Tras haber hecho frente a la pandemia, Gaceta Médica ha podido entrevistar a Antonio Zapatero, viceconsejero de Asistencia Sanitaria y Salud Pública de la Comunidad de Madrid. El responsable regional ha hablado con esta publicación para analizar cómo se ha vivido la gestión COVID-19 desde su departamento, así como desglosar algunos de los temas de actualidad y las principales líneas sobre las que pivota la estrategia en sanidad de la consejería.

Pregunta. ¿Cómo ha vivido, desde primera línea de gestión, la fase aguda de la pandemia y su transición hasta la actualidad?

Respuesta. Desde que empezamos con la gestión de la pandemia cuando acababa el estado de emergencia en el país, lo que se intentó hacer en Madrid es, primero, intentar aplicar la mayor evidencia científica disponible para su gestión y segundo, ser conscientes de que era un problema sanitario de primera magnitud que, si no se abordaba con una mentalidad más abierta, iba a traer como consecuencia otra tragedia social. Por ello, era necesario compaginar la gestión de la pandemia considerando todos los indicadores con que la ciudadanía pudiera hacer una mínima vida económica, social y familiar. Las consecuencias las hemos visto después desde el punto vista económico y psicológico, como las secuelas en salud mental que está dejando la pandemia.

De hecho, la propia pandemia ha sido una tragedia desde el punto de vista médico, por la cantidad de afectados y cuando haces balance a nivel nacional o internacional por la carga de enfermedad, muerte y consecuencias económicas.

P. ¿Tiene la sensación de que el tiempo ha dado la razón a comunidades como Madrid?

R. Intentar dar la razón a alguien es complicado, incluso ahora. Si miramos la parte final de la pandemia, que es la más reciente, cuando llegan los primeros casos de Ómicron, se generó la enésima tempestad de movimientos por parte de autoridades nacionales e internacionales de que algo había que hacer. Cuando vimos cómo se comportaba esta variante, pensamos que el pasaporte COVID no iba a contribuir a disminuir la transmisión. En esa época, hasta febrero e incluso en marzo, en alguna comunidad autónoma había aún restricciones de movilidad y toques de queda. A la hora de tomar decisiones tienes que balancear y ver lo que vas a hacer va a repercutir en la vida de las personas.

En Madrid la inmunidad fue un elemento diferenciador, se vio que la afectación no era igual a pesar de que ser una comunidad pequeña con una densidad de población muy alta y la situación no era simétrica en los hospitales. La comunidad observó que aplicar las mismas medidas cuando la situación era diferente no tenía mucha utilidad ni explicación de gestión sanitaria. Esos elementos se pusieron sobre la mesa y se hicieron con sentido.

“La situación COVID-19 no era simétrica en los hospitales a pesar de ser una comunidad pequeña y con densidad de población alta”

El resultado final creo que la gestión de la pandemia de Madrid ha sido buena desde el punto de vista sanitario y de la ciudadanía. Pero la única forma de responder a esta pregunta desde el punto de vista técnico es con la biografía médica. Hay un informe de Harvard que revisa en forma de metaanálisis sobre la mortalidad y todas las medidas de restricciones de movimiento y la repercusión de estas eran bajas. No parece que por ahí fuera la gestión más adecuada.

P. ¿Cómo se plantea el escenario actual respecto a la COVID-19?

R. La situación ahora no tiene nada que ver. La pandemia es una pelea entre un virus que ha ido mutando y sigue mutando. Después de Ómicron han llegado otras que son más transmisibles y tienen de capacidad de reinfección e inmunoevasión. Los cuadros clínicos son muy poco sintomáticos, pero siempre hay grupos de población a las que puede hacer daño, pero también el virus se encuentra una inmunidad potente. En Madrid, por ejemplo, ya ha recibido tercera dosis el 85 por ciento de mayores de 50 años. Desde el punto de vista de casos, el coronavirus no tiene un papel trascendente clínicamente.

Ahora lo que vemos es que el 60 por ciento de los pacientes ingresan con PCR positiva y no es por neumonía por coronavirus, sino que está por ahí. Actualmente estamos en las cifras más bajas, con números que no teníamos desde julio de 2020.

Desde el punto de vista organizativo, se desarrolló en cada hospital un plan de elasticidad, acostumbrándose a la presión que hubiese en estos dos años. Otro dato relevante son las listas de espera quirúrgica, donde Madrid se sitúa como la segunda comunidad con menor tiempo para operarse. Hemos sido capaces de adaptarnos a la presencia del coronavirus y en la segunda fase mantener la actividad no COVID.

P. ¿Cómo será el papel de futuro de una infraestructura capital durante la pandemia como el Hospital Isabel Zendal?

R. Por el Zendal han pasado más de 10.500 pacientes con COVID-19, que se elevan a casi 14.000 ingresos si se tiene en cuenta los que pasaron por IFEMA. Su actividad ha permitido aliviar al resto de hospitales de la comunidad.

