Los equipos PROA (Programas de optimización de uso de antimicrobianos) han estado integrados en la estrategia del Plan Nacional frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) desde el principio. Ya están establecidos en la mayoría de los centros hospitalarios y se están incrementando de forma progresiva en el nivel asistencial y de primaria. Pero ahora, lo que se necesita es “consolidarlos”, según ha apuntado María Jesús Lamas, directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps).

“Ahora toca dotar a los PROA de una base común que nos asegure que trabajamos bajo un mínimo de estándares de calidad, con los mismos objetivos, las mismas herramientas, y utilizando indicadores que puedan ser útiles a los equipos PROA como herramienta de trabajo en sus hospitales y al PRAN como como herramienta de seguimiento del uso de los antibióticos, de la aparición de resistencias antimicrobianas (RAM), de las sensibilidades y de otros indicadores necesarios”, ha afirmado Lamas.

Así, la directora de la Aemps ha inaugurado la jornada de presentación de las normas de certificación de los equipos PROA hospitalarios y comunitarios. “Tener por fin estas normas finalizadas y aprobadas es un motivo de éxito y satisfacción”, ha indicado.

En este sentido, Lamas ha destacado algunos aspectos clave de las normas:

  • Deben ser una herramienta de trabajo: van a facilitar el trabajo de los equipos PROA en los hospitales para mejorar el uso de los antibióticos, pero además deben reforzar estos equipos PROA, porque en estas normas queda claro el carácter multidisciplinar de los equipos PROA y del trabajo en los hospitales y los centros de AP para controlar y manejar las infecciones.
  • Deben servir como un elemento de coordinación asistencial al establecer objetivos y protocolos comunes entre los dos niveles (especializada y primaria).
  • Deben contribuir a reforzar el carácter institucional de los equipos PROA: es una forma de dar estructura a los equipos PROA.

Dar continuidad al PRAN

Por su parte, la ministra de Sanidad, Carolina Darias, ha destacado durante su intervención que la presentación de estas normas de certificación PROA son “un hito clave que nos va a permitir dar seguimiento al PRAN y combatir uno de los mayores desafíos para la salud mundial como es la resistencia a los antimicrobianos“.

Para Darias era necesario contar con normas de certificación comunes para avanzar en este reto. Unas normas que ya fueron aprobadas por el Consejo Interterritorial (CISNS) en diciembre de 2022 y que “nos sitúan a la vanguardia de los países europeos”. Y es que España es el primer país en contar con reglamento específico en el ámbito de la RAM.

“Nuestro país es un referente a nivel europeo en la reducción del consumo de antibióticos gracias al impulso del PRAN”, ha reseñado la ministra. De hecho, desde que se aprobó el primer PRAN en 2014, España ha registrado una disminución del consumo de antibióticos del 25,5 por ciento en salud humana y 62,46 por ciento en sanidad animal.

El objetivo de este plan estratégico es, tal y como ha recordado Darias, reducir el riesgo de resistencias a los antibióticos, limitando su impacto sobre la salud de las personas y de los animales desde una perspectiva ‘One Health’. Y los PROA desempeñan un papel esencial en al consecución de este objetivo principal. Gracias a estos programas, se ha conseguido “optimizar la prescripción de antibióticos en el SNS, asegurando el uso de tratamientos coste-eficaces y minimizando los efectos adversos, limitando y controlando así la aparición de nuevas resistencias”.

Por su parte, Reyes Castillo, de la Unidad de Coordinación del PRAN, ha apuntado que en 2016 ya disponíamos de unas normas que fueron lanzadas por SEIMC y SEFH. “Pero hacía falta algo más: dotar a los equipos PROA de un marco de trabajo“, ha señalado. “La idea era crear un documento homogéneo, que estuviese adaptado a las características del ámbito hospitalario y del comunitario, sin perder la perspectiva para adaptarse a las normas locales”, ha añadido Castillo. “Hemos intentado que sean unas normas clarificadoras, que sirvan de guía de trabajo, hemos querido establecer objetivos cuantificables y que sea un documento pragmático y ayude de verdad en el día a día a los profesionales”, ha concluido.

Así, las normas incluyen estándares, es decir, guías de buenas prácticas, que están desglosados en diferentes requisitos. “Tenemos 43 estándares comunitarios, con 53 requisitos, y 50 estándares hospitalarios, que abarcan un total de 71 requisitos”, ha puntualizado la experta del PRAN.

