GM Madrid | martes, 21 de febrero de 2017 h |

No cabe ninguna duda de que el progresivo envejecimiento de la población es uno de los principales retos a los que se enfrenta nuestra sociedad. De hecho, la edad media de la población española ha ido aumentando progresivamente. En materia de envejecimiento nuestro país se encuentra en el tercer puesto con una población mayor de 65 años y en el segundo, si lo atribuimos a personas mayores de 80 años. Además, según datos de la OCDE esta cifra va en aumento y se espera un crecimiento exponencial en el año 2050, en el que la población española que superará los 65 años será de un 36 por ciento y, los 80 años, un 15 por ciento. “Con una inversión de nuestra pirámide de población constante y progresiva, hemos de tener dos aspectos muy en cuenta: el fenómeno de la dependencia y por otro, el gasto creciente e imparable de fenómenos como la cronicidad, las enfermedades asociadas al envejecimiento, los novedosos tratamientos y las nuevas tecnologías asociadas fundamentalmente a los procesos de diagnóstico, monitorización y control terapéutico. Por ello, es necesario acometer cambios estructurales y de organización que permitan mejorar el futuro de nuestro sistema sanitario”. Así lo ha manifestado Manuel Vilches, director general del Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (Fundación IDIS), durante la mesa redonda “Dependencia y el ámbito sociosanitario” celebrada en la subcomisión de Sanidad de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE).

Una relación y/o comunicación deficiente entre los hospitales, profesionales sanitarios y cuidadores puede dar lugar a una atención asistencial inadecuada en función de las necesidades de cada paciente. Así, por ejemplo, destaca que en España el 45 por ciento de las altas médicas anuales se producen en pacientes mayores de 65 años; buena parte de ellos tienen dolencias y patologías que precisan cuidados sociosanitarios intermedios (fracturas de cadera, episodios cerebrovasculares, seguimiento de un episodio agudo…). Según el director general de IDIS, “cada vez tenemos más pacientes con dolencias y patologías que precisan este tipo de cuidados. Se trata de servicios de enfermería, rehabilitación y actos médicos de media complejidad realizados en centros específicos para este tipo de cuidados, en el propio domicilio o incluso en la residencia (siempre que ésta disponga de la capacidad asistencial y la acreditación adecuada), para que el paciente recupere su funcionalidad después de un episodio que requiere una recuperación más o menos prolongada. Y para desarrollar dicha actividad asistencial, el entorno de hospitalización de agudos no es desde luego el más adecuado para el paciente”.

Estos cuidados engloban las prestaciones que requieren los pacientes en transición de un episodio de hospitalización aguda a su domicilio o residencia, caracterizado por una situación de dependencia médica y social. Sin embargo, en nuestro país la situación es preocupante porque España cuenta con una oferta de cuidados intermedios insuficiente, si lo comparamos con otros países. De hecho, España cuenta con 0,33 camas de subagudos por 1.000 habitantes. Esta oferta se encuentra bastante lejos del promedio de los países de la OCDE, de 1 cama por 1.000 habitantes, y muy lejos de los países mejor dotados (Francia, Alemania y Suiza), que se acercan o superan las 2 camas por 1.000 habitantes. Asimismo, la oferta de prestaciones es asimétrica si la comparamos entre las distintas Comunidades Autónomas. El ratio de 0,33 plazas/1.000 que existe en nuestro país, está en realidad condicionado por las plazas de una sola comunidad autónoma (Cataluña) que representan el 55 por ciento del total. Igualmente, en atención en hospitalización a domicilio, dos comunidades autónomas (sobre todo la Comunidad Valenciana y también Cataluña) atienden a más del 56 por ciento de este tipo de pacientes.

Cabe destacar que esta escasez de recursos, en comparación con otros países de nuestro entorno, contrasta con otros dispositivos asistenciales (como los de hospitalización o de residencias para mayores) en los que la dotación por habitante se encuentra en España en ratios comparables a los demás países, aunque algo menores.

En cualquier caso, es importante destacar que para hacer frente, en ratios intermedios a nivel europeo (1 cama/1.000 habitantes), a las necesidades de los pacientes con cuidados sociosanitarios intermedios en nuestro país, se precisarían unas 19.624 plazas adicionales en centros asistenciales específicos o bien 161.162 plazas de atención hospitalaria a domicilio, y con una distribución geográfica con mayores necesidades en Andalucía, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid, País Vasco, y Canarias, entre otras. Se requerirá la creación de unidades específicas (hospitales de cuidados sociosanitarios intermedios) o bien la reasignación de plazas actuales de residencias del sector sociosanitario que cumplan un proceso de acreditación, aún por definir, para poder prestar este tipo de cuidados. La demanda es creciente y ponerle solución empieza a ser otra urgencia más de nuestro sistema de asistencia sanitaria y social.