Para el futuro del hospital manejamos tres aspectos. En primer lugar, quedará siempre un retén de COVID-19. En segundo lugar, se ha montado una unidad de recuperación funcional. Uno de los problemas que hay en los hospitales es que cuando un paciente ingresa por alguna causa, tras su paso desarrolla el síndrome post-hospitalización, que genera una cierta pérdida de función del cuerpo. Nos hacían falta este tipo de unidades para que se recuperasen y la pusimos en marcha hace poco más de un mes y ya hay más de 50 pacientes.

Asimismo, cuando se empiece la obra del hospital de La Paz, se ha diseñado la estructura para montar en el Zendal laboratorios y quirófanos.

P. ¿Cómo afronta Madrid la irrupción de la viruela del mono?

R. La viruela del mono es una zoonosis que describió fundamentalmente en los primates en los años 50: después se hizo en vacas, felinos, caballos, búfalos… Se trata de una infección viral del grupo de los orthopoxvirus. Surgió un brote en los años 70 en el Congo que afectó a 40 personas y hubo un brote interesante en 2003 en Estados Unidos, cuyo motivo fue la introducción como mascota del perro de la pradera.

La viruela del mono puede afectar al ser humano en contacto con secreciones del animal infecto, mordedura de un transmisor y, de forma muy poco frecuente, por transmisión aérea. Hace unos días, la OMS dio una alerta por la aparición de casos en Reino Unido cuyo origen se produjo por contacto estrecho con el paciente: en este caso parece que fueron hombres que habían tenido sexo con otros hombres. Después hubo otro brote en Portugal y también se han confirmado casos en Estados Unidos y Canadá.

“La viruela del mono no es una enfermedad de transmisión sexual, no se trata de estigmatizar a ningún grupo de población”

En Madrid, a datos de 20 de mayo, tenemos siete confirmados y unos 22 pacientes pendientes. En estos casos, la vía de transmisión es también el contacto estrecho de hombres que han tenido sexo con hombres, pero hay que destacar que no es una enfermedad de transmisión sexual, no se trata de estigmatizar a ningún grupo de población. Habrá que ver que es lo que sucede: después de lo que hemos pasado con la COVID-19, a nadie le gusta que aparezca un virus prácticamente adormilado con agrupación de casos en países diferentes.

P. También se vigila los casos de hepatitis agudas…

R. En eso también estamos. Llama la atención que entre el 8-10 por ciento ha recibido trasplante hepático e incluso ha habido fallecimientos en este grupo. Hoy se sabe que son unas hepatitis que no están causadas por los virus habituales y su comportamiento es particularmente agresivo en un porcentaje de niños que no es lo habitual en las hepatitis agudas. En Reino Unido se ha encontrado, en un 75 por ciento de los casos, una relación con el adenovirus, el serotipo LC41, que habitualmente produce en niños un cuadro clínico muy poco trascendente.

Hay varias teorías, ya que no se sabe si actúa solo o hay al cofactor que le haga convertirse en más agresivo, produciéndose un súper antígeno que produzca una reacción inflamatoria en el hígado; en este caso se situaría el haber podido pasar la infección por el coronavirus. Otra posibilidad es que, con estos dos años de pandemia, los sistemas inmunológicos de los niños han estado poco expuestos, lo que puede hacer que un patógeno más banal tengo una mayor afectación. Además, también podría ser que hubiera un factor tóxico.

En Madrid tenemos 15 casos identificados, revisados con carácter retrospectivo desde enero de este año. Se trata de otra situación más que surge en este contexto y que, probablemente, junto con la viruela del mono, nos hacen pensar que están pasando cosas en virus que no estaban dando problemas o nuevos y la humanidad debe prepararse para la aparición de circunstancias como estas que hay que tratar de explicar por qué están pasando y tomar medidas para intentar controlarlas.

P. ¿Hacia dónde avanza la consejería a corto y medio plazo en lo que resta de legislatura? 

R. Tenemos que seguir gestionando el coronavirus y sus consecuencias. Hay aspectos que todavía conllevarán toma de decisiones, estamos en fase de ver hasta cuándo dura la inmunidad, sobre todo en grupos de mayor edad e inmunodeprimidos. Por tanto, la respuesta que habrá que responder pronto es qué grupo de población habrá que plantear un segundo booster y con qué.

Se está trabajando desde la industria en vacunas binarias, es decir, que incluyen cepas diferentes. Entre ellas la de Wuhan, que es la que daba más inmunidad, pero también mezclada con Ómicron o la de Hipra, que está mezclando Alfa y Beta y parece dar una respuesta robusta como booster. Probablemente van a aparecer vacunas con mayor capacidad inmunitaria y menos escape vacunal para el virus. Por tanto, estar pendiente de una estrategia vacunal o terapéutica en relación con el coronavirus será una línea importante.

Lo siguiente será avanzar en aspectos que son prioridad como la atención primaria, listas de espera o salud mental. Precisamente en este área se ha presentado un plan bastante ambicioso, dotado de 40 millones de euros, cuya propuesta principal es incorporar en los próximos dos años y medio a 350 profesionales, fundamentalmente psiquiatras y psicólogos. En lo respectivo a temporalidad, la consejería trabaja para que en diciembre de 2024 no supere el 4-5 por ciento.


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