Cecilia Borràs.

Por Cecília Borràs, presidenta fundadora de “Después del Suicidio – Assoc. de Supervivientes (DSAS)”

El abordaje de la prevención de la conducta suicida nos sitúa ante un reto incontestable.

Supone aceptar una nueva frontera de salud y ética, como en el siglo XX se debió afrontar el abordaje del cáncer y el VIH, o como hoy hablamos de los nuevos escenarios que suponen la violencia de género o el cambio climático.

Sin embargo, existen todavía dificultades por las creencias limitadoras en torno al fenómeno del suicidio. Hace décadas que la OMS reclama romper con los mitos y las creencias equivocadas en torno al suicidio, la conducta suicida y de la persona que sufre emocionalmente.

Las cifras incuestionables del fenómeno del suicido deben de tener el objetivo de ir más allá de dibujar una realidad abrumadora, muy superior a la de otras a las que se dedican recursos y que son reconocidas socialmente como un verdadero problema como por ejemplo los accidentes de tráfico.

El movimiento social del pasado día 10 de septiembre con motivo del Día de Internacional de la Prevención del Suicidio puso en evidencia el cambio impulsado por asociaciones y entidades con un reclamo urgente del despliegue e implementación de recursos y acciones para prevenir las muertes por suicido que podrían ser evitables. Muertes que, desgraciadamente, están perseguidas después por los “porqués”, la culpa, el enfado, el sentimiento de abandono y en algunos el terrible estigma para las espaldas, dobladas de dolor, de muchos familiares y amistades.

Este reto de prevención de la conducta suicida se recoge en el Plan de Prevención del Suicidio de Catalunya (2021-2025) PRESCAT presentado el pasado 9 de septiembre por el Departament de Salut. Un Plan ambicioso en su planteamiento, que marca seis líneas estratégicas, todas bajo un único lema: “Escoge la vida” (“Tria la vida”) y con el objetivo de reducir la tasa de tentativas y muerte por suicidio en más de un 15% y en más de un 20% en los grupos prioritarios en 2030.

La fortaleza del Plan presentado es abordar el fenómeno del suicidio de forma transversal, integral e integrado. Por ello, se debe resaltar la idoneidad de la estrategia de Gobernanza del propio plan, garante de su implementación, de las prioridades marcadas y ser también capaz de dar respuesta a las necesidades emergentes de una realidad social terriblemente cambiante, además de rendir cuentas de la partida presupuestaria con la que se cuenta.

A destacar, a las prioridades de acción iniciales ya marcadas por el Plan, la prioridad a la atención a familiares, personas allegadas y profesionales que hayan vivido la experiencia trágica de una muerte por suicidio. Una acción que se debe ofrecer de forma precoz ya que reduce el estigma y disminuye el trauma.

Los que hemos vivido esta experiencia dolorosa y llevamos años sabemos que el camino de la prevención del suicido es exigente y perseverante, y tenemos la convicción de que debe estar dirigida al bienestar emocional de las personas, misión que recoge el PRESCAT.


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