Carmen M. López | martes, 20 de agosto de 2019 h |

Si hay que hablar del ‘talante’ de la Sanidad Madrileña en el último año y medio tenemos que analizar el semblante de Enrique Ruiz Escudero. Uno de los mayores problemas que puede tener la gestión y política sanitaria es la inestabilidad.En los últimos cinco años, la Comunidad de Madrid no había cuidado este aspecto —fueron nombrados hasta cuatro consejeros en este periodo de tiempo con el mismo partido político en el poder—. Por ello, cuando todas las quinielas para dirigir la Comunidad de Madrid apuntaban al Partido Popular, el sector pensó en él.

80 días después de que comenzara el ‘cambio de cromos’ entre partidos —por el Gobierno Autonómico—, la continuidad ha llegado a la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.

Una continuidad consecuencia lógica de la confianza mostrada por el PP en su gestión. “Seguiremos gobernando la Comunidad de Madrid para continuar teniendo la mejor Sanidad de España”, adelantaba hace unos meses Pablo Casado.

De este modo, esta gestión podrá ser retomada, ya que “continuidad” es la receta mejor prescrita para la sanidad madrileña. Eso sí, el Ministerio de Sanidad tendrá que seguir lidiando con las peticiones de este consejero. Sin ir más lejos, en los últimos meses su demanda de ampliar la red de centros de referencia para la administración de CAR-T resonó en el sector con más fuerza que nunca.

A lo largo de los años, Madrid ha perfilado su estrategia sanitaria al tiempo que pedía una financiación más justa. A pesar de que de momento no ha llegado la prometida reforma del modelo financiero, la Consejería de Sanidad ha seguido en el último año con sus planes. Desde que llegó al poder, Ruiz Escudero siempre ha tenido en el horizonte más cercano el estrechar lazos con la industria farmacéutica asentada en la región, la receta electrónica interoperable, el refuerzo del primer nivel asistencial, el acceso a innovación, la transformación del modelo o la reducción de la inestabilidad laboral.

Muchas de esta lista de tareas ya están en marcha: el Plan de Terapias Avanzadas, la creación de la Bioregión de Salud y Bienestar (BioMad), las tasas de vacunación de la gripe, etcétera. En el horizonte siguen retos como la inestabilidad laboral, o el refuerzo de la atención primaria.

Sea de un modo u otro, lo que parece claro es que la estabilidad ha llegado para quedarse a una cartera que no entiende de vaivenes políticos, y que sigue pendiente de asuntos que ya no pueden esperar y requieren de la capacidad política de hacerse rápido y bien.