Carlos B. Rodríguez Madrid | viernes, 07 de septiembre de 2018 h |

Hasta hace poco, la ecuación más difícil que debían solucionar los sistemas sanitarios europeos en política farmacéutica constaba de tres elementos: acceso, sostenibilidad y fomento de la I+D. En un entorno cada vez más marcado por la cooperación transfronteriza, cabe añadir dos más: respeto a la legislación nacional y normas vinculantes. De ello ya se han percatado los países de la Declaración de La Valeta, que en la quinta reunión de su Comité Técnico, que tuvo lugar en Atenas los días 10 y 11 de julio, llegaron a la conclusión de encontrarse en un punto crítico, impulsados por una voluntad común, pero lastrados por un evidente déficit de consolidación institucional.

Además de continuar con la selección de productos candidatos para posibles evaluaciones y negociaciones conjuntas y reforzar el intercambio de información sobre las políticas nacionales en el campo de los biosimilares o sobre medicamentos con valor terapéutico o de un elevado impacto presupuestario, los 10 países firmantes —España entre ellos— se han comprometido a explorar la posibilidad de establecer un marco que evite que La Valeta se quede en nada más que unas buenas intenciones.

Un ‘caparazón legal’ para La Valeta

La prestación farmacéutica se ha convertido en una prioridad política en Grecia, donde la crisis y la austeridad han llevado a un incremento de los copagos. Al igual que ocurre en España, el Ministerio de Sanidad heleno tantea un proyecto de cobertura universal que inevitablemente pasa por garantizar el acceso a las innovaciones a precios asequibles. Por ello, es sin duda el país que más está abogando por activar todas las reservas políticas y legales posibles y construir un ‘caparazón legal’ para La Valeta.

Ya la cuarta reunión de La Valeta, celebrada en Lisboa, puso sobre la mesa la necesidad de empezar a pensar en resultados tangibles, como los registrados por Holanda y Bélgica. La elaboración colectiva de un marco regulatorio que garantice la aplicación de los resultados de la negociación es el primer punto de una hoja de ruta que, según Andreas Xhantos, ministro de Sanidad de Grecia, es preciso poner en marcha para fortalecer La Valeta. Un segundo punto pasaría por asegurar que la industria tiene “algún incentivo” para participar en los procedimientos, y uno más abogaría por reuniones más regulares entre sus miembros con vistas a superar el que hoy es sin duda el freno más importante a esta iniciativa.

Al igual que ocurre con la propuesta de reglamento europeo en materia de cooperación en HTA, algunos países no ven con garantías las promesas de respeto a las competencias e insisten en que se les permita negociar a nivel nacional tras participar en un proceso conjunto.