diferentes sistemas. Estas medidas han provocado un recorte del gasto que no se ha terminado de recuperar. “La mayoría de los países europeos informaron de un crecimiento del gasto sanitario per cápita por debajo de los ratios vistos antes de la crisis económica”, según se recoge en las conclusiones del documento.
Mejor reparto del gasto
Pero a pesar de los ahorros que han podido generar los ajustes emprendidos, los responsables de sanidad de los diferentes estados expresaron su “preocupación por la evidencia manifiesta de que una parte significativa del gasto sanitario no mejora de hecho la salud del paciente”, señalan los países en el documento, donde advierten de despilfarros “que reducen recursos de la mejora a la atención del paciente”.
Ante esta situación, la OCDE plantea una serie de medidas. La primera consistiría en la búsqueda de mecanismos para abordar de manera preventiva errores clínicos y efectos adversos. La organización también expresó su inquietud por el aumento de las resistencias antimicrobianas, “una amenaza para la medicina moderna”. Este contexto requiere de “nuevos antibióticos, vacunas y tratamientos alternativos, tests de diagnóstico rápidos y sistemas para el desarrollo de nuevas tecnologías. La OCDE plantea también una mayor coordinación entre los proveedores y los sistemas sanitarios, “incluido un uso más efectivo de los datos de salud para completar un dibujo” de la atención al paciente. Los países compartieron iniciativas también para una mejor utilización de las capacidades de los profesionales de la salud con el fin de poner en marcha alternativas más baratas e igualmente efectivas a los tratamientos costosos
Los sistemas sanitarios se enfrentan a un importante número de retos ya conocidos: el aumento de las enfermedades crónicas, las necesidades cambiantes de una población que ha envejecido, la importancia de un uso más eficiente de la tecnología… Estos desafíos se producen en un marco caracterizado por los recortes presupuestarios de la mayoría de los países europeos. “Necesitamos abordar cómo pagar las tecnologías sanitarias efectivas, en particular los medicamentos innovadores”, indicaron.
El papel de la innovación
Los países que participaron en la reunión son conscientes de que las innovaciones “pueden crear oportunidades para afrontar el despilfarro y mejorar la eficiencia de los sistemas de salud y elevar los estándares de calidad”. Pero frente a esta ventaja aparece el impacto significativo en los presupuestos. “Reconocemos la importancia de asegurar el acceso a tratamientos de salud efectivos y proteger el bienestar de las personas y sus necesidades, mientras se garantiza la sostenibilidad de nuestro sistemas de salud”, según el documento de la OCDE.
Una de las respuestas a estos problemas que identifica la organización es la colaboración entre estados. En primer lugar para generar conocimiento con el fin de reducir duplicidades en los mecanismos de evaluación y aumentar la transparencia de estos procesos. Propone también un trabajo conjunto para generar evidencia acerca de la efectividad de los tratamientos.
Otra de las preocupaciones es la implantación de un acceso sostenible a los medicamentos innovadores. En esta línea insiste en la necesidad de un diálogo constructivo de los estados con la industria y otros actores clave, como otros proveedores, los pacientes y los investigadores.