CARLOS B. RODRIGUEZ

Madrid

| viernes, 17 de mayo de 2019 h |

A pesar de todos los esfuerzos que se están llevando a cabo en el sistema sanitario por impulsar el papel de las vacunas, esa ‘externalidad positiva’ o ‘beneficio externo’ , tiene muy poco peso —cabría decir ninguno— en los procesos de toma de decisiones. A la luz del resurgimiento de enfermedades, los salubristas que han participado en la elaboración del libro Vacunas: Política y Salud Pública, elaborado por la Fundación Gaspar Casal en colaboración con GSK, instan a hacer frente a esta debilidad. No se trata, dicen, de conferir a la vacunas un estatus privilegiado, pero sí de evaluarlas correctamente para tener en cuenta el valor “actual y futuro” de una vacuna. Ello implicaría, entre otras cosas, tener en cuenta todo el horizonte de inmunización —dando lugar a un coste-efectividad no estático, sino dinámico y a largo plazo— y, sobre todo, analizar el impacto de los modelos de compra basados en el precio.

Para Guillermo de Juan, director de Asuntos Corporativos y Comunicación de GSK, “España destaca por la solidez de su sistema de vacunación”, especialmente en el calendario infantil, el libro resalta “cómo los criterios económicos han ido ganando en importancia”, lo que ha llevado a una reducción del gasto en vacunas en la última década.

Los datos recogidos en este libro recuerdan cómo la crisis económica y financiera ha provocado una disminución paulatina en la proporción del total de gasto sanitario dedicado a vacunas. En 2007 este porcentaje era del 0,56 por ciento; en 2012, del 0,35 por ciento; en 2015 representaba el 0,30 por ciento. En términos de gasto farmacéutico, la disminución es mucho mayor: representaban un 2,1 por ciento en 2012, frente al 2,8 por ciento que suponían en 2007.

La máxima autoridad sanitaria recuerda que es importante tener en cuenta que en España el gasto público en vacunas nunca es una razón para no incorporar una decisión en el calendario vacunal. “La crisis ha significado recortes pero no se han reflejado en el calendario de vacunación”, aseguró Pilar Aparicio, directora general de Salud Pública, Calidad e Innovación del Ministerio.

Pero la realidad apunta a que el componente económico tiene más aristas en relación con las vacunas. En España, el modelo de compras es altamente centralizado (con alguna excepción). Sin embargo, los expertos informan de un incremento de la relevancia de los criterios económicos en los procesos de evaluación. “Desde el punto de vista económico, hay que analizar con cuidado el impacto de estos modelos sobre los incentivos (dinámicos) a la I+D. Buscar siempre el precio más bajo puede ser la solución óptima a corto plazo, para manejar los presupuestos, pero puede tener un impacto negativo en el medio y en el largo plazo”, recuerdan los autores de este monográfico.

Esta situación ha generado un conjunto de recomendaciones que recuerdan que desde un punto de vista social, lo importante nunca es el gasto en una parcela determinada, sino en todo el gasto sanitario en su conjunto. Así al menos lo recuerda Jose María Abellán, profesor titular de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia. En su opinión, “hay que intentar evitar asilar a las vacunas dentro del gasto sanitario, porque cuando llegan las crisis una de las primeras partidas que se comprime tiene que ver con la factura farmacéutica”.

El otro gran reto ya está en todas las agendas sanitarias. Como aseguró Aparicio, mejorar y estandarizar los análisis y la evidencia científica para la toma de decisiones no sólo forma parte de la agenda del ministerio; también en la Unión Europea se está trabajando para, de manera conjunta, conseguir evaluaciones y procedimientos cada vez más consensuados.