Alberto Martínez, consejero de Salud del País Vasco.

Hace algo más de una semana, se aprobaban las 24 líneas estratégicas del Pacto de Salud Vasco en la tercera fase del proceso. Este pacto, cuyo objetivo es la mejora del sistema de salud en la región, ha ido avanzando de forma progresiva a través de varias fases que han implicado a 30 agentes, entre los que se encuentran partidos políticos, sindicatos, asociaciones profesionales y universidades.

Las dos primeras fases del pacto fueron fundamentales para establecer los cimientos del acuerdo. En la primera fase, conocida como la fase de diagnóstico, se definieron los principios que guiarían las reformas en el sistema sanitario. En este contexto, se identificaron problemas clave como la necesidad de mejorar la accesibilidad, la eficiencia y la calidad de la atención sanitaria. En la segunda fase, se llevó a cabo un análisis más profundo sobre los principios y valores del sistema, con un enfoque en la sostenibilidad, la equidad y la innovación. Según las declaraciones del consejero de Salud del País Vasco, Alberto Martínez, en esta fase se abordaron los valores esenciales del sistema sanitario vasco y las líneas generales para fortalecer la atención primaria y los recursos humanos en salud.

Tras meses de negociaciones y reuniones, el 24 de junio de 2025, la tercera fase culminó con la aprobación de las 24 líneas estratégicas. Estas líneas fueron aprobadas en su mayoría por unanimidad, aunque no sin algunos desacuerdos. Como indicaron a Gaceta Médica fuentes de la Consejería de Sanidad, el proceso de votación fue minucioso y cada documento fue fue sometido a debate y elección por separado. Una decisión que se tomó en la propia reunión, debido a que varios agentes pidieron que la votación se hiciera de esta manera. Algo que se valoró positivamente en la mesa, teniendo en cuenta la complejidad de los 24 documentos presentados.

Esta manera de votación, según las fuentes citadas, ofreció la oportunidad de adaptar las propuestas de manera más precisa y deliberada. En este proceso, cada documento fue objeto de una revisión exhaustiva y, a pesar de haber alcanzado consensos previos, algunos agentes expusieron ciertas enmiendas. Estas, que reflejaban tanto sugerencias de mejora como cambios significativos, fueron sometidas a votación para definir si debían incorporarse en los documentos finales, sin entorpecer finalmente el consenso final de las 24 líneas estratégicas.

Sin embargo, a pesar de que finalmente se aprobaron todas las líneas, hubo ciertas decisiones que sorprendieron. Una de ellas fue la del grupo político Sumar de desmarcarse de la mesa. Una decisión que no sentó nada bien a los miembros de la Consejería allí presentes: “Es curioso, porque el Ministerio de Sanidad está a cargo de Sumar, lo que hace que esta decisión de Sumar resulte aún más desconcertante”. Además, otro de las decisiones sorprendentes fue la firma final de Bildu a favor, con la que ratificó su compromiso para seguir avanzando en la cuarta fase del proceso, a pesar de haber protagonizado en momentos previos de la reunión ciertas desavenencias hacia el Pacto. Por último, tanto Osakidetza como la Consejería de Sanidad, debido a su rol “hiperespecífico”, decidieron no votar, dejando la votación final en manos de 26 agentes.

En cuanto a los sindicatos, la situación también fue ligeramente variada. Mientras que sindicatos como UGT, CCOO, el Sindicato de Enfermería (SATSE) y el Sindicato Médico decidieron retirarse de la cuarta fase, el Sindicato de Auxiliares de Enfermería (SAE) fue el único que optó por continuar con el seguimiento del pacto. Según las fuentes de la Consejería, este distanciamiento de ciertos agentes demuestra la diversidad de posturas que existen dentro de la mesa del pacto, aunque se reconoce que la fase de evaluación y seguimiento será clave para determinar el impacto de las líneas estratégicas aprobadas.

En cuanto a las líneas estratégicas, fue la número 23, que aborda la colaboración público-privada, la que generó mayor debate y costó que todas las partes llegaran a un acuerdo. Según las fuentes de la Consejería de Sanidad, este tema fue especialmente complejo, debido a la variedad de posturas sobre cómo regular la colaboración entre los sectores público y privado en el sistema sanitario. A pesar de las diferencias iniciales, finalmente se alcanzó un consenso, reflejando la importancia y la dificultad de tratar este aspecto clave dentro de la reforma del sistema sanitario vasco.

En este sentido, el siguiente paso será la implementación y evaluación de las 24 líneas estratégicas a partir de la cuarta fase. Este proceso, que se enfoca en la supervisión y evaluación de los avances, está marcado por la necesidad de garantizar la eficiencia y la efectividad de las medidas adoptadas. En este sentido, las fuentes consultadas también destacaron la importancia de la pluralidad de agentes involucrados y la necesidad de un enfoque flexible que permita ajustes conforme avancen los trabajos.

En definitiva, la reunión de la tercera fase del Pacto Vasco dejó claro que, a pesar de que hubo ciertas tensiones, como la protagonizada por Bildu, y desacuerdos, como el que Sumar mostró al no participar en la votación de esta tercera fase, que existe consenso a pesar de las diferencias y que el proceso sigue adelante como se esperaba. Las decisiones tomadas en esta etapa sentarán las bases para la reforma del sistema de salud en el País Vasco, con la mirada puesta en los próximos años y en los desafíos que aún quedan por enfrentar.


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