Nadie estará protegido hasta que todo el mundo esté protegido. La filosofía de la estrategia de la Comisión Europea para acelerar el desarrollo, la fabricación y la distribución de una vacuna contra la COVID-19 ha logrado ya el apoyo de los 27 Estados miembro. Ahora, el foco está en la Eurocámara. La comisaria de Salud, Stella Kyriakides, ha pedido a los eurodiputados su “apoyo total y urgente” para la estrategia de vacunas. De su aprobación —y de la del Consejo— dependerá que los ensayos clínicos puedan empezar “lo antes posible”.

Los grupos están a favor de la estrategia de vacunas, pero más de uno mostró sus dudas sobre las flexibilidades regulatorias que pide Bruselas. En concreto, sobre la derogación temporal de una parte de la legislación sobre Organismos Modificados Genéticamente.

La Comisión insiste en que el virus sigue circulando y en que son precisas “medidas excepcionales” para vencerlo. Ello pasa por disponer “lo antes posible de una propuesta específica” que facilite los ensayos clínicos necesario. El marco de OMG ofrece “limitaciones claras” al respecto, según Kyriakides. “Teniendo en cuenta que muchas vacunas se basarán en virus genéticamente modificados, debemos tener en cuenta esa derogación y aplicarla lo más estrictamente posible”, defendió la comisaria.

Además, la comisaria recalcó que se tratará de una flexibilización “limitada” en tiempo  y enfoque. “Solo cubrirá vacunas o medicamentos para tratar o prevenir la COVID-19 y solo mientras la COVID-19 esté clasificada como emergencia de salud pública”, añadió.

Seguridad, ante todo

Pero la Comisión ofrece una garantía. Si bien es precisa una acción rápida y escalada a nivel de toda la UE, no será a cualquier precio. Por eso, la comisaria Kyriakides subrayó que la flexibilización regulatoria prevista no podrá “en tela de juicio” la calidad, seguridad y eficiencia de la vacuna.

No solo eso. La Comisaria también aseguró que la estrategia conjunta de vacunas no anulará los controles de fabricación. “Los riesgos medioambientales también se tendrán en cuenta”, dijo Kyriakides, una vez se autoricen los procesos de comercialización.

Compartir riesgos con la industria

La Comisión también es consciente de que acelerar los procesos de desarrollo de una vacuna implicará riesgos que un desarrollador o fabricante de vacunas no estaría dispuesto a asumir solo. Así, su propuesta parte de un enfoque centralizado para garantizar el suministro de vacunas como vía para asegurar la solidaridad entre los Estados miembro y evitar que compitan entre ellos. Pero también incluye apoyo a los fabricantes para aumentar su capacidad y velocidad a través del Instrumento de Apoyo de Emergencia.

En virtud de la propuesta, la Comisión será quien negocie los acuerdos de compra anticipada de vacunas a través de un proceso “flexible, transparente e incluyente”, pero también “más simplificado, más eficiente y menos costoso para todos”. Esto significa que los contratos “podrían acordarse con los fabricantes en cuestión de semanas”, aseguró la comisaria.

Los pagos serán financiados por el Instrumento de Apoyo de Emergencia, dotado con más de 2.000 millones de euros. Bruselas, recordó Kyriakides, está dispuesta a minimizar los riesgos asociados al desarrollo y fabricación masivos de la vacuna con una “parte importante” de ese fondo. Allí donde una vacuna se desarrolle con éxito, “este capital riesgo debería servir como pago inicial de las vacunas adquiridas por los Estados miembro”, continuó la comisaria.


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