J. R-T. / S.P. Madrid | viernes, 18 de octubre de 2019 h |

El Sistema Nacional de Salud ha dado la bienvenida a las dos primeras terapias celulares cuya investigación se ha realizado íntegramente en hospitales españoles. Darvadstrocel, indicado para fístulas perianales complejas en enfermedad de Crohn, y el NC1, cuya aplicación se centra en pacientes con una lesión medular traumática. La primera de ellas ya se encuentra en Cartera de Servicios al alcanzar un acuerdo el Ministerio de Sanidad y la compañía Takeda, mientras que la segunda, cuya titularidad es pública y tendrá un proceso de financiación diferente, está a la espera de un acuerdo entre la Comunidad de Madrid (el fármaco pertenece al Hospital Puerta del Hierro) y el Ministerio, si bien no se hará esperar tras la sintonía total mostrada por ambas administraciones durante la celebración del Consejo Interterritorial.

Respecto a Darvadstrocel, Damián García Olmo, jefe del Departamento de Cirugía General y Digestiva de la Fundación Jiménez Díaz, hospital que ha participado especialmente, ha resaltado que esta investigación es un “hito” en el que la ciencia española se ha volcado para ponerla al servicio del paciente. “Es el primer medicamento vivo de este tipo que llega al mercado y de forma reglada. Es un hito para tratar una necesidad médica no cubierta como son las fístulas perianales, que son un auténtico calvario para los pacientes con enfermedad de Crohn”, incidió el especialista quien afirmó que cura “en un 60 por ciento de los casos, lo que nos lleva a pensar que podemos llegar al 100 por cien en el futuro”, explicó García Olmo.

La segunda terapia, la NC1, GACETA MÉDICA ha entrevistado al principal investigador del fármaco, Jesús Vaquero. Durante dicha entrevista, el experto ha pedido cautela ante las expectativas del medicamento, si bien los beneficios que tendrán los pacientes serán plausibles. “Hay que ser cautos porque nosotros no curamos la lesión medular, no hacemos que un paciente parapléjico vuelva a andar. Lo que hacemos es mejorar la calidad de vida de los pacientes. En un 80 por ciento los pacientes recuperan las lesiones de los esfínteres. La movilidad podemos mejorarla pero no podemos conseguir la misma capacidad motora que antes de la lesión”, ha resumido.