Café de Redacción

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GM Barcelona | viernes, 22 de noviembre de 2019 h |

El dolor es un grave problema sanitario que tiene un impacto directo en la calidad de vida de las personas y, consecuentemente, sobre la sociedad en su conjunto. En España se estima que el 45 por ciento de las personas padece algún tipo de dolor, que en el 20 por ciento de los casos es de carácter intenso o extremo. Además, el dolor se encuentra entre los trastornos crónicos más prevalentes… Se conoce que el 17 por ciento de españoles padece dolor crónico, con una duración por término medio de 4-5 días a la semana para un plazo de tres meses. Se conoce asimismo que la mayor prevalencia del dolor va asociada al curso mismo de la edad y afecta en mayor medida a las mujeres.

La Acadèmia de Ciències Mèdiques de Catalunya i Balears fue escenario en Barcelona, el pasado14 de noviembre, de un debate de actualidad promovido por Wecare-u con el apoyo de Grünenthal Pharma; un encuentro centrado en el presente y futuro del modelo de atención al dolor crónico en Cataluña. Intervinieron en él Xavier Surís Armangué, jefe de la Sección de Reumatología del Hospital General de Granollers y colaborador del Plan Director de Enfermedades Reumáticas del Departament de Salut; la farmacéutica Maria Eugènia Rey (CatSalut); Maria Victòria Ribera Canudas, presidenta saliente de la Societat Catalana del Dolor; y Montse Sanclemente Dalmau, presidenta de la Associació Catalana d’Infermeria d’Anestèsia, Reanimació i Teràpia del Dolor (ACIAR-TD).

Porcentajes acerbos

Datos de encuestas certifican que el dolor tiene un impacto limitante en la vida de la gente. Tiene también una importante influencia en el ámbito laboral (hasta un 2,8 por ciento del PIB se considera malbaratado como consecuencia del dolor). Además, el dolor afecta a las relaciones sociales de las personas que lo sufren (casi un 60 por ciento de los familiares y cuidadores de personas afectadas consideran deteriorados sus vínculos afectivos o alianzas terapéuticas). Para más inri, supone un porcentaje significativo en la utilización de recursos sanitarios (más de un 90 por ciento de los pacientes con dolor acude a un profesional por esta causa, con una media de 3,5 consultas al año y una acumulación del 8 por ciento del gasto farmacéutico).

Surís abrió el debate reconociendo que desde que se hacen encuestas en Cataluña sobre patología del dolor (2002) “poco o nada ha variado el porcentaje de afectados, que sigue en torno al 30 por ciento de la población”. Explicó que se trata en la mayoría de los casos de pacientes de enfermedades en la mayoría de los casos incurables (solo se aborda la sintomatología). Rey subrayó que se trata de un porcentaje importante —casi la tercera parte de los catalanes— y que dicho porcentaje se desgrana, además, en una cantidad ingente de repercusiones sociales en torno al paro, el absentismo laboral, las bajas por enfermedad o los cuadros depresivos.

Ribera, por su parte, trajo a colación que el envejecimiento creciente de la población (debido al aumento de la esperanza de vida) ha dado mucha cancha a trastornos caracterizados por un dolor crónico. Llamó también a mejorar la calidad asistencial desde una perspectiva multidisciplinar, teniendo como punto de mira la calidad de vida y la supervivencia del paciente. La experta alabó la creación de protocolos de derivación desde atención primaria a las unidades del dolor, como “una herramienta práctica que da respuesta a las necesidades diarias de los médicos de cabecera”.

Surís defendió estas unidades operadas por profesionales de la salud y que ofrecen una asistencia multidisciplinar que cumple con requisitos funcionales, estructurales y organizativos de seguridad, calidad y eficiencia para atender al paciente con dolor crónico. Explicó que los principales objetivos son reducir la incidencia y la gravedad del dolor diagnosticado, mejorar la calidad de vida del paciente, disminuir las complicaciones derivadas de una reducción ineficaz del dolor y educar también tanto a profesionales como a pacientes y familiares sobre los beneficios de una analgesia eficaz o sobre los riesgos de un tratamiento inapropiado del dolor. Partió de la base que el carácter multidisciplinar de estas unidades debe contribuir a “situarlas como referencia de formación y consulta para otras especialidades, en todo lo que se refiera al dolor complejo, su diagnóstico, tratamiento y seguimiento”.

En esta línea, Sanclemente propuso que en los planes de cara a la atención primaria se tuvieran en cuenta los conocimientos y la experiencia del personal de enfermería ubicado en las unidades de dolor; también que tanto en universidades como en escuelas de enfermería la formación en tratamiento del dolor crónico pueda acreditarse de forma curricular.

