Por Dr. Nestor Szerman. Jefe del Servicio de Salud Mental “Retiro” el Hospital
Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Presidente de la Fundación de Patología
Dual. Vicepresidente de la WADD.
Dr. Francisco Ferre-Navarrete. Jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital
Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
Ignacio Basurte. Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General
Universitario Gregorio Marañón de Madrid. Vicepresidente de la Fundación Patología
Dual.
El Juego debe ser entendido desde la perspectiva evolutiva como una actividad lúdica más de la condición humana, necesario para la supervivencia y sólo en algunas personas vulnerables, se convierte en un trastorno mental con características adictivas. Esto ocurre cuando el juego deja de ser algo lúdico e impacta de forma negativa en las relaciones personales, familiares, afectivas, económicas y académicas, al tiempo que tiene una repercusión conductual. En los casos graves, su impacto en las personas es tan severo como pueden serlo otros trastornos mentales graves.
La conducta de juego no debe clasificarse como adictiva en función de su tipo, frecuencia o cantidad, sino en función de si el exceso tiene un impacto negativo en otras áreas de la vida de la persona. Juego problemático y adicción al juego son dos términos que se encuentran en un continuo dimensional en el que la “adicción al juego” está en el extremo de la escala y el “problema de juego” es una condición (aunque genere preocupación) y no conduce necesariamente a problemas en todas las áreas de la vida de una persona.
La comunidad científica estima que, sólo una de cada 10 personas que están expuestas a situaciones potencialmente adictivas, terminará desarrollando una adicción. El paradigma de la Patología Dual, en el que trabajamos desde la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD) y la Fundación de Patología Dual (FPD), se basa en las Neurociencias y la Psiquiatría de Precisión para tratar a la persona en lugar de la sustancia o el juego, ya que las evidencias apuntan a que no es adicto el que quiere, sino el que presenta la vulnerabilidad para tener una adicción y otro trastorno mental.
En este sentido, aproximadamente el 95 por ciento de los casos de adicción al juego se presentan asociados, además, con otros trastornos mentales como la fobia social, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), el trastorno de personalidad límite, la psicosis y otros problemas mentales cuando se suman marcados rasgos de impulsividad.
Se trataría de personas que sufren patología dual, es decir, que tienen una adicción y otro trastorno mental al mismo tiempo. Situaciones sociales ponen en contacto a las personas con sustancias o juegos de azar, pero son factores individuales, genéticos, neurobiológicos, rasgos de personalidad y medioambientales los que determinan la vulnerabilidad para desarrollar una conducta adictiva.
Dado que el cerebro se desarrolla lentamente hasta más allá de la segunda década de la vida de una persona, los adolescentes son más vulnerables a desarrollar un trastorno adictivo porque su cerebro es inmaduro y tiene menor capacidad de control. Este grupo de población debería ser protegido con barreras legales de todo tipo para evitar su contacto con sustancias o juegos de apuestas, por lo que hemos propuesto cambios que aumenten la edad legal desde los 18 a los 21 años.
Por ello, desde la SEPD y FPD ponemos el foco en el tratamiento y prevención de posibles conductas adictivas en jóvenes y adolescentes, un sector de la población especialmente vulnerable. Además, la impulsividad más frecuente en adolescentes que, recordemos, han nacido como nativos digitales, les sitúa como personas predispuestas a sufrir este trastorno mental llamado Trastorno por juego.