
Por Mª José Moreno, reumatóloga del Hospital Rafael Méndez, en Lorca (Murcia)
Contar con un diagnóstico a tiempo en una enfermedad crónica y progresiva como la espondiloartritis -o EspA, como se conoce a este grupo de patologías inflamatorias, entre las que se encuentra la artritis psoriásica y la espondiloartritis axial, va a marcar una diferencia sustancial en el pronóstico y evolución de la enfermedad. Tanto para los reumatólogos como para los pacientes, contar con una derivación correcta a reumatología es fundamental para evitar el retraso de 7-8 años (de media según los últimos estudios) que actualmente estamos experimentando. Esto nos permitiría un mejor pronostico, incluyendo poder controlar síntomas tremendamente limitantes como son el dolor, la limitación de la movilidad y el consecuente daño estructural irreversible. En definitiva, permitiría que los pacientes pudieran recuperar antes su calidad de vida.
También debemos acabar con las diferencias de género en el diagnóstico y romper con la creencia de que la espondiloartirtis axial afecta más a hombres que a mujeres. El porcentaje de prevalencia respecto al género es equitativo cuando nos referimos a la espondiloartritis axial globalmente. Sin embargo, la mayor prevalencia tradicional en el hombre en el caso de la espondilitis anquilosante, diferencias en la manifestación clínica de la patología y factores externos han llevado a pensar que era más prevalente en el género masculino. Esto ha provocado que el retraso del diagnóstico de la patología axial se acentúe más si cabe en la mujer, pudiendo superar los 8 años.
El tiempo es indispensable. Cuanto antes diagnosticamos antes podremos conseguir los objetivos terapéuticos: alcanzar la más baja actividad de la enfermedad en todos los dominios, conservar la función física, prevenir el daño estructural y optimizar la calidad de vida del paciente a largo plazo, que pasa por poder plantear las estrategias terapéuticas que mejor se adapten a cada caso. Los retos en este punto también son importantes.
Una moderada proporción de pacientes alcanzan estos objetivos a pesar de las alternativas terapéuticas disponibles. El dolor sigue siendo un síntoma reportado en más del 80% de los pacientes y un reto para el óptimo desarrollo de la actividad diaria: actualmente, el 45% de los pacientes renuncia a hacer determinadas actividades por el dolor. La práctica de ejercicio físico es esencial sin embargo y forma parte de la estrategia de tratamiento. Es por ello necesario seguir investigando y que se incorporen nuevas alternativas en el manejo de los pacientes.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero incorporar nuevas estrategias de concienciación, visibilizar la espondiloartritis, y tener presente la variabilidad que existe a la hora del diagnóstico entre mujeres y hombres nos permitirá, sin duda, avanzar hacia mejores resultados en salud.
Los reumatólogos debemos seguir atendiendo a las características y necesidades de cada paciente y tener más herramientas para un manejo óptimo a lo largo de los años, que nos permitan romper con las limitaciones y la carga que suponen las espondiloartirtis para muchos pacientes todavía.