En cuanto al consumo de antibióticos, estas normas de certificación, ha explicado Aurora Fernández i Polo, farmacéutica adjunta del Hospital Universitari Vall d’Hebron, han permitido homogeneizar y consensuar una unidad de medida común para conocer cuánto y cómo se utilizan los antibióticos en los centros. “Debe ser un aspecto fundamental para definir las estrategias como equipo PROA”, ha asegurado la farmacéutica. Así, se ha establecido como básico que los centros dispongan de esta información mediante la elaboración de un informe anual y se ha impuesto como requisito el cálculo de cuántos antibióticos se usan. En el caso de los centros donde se disponga de un PROA más avanzado, la norma contempla conocer el consumo de antibióticos de forma más detallada, por unidades clínicas y con periodicidad trimestral.

Equipos multidisciplinares

Por otra parte, Reyes Castillo ha puesto de manifiesto que se tratan de normas transversales que se transmiten a todos los profesionales sanitarios de todos los centros donde se implementa. “Son normas que integran a todos los profesionales; el equipo core está formado por farmacéuticos, microbiólogos, pediatras, clínicos, etc. y no quita que otros profesionales puedan participar”, resume Castillo.

En este sentido, Miriam Alkorta, adjunto microbiología del Hospital Universitario Donostia, también ha destacado el “carácter multidisciplinar” del trabajo de los PROA. “Las normas llegan para homogeneizar el trabajo y que todos realicemos el esfuerzo en la misma dirección y podemos ir creando distintos grupos PROA a lo largo de todos los hospitales y de toda la atención primaria, creando una red de programas PROA, todos trabajando en el mismo sentido”, ha aseverado.

Por ejemplo, Josep de la Flor i Brú, pediatra de atención primaria del Institut Català de la Salut, ha reivindicado la importancia de incluir a los pediatras. “Más del 90 por ciento de la prescripción ambulatoria se hace en primaria y es fundamental que haya coordinación entre el pediatra de primaria y el pediatra de urgencias hospitalario”, ha reseñado.

Asimismo, también se requiere de un clínico experto en el tratamiento de enfermedades infecciosas que “pueda hacer desde interconsultas hasta asesorías clínicas”, tal y como ha indicado José Miguel Cisneros, jefe de servicio de enfermedades infecciosas del Hospital Universitario Virgen del Rocío. En este contexto, Cisneros ha apuntado que esto permite conseguir el objetivo de preservar la libertad de prescripción de los facultativos, que es “imprescindible para el éxito del programa”.

José Ramón Paño, coordinador científico-técnico PROA Aragón, también ha querido poner en valor la coordinación asistencial y ha coincidido en la importancia de contar con la participación multidisciplinar de diferentes profesionales con diferentes backgrounds. El experto ha explicado que el coordinador científico-técnico del PROA es una figura de “enlace bidireccional entre el PRAN y las comunidades autónomas, pero también entre las comunidades y los equipos PROA”.

En la misma línea ha ido Rocío Fernández Urrusuno, coordinador científico-técnico PROA Andalucía, quien ha señalado que las medidas para favorecer la coordinación asistencial es “uno de los aspectos más innovadores de las normas”. Y, entre dichas medidas, Fernández ha mencionado las siguientes: conectar los equipos PROA comunitarios con los PROA hospitalarios para compartir conocimiento y prácticas; que atención primaria disponga de los mapas de sensibilidades de los patógenos más prevalentes para realizar las guías de tratamiento y los profesionales sepan que los antibióticos de espectro reducido siguen siendo eficaces; o compartir programas asistenciales y guías de tratamiento antimicrobianas.

En definitiva, la RAM es un problema global y la solución pasa por un “trabajo multidisciplinar y coordinado”, según ha afirmado Antonio López Navas, coordinador PRAN Salud Humana. Y, para ello, ha concluido José Manuel Izquierdo Palomares, jefe de servicio de farmacia de la gerencia asistencial de atención primaria de la Comunidad de Madrid, hay que asegurar la disponibilidad de recursos humanos y técnicos: “Nos hacen falta profesionales con tiempo asignado para las tareas PROA”, ha apuntado.


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