J. V. Madrid | viernes, 16 de junio de 2017 h |

Más del 30 por ciento de las infecciones hospitalarias se producen por bacterias Gram positivas. Están detrás de la mitad de las infecciones graves, bacteriemia fundamentalmente, y algunas de ellas, como el Staphylococcus aureus, ocupan el primer o segundo puesto entre los microorganismos más importantes en el entorno hospitalario.

Este tipo de bacterias son muy frecuentes en infecciones asociadas a implantes y prótesis, así como en infecciones respiratorias, óseas, cardiovasculares, de partes blandas o incluso del Sistema Nervioso Central.

Un reportaje que recoge el último número de la Revista Española de Economía de la Salud EDS analiza su impacto en el entorno hospitalario, así como las novedades terapéuticas disponibles, especialmente relevantes para hacer frente al problema de las resistencias a los fármacos tradicionales. Las incorporaciones más recientes al arsenal terapéutico son dalbavancina, tedizolid y ceftarolina.

La primera de ellas, dalbavancina, destaca por su vida media larga, lo que permite su administración en una única dosis o en dos dosis separadas por una semana. Esta característica hace posible el tratamiento de las infecciones graves con carácter ambulatorio y favorece la adherencia terapéutica.

Por otra parte, tedizolid destaca por su administración única diaria durante seis días, la posibilidad de administración por vía oral y, teóricamente, un mejor perfil de seguridad que su predecesor linezolid. Mientras el tercero de ellos, ceftarolina, se trata de un betalactámico con acción frente a Staphylococcus aureus resistente a meticilina con un buen perfil de seguridad, según recoge este documento.

El reportaje publicado en EDS también cita un artículo publicado en la revista “Enfermedades Infecciosas Microbiología Clínica” por José Barberán, del Hospital Universitario MH Montepríncipe. El especialista destaca que precisamente la vida media prolongada de dalbavancina permite diseñar nuevas estrategias que facilitan altas hospitalarias precoces con garantía de cumplimiento terapéutico.

De hecho, la falta de cumplimiento es relevante en los trastornos prolongados, tal y como reflejan varios estudios que analizan esta relación.

Un balance de tres años

En la Unidad de Enfermedades Infecciosas de los Hospitales Juan Ramón Jiménez e Infanta Elena, hasta hace unas semanas Complejo Universitario de Huelva, conocen de primera mano los retos que plantea el abordaje de estas infecciones. Su responsable, Dolores Merino, explica a GM los proyectos de investigación que lidera su unidad en este momento.

“Nuestra unidad es pequeña, de creación reciente, en 2012, y trabajamos fundamentalmente en hepatitis, VIH con ensayos clínicos internacionales y en otras áreas como la de uso adecuado, mediante Programas de Optimización de Uso de Antimicrobianos (PROA), antibióticos y multirresistencias. En la medida de lo posible intentamos participar en todos los programas que beneficien a nuestros pacientes”, apunta.

Con respecto a las actuaciones que están llevando a cabo para combatir las resistencias, Merino subraya que el programa ha sido liderado por Andalucía, y se trabaja en el uso del antibiótico en todas las patologías infecciosas colaborando de manera transversal con el resto de unidades asistenciales del hospital mediante asesorías, etc. “Trabajamos activamente con los pacientes y sus médicos para asesorarles en cuanto al tipo de antibiótico y la duración porque una de nuestras preocupaciones es que cada vez hay más microorganismos y bacterias resistentes a los antibióticos y esto es un problema de enorme magnitud”, remarca.

La especialista subraya que en los últimos años no se ha reducido el número de pacientes con infecciones en el entorno hospitalario. “Los programas PROA y Pirasoa llevan implantados cerca de tres años y actualmente estamos trabajando en el balance, por tanto no tenemos los datos disponibles. Lo que sí ha disminuido es el consumo de antibióticos tras la implantación de estos programas”, manifiesta.

Especialidad para un abordaje óptimo

Dolores Merino ocupa también desde hace un año la presidencia de la Sociedad Andaluza de Enfermedades Infecciosas, una entidad creada hace 25 años desde la cual se intenta fomentar la formación y la investigación de sus socios, según explica. Otro de sus objetivos, destaca, “es trabajar con la Administración para obtener el reconocimiento de la especialidad de enfermedades infecciosas y que se creen plantas específicas con profesionales competentes en enfermedades infecciosas en aquellos hospitales en los que existan estas unidades”, indica.

La especialista considera que “la comunidad andaluza es pionera en este aspecto ya que finalmente, y tras el trabajo de los últimos años, se ha publicado una orden por la que se crean plazas diferenciadas de enfermedades infecciosas dentro de la medicina interna, algo que no ocurre en otras comunidades”. En la misma línea, destaca que el reto principal de los infectológos andaluces, y de toda España, es que “el Ministerio se decida a reconocer que la de infecciosas es una especialidad médica como ocurre en casi toda la Unión Europea”.

Una petición que tiene mucho que ver con la respuesta sanitaria al desafío de las resistencias bacterianas. De hecho, Merino destaca que la oposición a esta nueva especialidad de las sociedades de medicina interna, familia y urgencias que están en contra de que se reconozca, va en contra de todo. En primer lugar “contra el ciudadano, porque las infecciones son cada vez más complejas, con pacientes inmunodeprimidos y enfermedades producidas por multirresistencias, que tienen que ser llevadas por personal específicamente preparado”, concluye.


Merino



“Intentamos participar en todos los programas que beneficien a nuestros pacientes”



“Cada vez hay más microorganismos y bacterias resistentes, un problema de enorme magnitud”