Carlos B. Rodriguez Madrid | viernes, 29 de noviembre de 2019 h |

No es difícil entender porqué, desde el punto de vista sanitario europeo, el sistema sanitario español es un referente. Sin ser de los que más invierte, ni en términos per capita (2.371 euros en 2017, un 15 por ciento por debajo del promedio europeo), ni en términos de PIB (un 8,9 por ciento, casi un punto por debajo de la media europea, del 9,8), es uno de los que mejores resultados obtiene.

Es más, hay quien gastando lo mismo obtiene resultados muy diferentes. Pero toda estructura tiene un punto débil, y en el caso de España, algunos de los datos que muestra el informe El estado de la Salud en la Unión Europea 2019, trabajo bianual fruto de la colaboración entre la Comisión Europea, la OCDE y el Observatorio europeo para los sistemas y políticas de salud, son reveladores. El talón de Aquiles del Sistema Nacional de Salud (SNS) sigue siendo la equidad territorial.

Si atendemos al perfil sanitario nacional de España incluido en este estudio, en el apartado de la eficacia, el SNS funciona muy bien. Tanto si analizamos las muertes por causas evitables asociadas a factores de riesgo como las muertes por causas tratables, las cifras son más bajas que el promedio de la Unión Europea. Las tasas de supervivencia en cáncer están, salvo en el caso del cáncer de pulmón, por encima de la media. La mortalidad también es menor en el caso de las personas que han sufrido un infarto agudo de miocardio…

El problema, tal y como reconoció Cristian Herrera, analista en el ámbito de la Salud de la OCDE, “es la variación entre las regiones y entre hospitales”. Retomando el ejemplo de una enfermedad potencialmente mortal como el infarto agudo de miocardio, las diferencias son considerables. En 2016, según los datos incluidos en este informe, las tasas de algunas comunidades autónomas eran el doble de elevadas que en otras, lo que pone de manifiesto, según los expertos, una diferencia en la capacidad de prestar atención de urgencia de vanguardia y realizar intervenciones coronarias percutáneas primarias.

Otro ejemplo clásico de diferencias territoriales viene en el apartado de accesibilidad. Las políticas aplicadas en las regiones para reducir los tiempos de espera han venido acompañadas de variaciones considerables. Por ejemplo, recordó el analista de la OCDE, en 2018, la mitad de los pacientes de Castilla-La Mancha y de Islas Canarias esperaron más de 150 días para una artroplasia de cadera, tres veces más de lo que esperaron en otras comunidades como Madrid, La Rioja y Navarra, donde la mediana del tiempo de espera fue únicamente de alrededor de 50 días.

No bajar la guardia

Estas diferencias no ocultan el buen funcionamiento general del sistema, especialmente dentro del contexto europeo. Buena parte del secreto de este buen desempeño, según Herrera, descansa en el trabajo llevado a cabo en España en el campo de la prevención, gracias a diversas iniciativas de salud pública que han abordado factores importantes de riesgo. Pese a ello, el informe muestra que ni siquiera en estas áreas hay que bajar la guardia.

De hecho, en España, más de un tercio de las muertes puede atribuirse a los factores de riesgo. En 2017, alrededor de 67.000 (un 16 por ciento) se atribuyeron al tabaquismo directo y pasivo; 52.000 (el 12 por ciento) se vincularon a los riesgos relacionados con alimentación; 32.000 (8 por ciento) al consumo de alcohol y cerca de 9.500 (el 2 por ciento) a la escasa actividad física.

Otra clave que explica los resultados de España es el movimiento hacia iniciativas que reducen las actividades de escaso valor. Por ejemplo, los hospitales son ahora más eficientes gracias, entre otras cosas, a la ‘ambulatorización’ de actividades como la cirugía de cataratas, la amigdalectomía y la reparación de hernia inguinal. “No obstante, todavía se encuentran abundantes posibilidades para promover el uso de cirugía ambulatoria con otras muchas intervenciones”, añaden los expertos.

No es la única razón que justifica una mayor apuesta por la prevención y por una atención ambulatoria bien organizada, ya que en ella reside la clave para evitar hospitalizaciones por enfermedades transmisibles o crónicas. En este sentido, las tasas de hospitalización por diabetes e insuficiencia cardiaca congestiva en España están entre las más bajas de la UE, pero se mantienen cercanas a la media en el caso del asma o la EPOC, lo que sugiere, apunta el informe, que existe margen de mejora en la gestión de dichas enfermedades crónicas.


Infarto de miocardio
Las tasas de algunas comunidades autónomas eran el doble de elevadas que en otras



Accesibilidad
En Castilla-La Mancha y las Islas Canarias esperaron tres veces más para una artroplasia de cadera



Prevención
En España, más de un tercio de las muertes puede atribuirse a los factores de riesgo



Margen de mejora
El informe apunta que existe margen de mejora en la gestión de enfermedades crónicas como la EPOC