Urgencias: los costes mentales de la primera línea

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La depresión y el riesgo de suicidio no eran un problema nuevo antes del comienzo de la pandemia. Sin embargo, la pandemia en curso los ha potenciado y la incidencia se ha incrementado de manera alarmante.

Este problema de salud mental afecta tanto a los pacientes como a los médicos implicados en la atención sanitaria. Obviamente, las especialidades médicas han afrontado de manera distinta la tensión y el esfuerzo. Muchas especialidades han visto de frente la COVID-19, como afirma la urgencióloga Iria Miguens, coordinadora del Grupo de Trabajo sobre Depresión y Suicidio en Urgencias presentado hoy.

“Las consecuencias de la pandemia afectan no sólo a la salud mental de los pacientes, sino también a los médicos y médicas de urgencia”

El coste de esta primera línea también se mide en términos de salud mental para los especialistas médicos.

Estres y salud mental

Las consecuencias de la pandemia afectan no sólo a la salud mental de los pacientes, sino también a los médicos y médicas de urgencia. La pandemia ha actuado de catalizador para ambos lados de la consulta médica.

La población ha estado bajo un estrés alto, y ha recibido mensajes de muerte durante mucho tiempo. Las personas han visto sus metas vitales truncadas de un día para otro. Los planes de vida se han afectado y, con ellos, el estado mental. Este contexto ha acelerado la evolución de cuadros patológicos que han deteriorado la salud mental, tanto la ya diagnosticada como la no diagnosticada.

Portada del informe del Grupo de Trabajo de Depresión y Suicido en Urgencias.

El informe del Grupo de Trabajo impulsado por SEMES (Urgencias y Emergencias) y coordinado por la Dra Iria Miguens ha contado con especialistas, incluídos urgenciólogos, psiquiatras y médicos de familia.

Entre otras recomendaciones del Grupo de Trabajo coordinado por SEMES, es preciso mejorar la coordinación de centros de salud mental, las urgencias y la Atención Primaria. Y como complemento el apoyo de la red social que promueven y facilitan las CC.AA.

SEMES ha querido analizar la situación de la depresión y suicidio, porque resulta vital que la asistencia y la prevención de la salud mental sea homogénea y de calidad en todo el país.

Un sistema sanitario cansado

El sistema sanitario está agotado, cansado por la tensión alta que padece y se mantiene. También lo están los especialistas que están en una primera línea asistencial, aunque no se libra otro personal sanitario.

Cuando se ha recurrido a la teleasistencia, los pacientes que preferían la visita con un médico han acudido a las Urgencias hospitalarias. La imposibilidad de llevar a cabo la asistencia sanitaria normal ha bloqueado y sobrecargado aún más las urgencias.

“Es de máxima prioridad abordar este problema de agotamiento mental que pone en peligro la calidad de la asistencia a todos los niveles”

El síndrome del quemado o burn-out es una realidad de nuestros profesionales sanitarios. Es de máxima prioridad abordar este problema de agotamiento mental que pone en peligro la calidad de la asistencia a todos los niveles. Sin embargo, debemos fijarnos en las especialidades que más están haciendo frente a los efectos de la pandemia.

Que un tercio de los sanitarios se hayan planteado dejar su profesión muestra la delicada situación real. Sin embargo, no se trata de buscar quién está detrás del problema sino aportar soluciones a todos los niveles.

Ministerio de sanidad y CC.AA. pueden abordar la presión de los profesionales y proponer mejoras.

Una vez más, no existe en España la especialidad de Emergencias y Urgencias. No hay especialistas en urgencias; son médicos no reconocidos. La formación no es homogénea, y eso también afecta a la formación en patología de salud mental de los y las especialistas de urgencias.

Una razón más para que Urgencias sea una especialidad en España, y no es posible añadir más razones. La salud mental, es una más.