Problemas osteomusculares

Surís aludió asimismo a un documento catalán sobre dolor crónico no oncológico “muy bien hecho” que data del 2016. En dicho documento se define el dolor crónico no oncológico (DCNO) como un problema de salud pública a nivel mundial, cuyo abordaje correcto resulta prioritario habida cuenta de su elevada prevalencia —31 por ciento de la población mayor de 15 años, según la Encuesta de Salud de Cataluña del 2014— y de su marcada repercusión en la calidad de vida física, psíquica, laboral, social y económica tanto de las personas que lo sufren como de su entorno. La prevalencia del DCNO, señaló, es superior entre las mujeres (37,8 por ciento frente a 23,9 en hombres) y aumenta en los grupos de más edad. La principal causa apunta a los problemas osteomusculares.

También aclaró que el principal objetivo del tratamiento del dolor es mantener la funcionalidad física y mental del paciente, así como mejorar su calidad de vida. Por esta circunstancia, dijo, requiere un abordaje multimodal que incluya, además de fármacos, otras intervenciones no farmacológicas y la participación activa de los propios enfermos. En el dolor crónico, el documento catalán especifica también que muchas veces se necesita la combinación de fármacos que actúen sobre el componente nociceptivo y neuropático, y así consigan una sinergia farmacológica. En base a la evidencia, el documento pone de manifiesto que una correcta valoración biopsicosocial, la elaboración de un plan individualizado de tratamiento y un manejo multidisciplinario adecuado redunda en un alivio del dolor y, por lo tanto, en una mejora sensible de los aspectos emocionales, psicológicos y funcionales asociados. Preguntados acerca de si la atención al dolor forma parte de la agenda política en Cataluña, los cuatro especialistas consignaron que “se está en ello”. De igual modo, informó de una iniciativa parlamentaria para mejorar la provisión en clínica del dolor y mejorar los tiempos de espera.

Comorbilidades

A la hora de fijar con qué tratamiento abordar el DCNO, los ponentes reconocieron que “cada vez tenemos pacientes más añosos, con comorbilidad y contraindicaciones medicamentosas”. Explicaron que, en pacientes de más de 60 años, los opioides sustituyen progresivamente a los AINE por los efectos secundarios cardiovasculares (datos bibliográficamente validados sugieren desde el 2011 un incremento del riesgo de aparición de fibrilación auricular en pacientes consumidores crónicos de AINE) de estos últimos agentes. Rey recalcó que hay que abordar al paciente con dolor de forma global, biopsicosocialmente, incluyendo tratamientos farmacológicos, psicológicos, intervencionistas y físicos. Los AINE, en su conjunto, siguen siendo los agentes más utilizados, seguidos de analgésicos, antiepilépticos, opioides y antimigrañosos; sin embargo, admitió que todos estos grupos siguen al alza salvo los AINE. Fijar qué para quién no es cosa simple…

Para Surís, el arsenal terapéutico no evita que algunos especialistas lo hayan probado todo intentando paliar un dolor resistente. Normalmente bastan guías terapéuticas para ordenar la utilización de los recursos, pero Ribera recordó que en dolor no es raro ver pautas de tratamiento de seis meses en base a fármacos reservados para el dolor agudo; o pautas de cinco días durante un mes. También está el hecho de que retirar un agente opioide no resulta sencillo… Surís fue muy conciso: “Se usa y se abusa de los fármacos contra el dolor y, sin embargo, el dolor continua.” Ribera sumó a lo dicho que la administración lo tiene “crudo” para retirar (o dejar de financiar) un tratamiento asignado a un determinado paciente cuando se demuestra que funciona y mantiene a raya su dolor.


Maria Victòria Ribera
Presidenta saliente de la Societat Catalana del Dolor
“En dolor no es raro ver pautas de tratamiento de seis meses en base a fármacos reservados a dolor agudo”



Xavier Surís Armangué
Jefe de la Sección de Reumatología del Hospital General de Granollers
“Se usa y se abusa de los fármacos contra el dolor y, sin embargo, el dolor continua”



Maria Eugènia Rey
farmacéutica de CatSalut
“Cada vez tenemos pacientes más añosos, con comorbilidad y contraindicaciones medicamentosas”



Montse Sanclemente
Presidenta de ACIAR-TD
“ Entendemos que la formación en el tratamiento del dolor crónico debe poder acreditarse de forma curricular”