La consciencia de que la pandemia que sigue a la COVID-19 es la de la salud mental y la necesidad de actuar ante los datos sobre su impacto en la población continúa haciéndose cada día más reconocible por su dimensión y alcance global. A nivel nacional, cerca de tres millones de personas tiene depresión; ello la convierte en la enfermedad mental más prevalente en España con un impacto personal y socioeconómico creciente. A pesar de ello, en muchas ocasiones no se diagnostica o se trata de forma inadecuada, por lo que la mejora en su abordaje continúa siendo un debe en las agendas de las administraciones. También lo es la necesidad de una mejor atención del suicidio como la consecuencia más devastadora asociada a la depresión.

“Debemos de acometer esta importante y urgente tarea que tenemos por delante para dignificar la salud mental”

Sira Repollés, consejera de Sanidad de Aragón

“Debemos preocuparnos de aquello que perturba a una gran parte de la población, de acometer esta importante y urgente tarea que tenemos por delante para dignificar la salud mental”, valoró Sira Repollés, consejera de Sanidad de Aragón y encargada de inaugurar el Foro Depresión y Suicidio centrado en la comunidad, organizado por la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), la Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (FEPSM) y la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica (SEPB) con la colaboración de Janssen.

Actualmente, el 20 por ciento de los aragoneses padece depresión, de los cuales el 75 por ciento son mujeres de edad comprendida entre 30 y 45 años. Un problema que es importante y cotiza al alza, según acotó el vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), Manuel Martín Carrasco. “Las nuevas generaciones somos menos resilientes que la cohorte de personas mayores actual. Es un problema que incluso va a ir creciendo en los próximos tiempos”, indicó.

”Un mal diagnóstico y tratamiento supondrá, a la larga, un coste personal y económico mayor”

Manuel Martín Carrasco, vicepresidente de la Sociedad Española de Psiquiatría (SEP)

Sin embargo, en el horizonte de Aragón se encuentra la actualización de su estrategia de salud mental como una oportunidad para responder a esta problemática. Y es que en este año termina el lapso 2017-2021 previsto por el vigente plan. Según ha recordado Repollés, su renovación viene respaldada por 2,5 millones de euros. Estos fondos no solo se dedicarán a paliar los efectos de la pandemia sobre la salud mental, sino también a invertir en prevención y promoción y en el incremento de recursos.

En esta tarea a futuro, para José Manuel Granada, responsable de salud mental del Departamento de Sanidad de Aragón, conciliar visiones es algo fundamental. “Hay que aprovechar este movimiento de empuje social y alinear el conocimiento y experiencia de quien sufre, las decisiones, las organizaciones políticas… El objetivo final es emprender una respuesta adecuada que conecte profesionales y nuevos desarrollos”, subrayó.

Los costes de la depresión

Las cifras de depresión arrojadas por Aragón son muy similares a las del resto del territorio nacional, con datos de depresión leve, moderada, moderadamente grave y grave, por encima del 11 por ciento. Se trata, por tanto, de una de las enfermedades más frecuentes, como la diabetes y otros problemas crónicos de piel, y muy por encima de otras enfermedades como infartos, angina de pecho, otros problemas mentales, ictus o tumores.

“La depresión tiene un impacto en la calidad de vida de los pacientes muy importante”

Javier García Campayo, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Zaragoza

De hecho, en la comunidad la estancia media de ingreso hospitalario de un paciente por depresión es de 22,32 días, con un coste medio de 6.000 euros. “Esto supone una pérdida en la calidad de vida de los pacientes muy importante, unida a un impacto laboral y en las relaciones interpersonales severo”, asegura el doctor Javier García Campayo, profesor titular de Psiquiatría en la Universidad de Zaragoza.

El riesgo de cronificación se desvela además como la principal consecuencia de un mal tratamiento y diagnóstico. “A la larga, supondrá un coste personal y económico mayor, en forma de ingresos más prolongados, medicación, terapias, etcétera”, explica Martín Carrasco.

Una estrategia contra la lacra del suicidio

Estrechamente ligado a la depresión se encuentra el suicidio como su factor clínico más relevante; de hecho, el riesgo de quienes la padecen es entre 15 y 20 veces superior. Precisamente, cada año se quitan la vida de media 113 personas en la comunidad, con un registro añadido de 20 tentativas por cada suicidio consumado. “Cada día estamos atendiendo entre 6 y 7 tentativas de suicidio. Sin embargo, no debemos olvidar que aproximadamente el 60 por ciento quedan encubiertas, puesto que no acuden al hospital”, subraya Isabel Irigoyen, coordinadora de la Estrategia de Prevención del Suicidio en Aragón.

“Aproximadamente el 60% de las tentativas de suicidio quedan encubiertas, puesto que no acuden al hospital”

Isabel Irigoyen, coordinadora de la Estrategia de Prevención del Suicidio en Aragón

“Hemos sabido, gracias a nuestra colaboración con los forenses de Aragón, que en 2020 se han registrado 107 suicidios”, señaló la experta, quien apuntó también a que el INE todavía sigue sin remitir las cifras nacionales de 2019.

