Durante el tratamiento de la hipercolesterolemia, el profesional se puede encontrar con pacientes que no alcanzan los objetivos deseados en LDL con estatinas o bien que son intolerantes. Este segundo grupo asciende en la actualidad al tres por ciento, según las estimaciones que maneja la Fundación Hipercolesterolemia Familiar. Para estos pacientes han surgido los inhibidores del PCSK9, ya disponibles en el mercado.
“Son fármacos seguros y muy eficaces en la reducción del colesterol, pero resultan más costosos, porque son biológicos. Tenemos que definir bien a quién se los vamos a prescribir”, señala Pedro Mata, presidente de la Fundación Hipercolesterolemia Familiar. Estos medicamentos han demostrado su eficacia. “Pacientes con 350 de colesterol, más de 250 de LDL y ya con enfermedad coronaria, pueden situarse en 60 mg/dl. Hay estudios de tres años pero ya hay reducción de la morbimortalidad cardiovascular y total. Es una revolución farmacológica disponer de este tipo de medicamentos”, subrayó Mata, quien insistió en que estos deben administrase junto con estatinas para obtener los mejores resultados.
Medir el riesgo cardiovascular
Para afrontar esta situación, la fundación ha puesto encima de la mesa una herramienta para calcular cuantitativamente el riesgo de desarrollar un evento cardiovascular en hipercolesterolemia familiar, plasmada en el artículo ‘Predecir un evento cardiovascular en hipercolesterolemia familiar’. Esta ecuación es la primera del mundo de estas características y utiliza una serie de variables: sexo, edad, colesterol LDL… La utilización de esta última variable permite incluso ver cómo con la reducción del colesterol LDL “disminuye también el riesgo de un nuevo evento cardiovascular”.
Pero el artículo científico publicado en la revista Circulation aclara otras cuestiones. El experto en economía de la salud, Pablo Lázaro, destacó que en la elección de los destinatarios de una tecnología o medicamento puede producirse un problema. “Aumentan los costes pero también la efectividad, aunque a lo mejor no en todos los pacientes. Coexiste un fenómeno muy interesante que es la sobreutilización, se da a pacientes que no lo necesitan, y también la infrautilización. Hay pacientes que lo necesitarían y no se le dan. El reto es identificar el target”, advirtió.
La identificación de los pacientes permitiría incrementar “de manera importante la eficiencia y la calidad asistencial, además de la equidad. Quedarían recursos suficientes para dárselos al paciente que sí lo necesita”, destacó.
El también economista de la salud Álvaro Hidalgo defendió esta línea y expuso de los temores de los decisores sanitarios a la hora de introducir un nuevo fármaco en el sistema. “Los gestores tienen miedo de que un determinado fármaco que entra para una serie de pacientes se extienda en la práctica clínica y pueda tener un impacto presupuestario”, afirmó. Ante esta situación, el experto aconsejó la conveniencia de introducir modelos de riesgo compartido o de pago por resultados.
Lázaro destacó que el estudio ha servido además para descartar una serie de mitos relacionados con el uso de las estatinas. En cuanto a la intolerancia a las estatinas, insistió en que se sitúa en el tres por ciento. “De repente todo el mundo es intolerante. Son peligrosos estos conceptos”, añadió. “La puesta en marcha de una estrategia de detección en España además de salvar vidas e infartos de miocardio representará un importante ahorro económico. Además para un número importante de pacientes que no alcanzan los objetivos deseados actualmente se dispone de medicamentos muy eficientes para la reducción del colesterol LDL”, especificó Mata.