El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) nació en 2014 con el objetivo de reducir el consumo abusivo de antibióticos y frenar uno de los mayores problemas de salud pública actuales: las resistencias antimicrobianas (RAM).

Carmen Rodríguez.

Durante la jornada ‘La lucha contra la resistencia antibiótica. El papel de la innovación’, organizada por Fundamed, con la colaboración de Shionogi, los especialistas han hecho balance del impacto de la estrategia y han resaltado las líneas prioritarias marcadas por el PRAN a horizonte 2024.

En este sentido, la implantación de los Programas de Optimización de Uso de los Antibióticos (PROA) tanto en el ámbito hospitalario como en Atención Primaria han avanzado a pasos agigantados en la última década. Sin embargo, aún queda mucho por hacer, tal y como recuerda Carmen Rodríguez, coordinadora del Área de Infección del Servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Gregorio Marañón y miembro del grupo coordinador del PROA.

“El Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) ha hecho un enorme trabajo para que implementen los PROA. Sin embargo, hay que recordar que los antibióticos se administran en el 50 por ciento de los pacientes ingresados en el hospital. Se necesita mucho trabajo para preservar los antibióticos”, señala la farmacéutica, quien ha incidido en que es fundamental que se establezcan también en los centros pequeños.

Por su parte, Reyes Castillo, miembro de Unidad de coordinación del PRAN, en la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), destaca que actualmente se está trabajando en normas de certificación de equipos PROA, no solo para los hospitales, sino también para atención primaria porque “la mayor parte de antibióticos se consumen en medicina comunitaria”, subraya.

A nivel internacional, España se encuentra en 7ª posición en consumo de antibióticos, que como ha incidido Carmen Rodríguez, “no es un puesto elevado”, pero ha insistido en que el 20 por ciento de las prescripciones antibióticas se pueden evitar”.

Aun así, la especialista de la AEMPS ha reconocido que el consumo nacional de antibióticos en salud humana ha bajado un 25,5 por ciento desde que arrancó el PRAN.

La experiencia en los hospitales

A pie de hospital Jordi Vila, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Clinic de Barcelona, recuerda que la OMS estratificó, en 2017, un listado de microorganismos frente a los cuales se necesita una alternativa. En este listado, remarca, diferenciaba tres grupos: Acinetobacter baumannii panresistente, Pseudomonas aeruginosa y varias enterobacterales como Klebsiella o E Coli.

Jordi Vila.

El experto diferencia dos aspectos fundamentales. Por un lado, la aparición de bacterias resistentes y, por otro lado, y una vez que han aparecido, su diseminación. “Cuando hacemos un listado de acciones diferenciamos actuaciones para frenar ambas”, subraya.

Vila insiste en que el principal factor para la aparición de bacterias resistentes es el control del uso de antibióticos, con iniciativas de calado como los PROA. Además, indica, “es un nicho que podemos controlar bastante bien. No deja de ser un continuum entre hospital, centros de salud, residencias… hay un trasiego de pacientes que permite aplicarlos, por un lado, y por otro controlar muy bien las bacterias multirresistentes”.

“La suerte es que estamos controlando bastante bien este porcentaje de bacterias multirresistentes, aunque el impacto de los programas PROA no se ha visto en una disminución evidentemente significativa de las bacterias resistentes”, apunta.

Por otra parte, Vila remarca que, aunque a nivel hospitalario la respuesta es buena, en atención primaria hay “mucho, mucho, mucho que hacer”. El microbiólogo compara con otros países del norte de Europa conocidos por su política racional en uso de antibióticos y destaca que existe una gran diferencia con los países del sur, entre ellos España.

José Luis Baquero y Reyes Castillo.

Buscando la explicación, el experto destaca las diferencias en el tiempo que se dedica al paciente, el uso de herramientas de diagnóstico rápido y el empleo de recetas diferidas de manera que un paciente solo pueda emplear un antibiótico prescrito con anterioridad si las molestias no mejoran.

Otro factor importante, subraya, tiene que ver con el conocimiento y la sensibilidad de los ciudadanos, y las presiones a los profesionales sanitarios para la prescripción de antibióticos.

Con respecto a la aparición de un nuevo antibiótico que actúa frente a los tres grupos identificados por la Organización Mundial de la Salud, Jordi Vila asegura que se va a utilizar “por la propia necesidad. Es la única alternativa y, o se usa, o muere el paciente”, sentencia.

Por otra parte, Vila destaca que hay un aspecto importante que ha avanzado de una manera muy rápida, “el diagnóstico rápido de las infecciones, que ayuda a un tratamiento más rápido en un periodo más corto de tiempo”.

“Hay infinidad de trabajos que muestran que cuanto más rápido tengas el diagnóstico mucho mejor. Esto enlaza con una iniciativa de SEIMC 24/7, porque hay muchos hospitales de tercer nivel que no tienen un laboratorio de microbiología 24 horas al día siete días de la semana”, apunta. “Las infecciones, la sepsis, no entienden de horarios. Si el laboratorio no está en activo puede retrasarse demasiados días. Al menos los hospitales grandes deberían tener esto”, remarca.

Formación para los pacientes

Desde la perspectiva de los pacientes, José Luis Baquero, asesor científico de la Alianza General de Pacientes (AGP), recuerda que todavía queda mucho por hacer en información y formación al paciente. “En el cuerpo a cuerpo con el médico de primaria, quizá exista demasiada presión para que prescriba un antibiótico… o se exagera la sintomatología”, explica.

Asimismo, sentencia que “las resistencias hay que tratarlas como un problema de pandemia, ya que no hay ni un solo hospital ni un distrito que no tenga una cierta tasa de resistencias”.


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