Además, en la región los suicidios suponen ya el 0,85 por ciento de todas las muertes; es decir, casi 1 de cada 100 muertos en Aragón es por suicidio. Además, su tendencia alcista se ha consolidado en Aragón en el primer trimestre de 2021, con un incremento del 9 por ciento respecto a 2020.

Esta realidad y su respuesta no escapa a la vista del Ejecutivo regional, que ya puso en marcha su plan de prevención del suicidio en 2020, después de permanecer casi 6 meses paralizado por la pandemia. “Estamos ya a pleno funcionamiento e implementando muchas acciones específicas”, aseguró Irigoyen. El resultado ha sido un documento marco de carácter flexible y abierto a nuevas incorporaciones, alineado con la estrategia marcada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo objetivo es disminuir las tentativas y la mortalidad por suicidio en Aragón. “Para ello queremos sobre todo dotar de herramientas específicas a los profesionales, que es lo que demandan”.

“Hay que aprovechar este movimiento de empuje social y alinear el conocimiento y la experiencia”

José Manuel Granada, responsable de salud mental del Departamento de Sanidad de Aragón

Un plan que, según Irigoyen, se articula en torno a dos líneas estratégicas. La primera de ellas contempla actuaciones específicas de prevención universal y selectiva, y consta de hasta ocho áreas. Entre ellas se encuentra el trabajo con medios de comunicación mediante un pacto para el tratamiento mediático del suicidio, el trabajo de la mano de farmacéuticos o la apuesta por actuar sobre colectivos diana como clave de la estrategia, como la población adolescente o la tercera edad.

La segunda línea estratégica apunta a la intervención en cinco áreas distintas. Una de ellas prevé la creación de un registro-alerta de riesgo suicida y otro de suicidios consumados. Además, también se quiere establecer mediante la historia clínica electrónica un procedimiento de actuación y algoritmo mediante la implantación de una escala de detección del riesgo.

Un mensaje de unidad política

Desde el ámbito político, los representantes de las diferentes fuerzas de las Cortes de Aragón que participaron en el foro lanzaron un mensaje de consenso respecto a salud mental. Desde VOX, Santiago Morón quiso ahondar en la importancia de reforzar el papel de la familia. Asimismo, remarcó el hecho de que el suicidio es una causa de muerte prevenible. “Todos los actores, los que estamos aquí y las instituciones, tenemos la obligación de poner todo de su parte para disminuir su alta incidencia”, incidió.

“Lo importante es poner a la persona en el centro, pero para ello es necesario trabajar de manera colaborativa, no solo desde el ámbito sanitario”, defendió Susana Gaspar, diputada de Ciudadanos en Aragón, quien reflejó la creencia de su partido desde el principio de la legislatura de la esencialidad hablar de la salud mental. Todo mediante “propuestas en positivo y con el ánimo y espíritu de conseguir acuerdos amplios”.

Desde Podemos, Itxaso Cabrera puso de relieve la necesidad de trazar un largo recorrido para abordar el suicidio. “Hay que hablar con calma, con sosiego, escapando de tabús y estigmas”, señaló. “Una problemática de nivel mundial precisa de una visión amplia y conjunta. No importa en qué lado estemos, lo importante son las personas”, abogó Cabrera. En última instancia, de parte la Chunta Aragonesista, Isabel Lasobras quiso también hacer hincapié en la importancia de dotar las políticas de salud mental de una financiación adecuada y estable. “Solo así los planes y acciones podrán ser reales”, señaló.

Luchar contra el estigma

Escuchar la voz de los pacientes y sus familias constituye un eje fundamental. Precisamente, estos últimos actores constituyen uno de los principales factores de protección cuando hay un buen abordaje familiar, pero también uno de los principales de riesgo cuando sucede a la inversa. Así lo explicó Lola Sobrino, responsable del Departamento de Intervención Psicosocial de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME). “Es importante trabajar de la mano de las familias, ayudan en la detección, el seguimiento… son nuestros colaboradores indiscutibles cuando hacemos tratamiento”, indicó.

“No podemos imaginar el estigma tan poderoso que pesa sobre las familias de las personas que fallecen por un suicidio”

Lola Sobrino, responsable del Departamento de Intervención Psicosocial de la Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME)

Según Sobrino, una de las cosas que más preocupa al entorno familiar y por lo que más acuden los usuarios a ASAPME es el estigma, especialmente en el caso del suicidio, así como sobre todo el cómo pueden ayudar, qué pueden hacer, qué palabras usar a una persona que sufre un cuadro depresivo.

“No podemos imaginar el peso tan poderoso que hay sobre las familias de las personas que fallecen por un suicidio por el estigma asociado a este acontecimiento”. Algo que también se extrapola con la depresión, según la responsable de la asociación. “A las familias les preocupa mucho saber cuánto riesgo hay de comportamiento suicida, quieren saber cómo actuar ante el riesgo y posibilidad de tentativa”, concluyó Sobrino.


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