La Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene establecido el objetivo de alcanzar una tasa de cobertura de vacunación del 75 por ciento en poblaciones de riesgo. Consciente de la dificultad de lograr esa meta, el Ministerio de Sanidad fijó el año pasado el 65 por ciento, así como un 30 por ciento en profesionales sanitarios. “Estamos muy lejos de ese objetivo”, explicó La jefa de la División de Vacunación Internacional de Madrid Salud, Esther Redondo, durante Jornada de Vacunas en el adulto, que organizó MSD en la Real Academia Nacional de Farmacia.
Redondo destacó las tres barreras que impiden el cumplimiento de dicho objetivo. “La primera de ellas es el profesional sanitario”, manifestó. Redondo señaló que es una realidad que el médico no se vacuna. Las causas son la falta de tiempo, la no incorporación a la práctica habitual de las recomendaciones de vacunación y las dificultades que encuentra dentro de las administración.
Precisamente, la administración sería la segunda barrera. Entre las causas se encuentran la falta de financiación, la ausencia de un calendario vacunal único, escasa coordinación entre la atención primaria y la especializada y el excesivo espacio temporal entre la prescripción y la administración de la vacuna: “En épocas de bonanza económica, el calendario vacunal es mejor. Ahora estamos saliendo de la crisis y podemos plantearnos ciertas cuestiones como mejorar el calendario”. El paciente es también es otra barrera. Redondo insistió en que en España existe “una baja cultura preventiva”.
La jefa de la División de Vacunación Internacional de Madrid Salud destacó la necesidad de colaboración entre médico y farmacéutico. El papel de este último consistiría en identificar a los pacientes de riesgo, involucrar a la farmacia en el empoderamiento del paciente y entrega de documentación.
Por su parte, la coordinadora del Grupo de Inmunología de la Sociedad Española de Farmacia Familiar y Comunitaria, Mari Carmen Magro, también insistió en esta colaboración. Incidió en la importancia del farmacéutico en tareas de farmacovigilancia. Debe “contribuir a la evaluación de las ventajas, la nocividad, la eficacia y los riesgos de los medicamentos”, afirmó.