Esther Martín del Campo Madrid | viernes, 17 de marzo de 2017 h |

En plena antesala del 20 Congreso de Hospitales y Gestión Sanitaria, que reúne a los directivos del 29 al 31 de marzo en Sevilla, su presidente, Manuel Huerta, defiende en esta entrevista con GACETA MÉDICA los avances “evidentes” en el terreno de la gestión sanitaria de estos últimos años. “Es imposible que un sistema tan vivo, en las vanguardias de los desarrollos técnicos y políticos no avance también en esto. De otra manera estaríamos obteniendo unos resultados en salud realmente preocupantes, y no es el caso”, asegura.

En su opinión, hay varios “hitos muy positivos” en los últimos tiempos que tienen que ver “con el desarrollo tecnológico, el posicionamiento profesional de los profesionales del sector, cada vez más autónomos y, por otro lado, la implicación de una ciudadanía más exigente y cada vez mejor formada con respecto a sus expectativas sanitarias”.

Pero hay un lado menos amable en su balance que tiene que ver, cómo no, con una crisis económica que se alarga en el tiempo. “El sector sanitario está pasando, como el resto de los sectores sociales y productivos, por el gran problema de la recesión económica y de las limitaciones financieras para que podamos avanzar con la rapidez y cubriendo todas las expectativas que los elementos positivos plantean”, subraya.

En este sentido, remarca que se está haciendo un trabajo de contención de expectativas para conseguir que los resultados en salud no empeoren, un esfuerzo compartido por gestores y profesionales.

SOLVENCIA VS SOSTENIBILIDAD

En su opinión, más que dificultades con la sostenibilidad “tenemos un problema de solvencia” que repercute directamente en las condiciones laborales de los profesionales, que “han empeorado o no mejoran”. Desde el punto de vista de los gestores, “el esfuerzo de los profesionales ha sido fundamental para que los resultados en salud no se hayan visto afectados de manera significativa, puesto que ha recaído en ellos”, reconoce.

No obstante, Huerta cree que la buena noticia es que la atención sanitaria, en general, y los resultados, en particular, no se han visto de una manera relevante afectados, “aunque ha sido a costa de la merma de las condiciones laborales de los profesionales. Y esto tiene su límite”, advierte. Precisamente, Ministerio y comunidades autónomas continúan perfilando las actuaciones para reducir la temporalidad en el empleo de los profesionales sanitarios. Iniciativas que, en cualquier caso, pueden limitar la flexibilidad que siempre han demandado los gestores sanitarios. Por ahora, Huertas reconoce que no han notado “gran cosa” de la acción ministerial que da sus primeros pasos.

PROFESIONALIZACIÓN

Otro caballo de batalla para los directivos es la profesionalización de esta función. Huerta aclara que “la inmensa mayoría de los directivos del sector sanitario en España son personas con una alta dosis de profesionalidad en el ejercicio de sus funciones”. Hay que tener cuidado, advierte, porque la expectativa de mejora no se debe interpretar como un intento de cuestionar a los actuales profesionales.

En cualquier caso, remarca que “hay que formalizarlo”. “Los que nos dedicamos a este duro oficio coincidimos en que la actitud profesional de los directivos tiene que ser a pesar de las personas, y no gracias a las personas, como sucede actualmente”, admite. En ese sentido, subraya que los planteamientos políticos relacionados con procedimientos de selección, acreditación, autonomía, etc., deben formalizarse y no lo están.

TRANSPARENCIA

Por otra parte, valora de forma positiva distintas iniciativas regionales encaminadas a aportar transparencia a la designación de responsables. “Se habla mucho de la de la Comunidad de Madrid, pero hay que ver los resultados, ya que está en desarrollo”, matiza. En su opinión, la apuesta andaluza “no es menos importante”. Un apartado completo de la legislación desarrollada por la sostenibilidad del sistema sanitario está orientado a la mejora de la función directiva , sus procedimientos de selección, acreditación, etc. Hay distintas iniciativas, pero todavía en fases de elaboración y en “no demasiados lugares”, reconoce.

FORMACIÓN MÉDICA

Los gestores tampoco son ajenos al debate actual sobre la formación médica continuada (FC). En algunos foros, se ha especulado con la posibilidad de dar más peso a los hospitales a la hora decidir, por ejemplo, qué profesionales deben o pueden participar en actividades formativas financiadas por la industria farmacéutica, como alternativa a la idea de hacerlo a través de las sociedades científicas. Sin embargo, el portavoz de los directivos insiste en que “los hospitales ya cuentan con partidas extraordinarias dedicadas a formación continuada en sus presupuestos, otra cosa es que sea suficiente o insuficiente”. “Como siempre —continúa— es tan importante que tenga más recursos, como mejores recursos. No siempre más es mejor, pero colabora”.

“En un marco de restricciones todo se resiente. En un marco como este se trata de sacar lo máximo, de lo que tenemos, porque es la realidad”, sentencia. Otra discusión, asegura, es “si es una cuantía adecuada o si se utiliza o no de forma razonable, que es algo distinto en cada institución”. La formación continuada es “parte del enorme presupuesto que tiene un hospital, que es enorme, aunque siempre nos parezca insuficiente, que también lo es, porque las expectativas son ilimitadas”.

Sobre la posibilidad de buscar fórmulas de colaboración para que la iniciativa privada pueda realizar también su aportación en este terreno, reconoce que es “una afirmación genérica que es imposible no compartir”. Después viene la hora de la realidad práctica, alerta, porque es muy fácil formular esto de los modelos de colaboración público-privada, y una expectativa legítima y “compartible” en general, puntualiza. “Luego viene la realidad concreta y ahí hay que hacer una reflexión mucho más particular de cada caso”, indica.

HUMANIZACIÓN

La apuesta por la humanización de la asistencia también trasciende al ámbito directivo. Para Huerta, el desarrollo tecnológico del sector es muy positivo, pero se corre el riesgo de sucumbir como víctimas de la fascinación tecnológica. “Como no podemos plantearnos, ni de lejos, que la práctica asistencial deje de tener como valor fundamental la relación entre profesionales y pacientes, hay que extremar, más que nunca, el cuidado por parte de los responsables para que el desarrollo no acabe con la posibilidad de incrementar la humanización”, subraya. En contra de lo que puede suponer, concluye, las tecnologías pueden ser aliadas en la humanización.