Guillem López-Casasnovas es uno de los economistas de la salud más reconocidos del país. Director del Centro de Investigación Economía y Salud (CRES), de la Universitat Pompeu Fabra (UPF) y catedrático de economía de esta universidad, sus artículos son un análisis de referencia sobre el sistema sanitario.
Pregunta. ¿Cuáles son las principales líneas de trabajo del CRES?
Respuesta. Somos un centro universitario de investigación con una amplia presencia. Hemos realizado estudios sobre problemas de desabastecimiento de fármacos, precios de referencia internacionales, participamos en proyectos europeos… Y tenemos un acuerdo con el Hospital Clínic de Barcelona por el que buena parte de la investigación en economía de la salud que realizan en este centro la llevan a cabo con nuestros investigadores.
P. En Sanidad muchas voces piden aumentar el gasto, pero usted alerta que no es tan importante gastar más como gastar mejor.
R. Cuando el sistema financia, debe pensar en lo que desfinancia. El “no hacer” es tan importante como el “hacer” tanto el “qué” como el “cómo” por cuestiones de sostenibilidad. Lo nuevo tiene que desplazar a lo viejo, y crecer por aluvión me parece un disparate.
P. La ministra Montserrat insinuó que quizás modificaría las condiciones del copago farmacéutico. ¿Cuál es su postura sobre el copago?
R. El copago requiere de una mirada larga, y el hecho de que se focalice en el medicamento es el target fácil, y desvincula al fármaco de otros aspectos del sistema. Estoy a favor del copago teniendo en cuenta que si lo empleas para moderar el gasto, el éxito es que no recaude, aunque también se puede emplear para aumentar los ingresos. En ambos casos, corresponsabiliza más a los pacientes.
P. Usted afirma que bajar los sueldos de los profesionales sanitarios es perjudicial para la productividad. ¿Por qué?
R. En los sistemas públicos, el financiador puede controlar las retribuciones, pero no la carga de trabajo. Ante las políticas que erosionan los sueldos, la respuesta de los profesionales es asumir cargas de trabajo asistencial más selectivamente. Por eso baja la productividad global. Los profesionales inducen la demanda, gestionan cuántas visitas realizan. Para que la presión asistencial no se desborde, los políticos contratan interinos y a veces incluso peonadas. Cuando se produce una huelga o el contexto económico mejora, los profesionales reclaman lo que en los últimos años han perdido en salarios reales. Y los políticos permiten así un catch up, es decir, una recuperación de golpe, que se aplicará también a esos nuevos profesionales incorporados para afrontar la demanda.
P. ¿Cómo debería ser el equilibrio entre sanidad pública y privada?
R. Haría falta un marco más identificable. El sector público no define suficientemente su cartera, porque lo ofrece todo o casi todo, con un nivel de calidad variable. Mientras que la privada juega con aspectos más de calidad percibida, como las listas de espera, en temas de salud más valorativos.