‘Why Don’t Make Enemies Is Cowardly Advice’ fue un artículo del oncohematólogo americano, Vinayak K.Prasad, publicado en Medscape hace algunas semanas, con una repercusión importante en España. Sociedades científicas, pacientes y profesionales sanitarios analizaron en GM las palabras de Prasad con una conclusión clara: en España se está trabajando en el acceso a las terapias, y los oncólogos están liderando estos esfuerzos. Hace unos días Prasad visitó nuestro país, aprovechando una reunión a puerta cerrada con la Fundación ECO.
Pregunta. Cabría pensar que la publicación de Medscape solo tiene encaje en Estados Unidos…
Respuesta. Es importante que los oncólogos y los médicos hablen de los problemas del sistema sanitario. En el campo de la oncología, existen algunos importantes. Uno de ellos es el alto precio de los medicamentos. Es tan alto que no es asequible en muchos países del mundo, e incluso creo que ponen a prueba los límites que países ricos como España son capaces de pagar. Aunque hay problemas en Estados Unidos y la atención médica es peor, porque no hay una atención universal y nuestros precios son aún más altos, existen problemas también en Europa sobre qué medicamentos pagar. Por esa razón, creo que los médicos tienen el deber de expresar su opinión cuando están preocupados, aunque a algunas personas no les guste escucharlo.
P. Sin embargo, en España las sociedades científicas y las instituciones hablan alto y claro sobre estos problemas, con iniciativas especializadas en acceso a terapias. ¿Es ahí hacia donde hay que ir?
R. Es imperativo para identificar el valor de los medicamentos en cáncer. Lo mejor para acercarse al valor de las terapias es hacer estudios randomizados para conocer más de cerca cómo es la calidad de vida y la supervivencia global que aporta el tratamiento. Sin embargo, solo obtenemos esos ensayos para el treinta o cuarenta por ciento de los medicamentos contra el cáncer. En la mayoría de los fármacos no conocemos esa información. Creo que la verdadera forma de medir el valor es hacer estudios que permitan conocer qué valor tiene. Necesitamos un compromiso claro para realizar este tipo de ensayos.
P. ¿Qué funciona o no funciona a la hora de intervenir precios?
R. Las dos estrategias más utilizadas para bajar los precios se centrarían en, por una parte, negociar los precios con la industria, y por otra poder decir ‘no’. Estas dos estrategias se emplean en Europa, pero no en Estados Unidos, porque allí no negociamos el precio, es ilegal que Medicare negocie el precio de los medicamentos y, no podemos decir que no. Si no podemos decir que no y no podemos negociar el precio de los medicamentos, el precio a nivel mundial se vinculará al mercado de los Estados Unidos, será un precio muy alto, y España o el Reino Unido negociarán precios muy altos. El otro asunto que dificulta a Europa es el tamaño de la población. Por eso Estados Unidos tiene el poder para hacer negociaciones muy fuertes, para bajar el precio en todo el mundo. Creo que la negociación y la capacidad de rechazar son las dos estrategias que funcionan mejor para bajar los precios.
P. ¿Conoce el procedimiento español para incorporar innovaciones? ¿Qué opinión tiene acerca de él?
R. No estoy muy informado sobre el sistema español, pero creo que en muchos países europeos están dispuestos a pagar un poco más por las innovaciones. Esto es algo razonable, pero la dificultad radica en quién decide qué es innovación, y es fácil para el fabricante de medicamentos decir que todo es innovador. Por ejemplo, de todos los medicamentos oncológicos, encontramos que el 60 por ciento no son innovadores.
P. Entonces, ¿cuál sería la fórmula apropiada para medir el valor?
R. Hay algunos modelos como por ejemplo, el de Reino Unido. Solo pagan los medicamentos que se encuentren dentro de un umbral de coste-efectividad, que aporte ese valor por el dinero gastado. Pero en Estados Unidos pagamos por cualquier medicamento a cualquier precio, aunque no en todos, porque sabemos que al menos 20 ó 30 millones de personas no tienen seguro. Todos los países racionan los medicamentos de alguna manera, y todos deciden quién puede obtener qué medicamentos, pero en Europa se decide en función de su valor y de su precio. En Estados Unidos, decidimos en función de quién es la persona. Por tanto, no creo que la fórmula de Estados Unidos sea mejor que la de España.
P. ¿Qué papel deben cumplir las agencias de evaluación?
R. Las agencias reguladoras son el único guardián que protege al público de muchas empresas que solo quieren vender medicamentos en el mercado, por lo que tienen dos obligaciones. Por un lado, asegurarse de que los medicamentos que llegan al mercado amplíen la supervivencia o mejoren la calidad de vida. Las agencias de evaluación deben priorizar los medicamentos en función de su valor. Por otro lado, si hay dos medicamentos disponibles y uno ofrece más valor que otro, se debe priorizar en el primero. Pienso en el sistema de la EMA, que sigue en gran medida el camino liderado por la FDA, y creo que la FDA no está haciendo el mejor trabajo para asegurar que los medicamentos mejoren la supervivencia y la calidad de vida. Muchos fármacos generan una gran incertidumbre a su alrededor, pueden ayudar a los pacientes, pero es posible que no funcionen. Esto debe resolverse. La sociedad solo puede pagar por cosas que son valiosas. Sin embargo, existe esta competencia por la que todos quieren que se pague su producto que está generando tensiones en el sistema. Por ejemplo, en Reino Unido contaba con un fondo de medicamentos contra el cáncer que ha tenido muchos problemas financieros. Algunas personas hablan de quiebra intelectual porque supone pagar por medicamentos que brindan menos valor, mientras que, por otro lado, se están dejando atrás cosas que sí aportan valor. Son algunas ideas que deberían tener en cuenta las agencias.