Esther Martín del Campo Madrid | martes, 08 de octubre de 2019 h |

El Ministerio de Sanidad trabaja ya en la actualización de la guía de práctica clínica para abordar la conducta suicida, así como en la incorporación al último borrador de la nueva Estrategia de Salud Mental de los últimos comentarios realizados por los agentes que participan en su elaboración. Así lo ha hecho saber esta mañana la directora general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad, Pilar Aparicio, que confía tener pronto sobre la mesa una estrategia con pasos muy concretos que permita que un futuro próximo se pueda evaluar su impacto significativo en la disminución del número de suicidios y en la atención a los supervivientes.

Aunque no ha confirmado los plazos, recientemente la ministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, anunciaba la intención de presentar esta estrategia en el próximo Consejo Interterritorial del SNS, convocado para el próximo lunes.

Expertos, pacientes y miembros de los cuerpos de seguridad han participado esta mañana en una jornada en el marco del Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra el 10 de octubre, bajo el epígrafe ‘Centrados en la prevención del suicidio”.

Durante su intervención, Aparicio ha hecho suya una idea expresada también por representantes del cuerpo de bomberos del Ayuntamiento de Madrid, que han manifestado que, en base a su experiencia, el abordaje del suicidio exige una intervención meditada y planificada por encima de una intervención inmediata y precipitada.

La directora general ha subrayado la necesidad de incorporar la evidencia científica en todos estos procedimientos. “La ciencia va evolucionando y estos son documentos vivos que hay que actualizar”, ha remarcado.

Durante la inauguración, el secretario general de Sanidad, Faustino Blanco, ha reforzado la idea de que es preciso “trabajar juntos para establecer canales que recojan las necesidades de las personas con trastorno de salud mental”. “Tenemos un gran reto por delante y confío en que vayamos de la mano para conseguirlo”, ha indicado.

La nueva estrategia contempla como una de las líneas prioritarias la prevención del suicidio. Recoge así el mandato expresado en el seno del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud en junio de 2017, tal y como ha recordado Miguel Ángel González Torres, psiquiatra del Hospital Universitario de Basurto, que ha puesto el acento en los retos pendientes.

Uno de ellos es revisar la epidemiología, para poder dimensionar adecuadamente el problema y obrar en consecuencia. “Hay que contabilizar bien y contemplar las tentativas. No se puede prevenir si no sabemos la magnitud de lo que tenemos delante”, ha advertido. Para ello, es fundamental el trabajo coordinado de distintas estructuras (sanitaria, forenses, fuerzas de seguridad, etc.).

Otro reto básico es la financiación. González Torres ha lamentado que la Salud Mental sea un área infradotada, con menos fondos que otras áreas de la salud y menor financiación que en otros países europeos. “Los profesionales y los pacientes tenemos que hacer ver cuáles son nuestras necesidades”, ha apuntado.

En este sentido, los representantes de los pacientes han reforzado esta petición de recursos. “De nada sirve una nueva estrategia de Salud Mental y una línea en particular de prevención del suicidio si no se aportan los recursos necesarios para que estas intervenciones resulten eficaces”, tal y como ha remarcado Nel González Zapico, presidente de la Confederación Salud Mental España.

Sus peticiones enlazaban también con las de Cecilia Borràs, de la Asociación de Supervivientes ‘Después del Suicidio’, que ha reclamado políticas de prevención de la conducta suicida con financiación, instrumentos de actuación con evidencia preventiva y marcadores de calidad y progreso de la estrategia, además de sinergias entre las comunidades autónomas para un actuación conjunta.

Borràs reclama que el compromiso adquirido con la prevención del suicidio como una de las líneas fundamentales de la nueva estrategia tenga continuidad y que su implementación sea factible: “con presupuesto, recursos y personal”.

Desde la perspectiva de la psicología, otra de las ponentes, María Eugenia Díez. del Hospital Universitario Central de Asturias, ha cuestionado el empleo de escalas para la detección del riesgo. “Han demostrado un bajo valor predictivo. Tienen una mala sensibilidad, como reflejan varios análisis, y hacer depender de estas escalas la conducta asistencial posterior es insuficiente”, tal y como ha remarcado. “Hay estudios en los que casi la mitad de los pacientes fallecidos por suicidio tenían un bajo riesgo, mientras la mayoría de personas etiquetadas como de alto riesgo no fallecen por esta causa”, añade.

Frente a estas herramientas, Díez ha puesto en valor la entrevista clínica como herramienta básica, que plantea establecer una alianza terapéutica con el paciente y permite obtener información relevante sobre factores que pueden resultar determinantes en la práctica.