Por María Real Capell, farmacéutica, nutricionista y psiconeuroinmunoendocrina

La vita-hormona D es una vitamina liposoluble con estructura de esterol; al ser sintetizada en las células de la piel es considerada una hormona. Además de sus funciones clásicas en el metabolismo óseo, la investigación epidemiológica, preclínica y celular de las últimas décadas ha expuesto que esta hormona D puede desempeñar un papel clave en la prevención y el tratamiento de muchas otras enfermedades, como el cáncer.

Concretamente, distintos estudios clínicos han determinado propiedades anticancerígenas de la hormona D, con diversos efectos sobre el desarrollo y la progresión del cáncer. Esta evidencia sugiere que el metabolismo y las funciones de la hormona D están desreguladas en muchos tipos de cáncer, lo que confiere resistencia a los efectos antitumorales de la hormona D y, por lo tanto, podría contribuir al desarrollo y a la progresión de la enfermedad. Por ello, comprender el metabolismo desregulado de la hormona D y su función en el cáncer es fundamental para el desarrollo de nuevas estrategias prometedoras para el éxito de la terapia contra el cáncer basada en esta hormona. Además, se ha observado que el uso de suplementación con vitamina D podría reducir la mortalidad en pacientes oncológicos en un 15 por ciento.

Se ha observado que la suplementación con vitamina D podría reducir la mortalidad en pacientes oncológicos en un 15%

Encontramos receptores de hormona D en distintas células del sistema inmune, concretamente, en los linfocitos T, los linfocitos B, macrófagos y monocitos. En la evidencia científica más reciente se explica cómo valores altos de vita-hormona D (>30ng/mL) parecen reducir de forma significativa el riesgo de cáncer de mama, colon, vejiga, vías urinarias y próstata. Se sugiere que si los pacientes oncológicos no cuentan con valores séricos de calcifediol >30ng/mL se debería suplementar. Es algo que siempre tiene que estar bajo la supervisión del profesional médico que trate al paciente.

Cabe destacar que un 88% de la población mundial tiene niveles de 25(OH)D <30ng/mL, de los que un 37% tiene niveles de 25(OH)D <20ng/mL y un 7%, niveles de 25(OH)D <10ng/mL.

Muchos especialistas consideramos que la mayoría de los individuos necesitarían entre 800 y 1.000 UI al día y que una suplementación en el rango superior de ese intervalo (1.000 UI/día) aumentaría la probabilidad de que los pacientes consiguieran niveles séricos de 25(OH) vitamina D superiores a 30 ng/ml, aunque también es posible que algunos colectivos especiales precisen de dosis incluso más altas (hasta 2.000 UI/día) para alcanzar dichos niveles. En este sentido, distintos estudios han determinado que el calcifediol (25-OH-D3) es hasta 3 veces más efectivo que el colecalciferol oral (D3) en aumentar los niveles de vitamina D en sangre (25OHD).