Por Servando E. Marrón, dermatólogo e investigador principal del Grupo Aragonés de Investigación en Psicodermatología. Hospital Univ. Miguel Servet de Zaragoza

La dermatitis atópica (DA) grave en adultos es una gran desconocida para la sociedad. Se trata de una enfermedad compleja que afecta a la piel, produciendo placas de eccema rojas y escamosas muy pruriginosas y que impacta de manera negativa, tanto física como emocionalmente, en la vida del paciente, de los convivientes y de su entorno.
La aparición de la enfermedad en la edad adulta ha sido definida recientemente y esto puede dificultar un correcto diagnóstico y tratamiento. Existen estudios en EE. UU. que indican que 1 de cada 4 adultos atópicos iniciaron su enfermedad en la edad adulta.
Por lo que se refiere a la prevalencia, la que está documentada en España es del 0,08%, inferior a los datos internacionales que se sitúan en el 3%. Sin embargo, esas cifras no se corresponden con nuestra práctica clínica y requerirán de estudios mayores para determinarla correctamente.

Principales síntomas

El picor es el síntoma característico en la DA. Puede llegar a producir una disminución de la calidad de vida e incluso afectar al ámbito laboral del paciente, hasta el punto de no poder trabajar. El círculo vicioso que se crea entre “inflamación/picor y rascado” es clave para mejorar al paciente, siendo preciso en ocasiones acudir a técnicas psicológicas de “inversión de habito” para su control.
Pacientes adultos con dermatitis atópica severa nos refieren “ideación suicida” en situaciones de crisis “de picor”, momento en el cual nos refieren que se tirarían por la ventana por serles casi imposible soportarlo.
La calidad del sueño también se ve muy alterada por el picor. El paciente se despierta innumerables veces, lo que hace que el sueño sea muy superficial y nada reparador. Aparece así el insomnio, que produce irritabilidad y sintomatología ansiosa y/o depresiva.
No dormir correctamente el tiempo necesario puede provocar daños graves. A nivel cerebral, en el aprendizaje, la memoria, el estado de ánimo y el tiempo de reacción se pueden ver afectados. A nivel corporal produce aumento de la presión arterial, inflamación, obesidad y diabetes, entre otras.
Todo ello se puede controlar con un tratamiento eficaz y afortunadamente, en este momento, tenemos tratamiento efectivo. Y en breve llegarán otros más que facilitarán el control de la enfermedad.

Necesidades no cubiertas

En cuanto a necesidades no cubiertas, los pacientes nos manifiestan la falta de información que tienen sobre la enfermedad, la búsqueda de un tratamiento eficaz y la frustración e impotencia que sienten cuando no obtienen la solución esperada para sus principales demandas.
La DA genera un importante gasto en recursos para su control. La falta de financiación de cremas emolientes e hidratantes y la carga económica que suponen los tratamientos, así como las limitaciones, son otras de las necesidades no cubiertas.
Respecto a la relación con el profesional de la salud, algunos pacientes refieren que están cansados de ir de uno a otro con diferentes diagnósticos y tratamientos sin obtener resultados satisfactorios en el control de su enfermedad.
Sería interesante realizar campañas informativas de sensibilización sobre la enfermedad para que sea diagnosticada y tratada de forma adecuada y en un plazo razonable.