E.P. Madrid | miércoles, 26 de julio de 2017 h |

Alrededor de nueve millones de europeos padecen hepatitis B (4,7) o C (3,9) de forma crónica, si bien muchos de ellos lo desconocen, según se desprende de un informe del Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades, publicado con motivo de la celebración, este viernes, del Día Mundial de la Hepatitis.

“Se necesita realizar mayores esfuerzos para reducir tanto el sufrimiento como los costes que la hepatitis origina en Europa. La Comisión está plenamente comprometida a ayudar a los Estados miembros a alcanzar el objetivo de desarrollo sostenible de acabar con el VIH, la tuberculosis y reducir la hepatitis en 2030. Juntos ampliamos nuestros programas de prevención y pruebas y nos acercamos a los más vulnerables para reducir las desigualdades sanitarias. Pero para abordar las causas subyacentes de la epidemia de hepatitis necesitamos combinar entre todos estrategias sanitarias, sociales y educativas”, ha señalado el comisario europeo de Sanidad e Inocuidad de los Alimentos, Vytenis Andriukaitis.

En 2015, los países de la Unión Europea informaron de casi 60.000 nuevos casos diagnosticados de estas dos infecciones, de los cuales 24.573 eran hepatitis B y 34.651 hepatitis C, si bien este último sufrió un aumento del 4 por ciento respecto al año 2014.

Ahora bien, a pesar de este incremento de los casos, una encuesta recientemente elaborada por el Centro Europeo de Prevención y Control de Enfermedades ha mostrado “grandes” diferencias entre los países, oscilando la proporción de casos no diagnosticados entre el 45 y el 85 por ciento para la hepatitis B y entre el 20 y el 89 por ciento para la de tipo C.

“Existen fármacos muy eficaces para tratar a las infectadas, pero el principal problema que vemos en Europa es la detección de los casos, ya que hay demasiadas infecciones que permanecen sin diagnosticar”, ha apostillado la directora de ECDC, Andrea Ammon.

Asimismo, prosigue, otro estudio de dicho organismo ha puesto de manifiesto que menos del 50 por ciento de los países de la Unión Europea tienen pruebas específicas de detección de estas infecciones y que, incluso, el porcentaje disminuye aún más cuando se analizan las estimaciones que los estados tienen sobre la población infectada pero no diagnosticada.

“Existe una clara necesidad de que los países mejoren la calidad e integridad de los datos de vigilancia, especialmente en la vía de transmisión. Nosotros estamos trabajando en la elaboración de una guía de pruebas para apoyar a los países de la Unión Europea en su intento de alcanzar la meta de eliminación para 2030”, ha argumentado Ammon.

Además, el informe ha mostrado una tendencia a la baja de la tasa de notificaciones agudas de casos de hepatitis B, especialmente entre los jóvenes, lo que perjudica el éxito de los programas nacionales de vacunación. Del mismo modo, la notificación de casos de hepatitis C agudo también proporcionan un indicador “poco fiable” de incidencia, ya que la patología suele ser asintomática y los casos agudos son “difíciles” de diagnosticar.

“Con el fin de lograr la eliminación de la hepatitis para el año 2030, las prácticas de prevención y control necesitan ser aumentadas para interrumpir las cadenas de transmisión existentes. Aquellos que podrían ser infectados sin saber con hepatitis viral necesitan ser detectados a través de más pruebas, tanto para su propio beneficio, sino también para ser capaces de reducir la transmisión en la comunidad”, han zanjado los expertos.