La ciencia es una de las principales herramientas para proteger la salud de las personas. Su impulso, la protección de las personas que la despliegan y su permeación como parte inseparable de los procesos de toma de decisiones en Medicina son características sobre las que sustentar la política científica en el marco del Sistema Nacional de Salud. Junto a ello, es necesario desplegar redes de comunicación formales e informales con las que comunicar los hallazgos y avances adaptando la profundidad de la información a las necesidades reales de cada audiencia. Esta capacidad de modular la sofisticación del hecho científico que rodea a la Medicina y, manteniendo la esencia del mensaje, ser capaces de hacerlo comprensible y adaptable a la realidad cotidiana de la actividad clínica, es un ejercicio de enorme valor intelectual. Este valor se proyecta en impacto real sobre las personas, intangible siempre, y a la vez irreemplazable en la cotidianeidad de una consulta, quirófano o despacho.

Los 900 números publicados por Gaceta Médica y sus más de 20 años incorporando cabeceras de investigación han permitido el acceso a los más recientes avances científicos a multitud de lectores con intereses muy variados. El ISCIII siempre ha encontrado aquí un espacio en el que transmitir avances y hallazgos, inquietudes y reflexiones. En definitiva, un lugar donde hemos sentido que la señal se podía separar del ruido gracias al rigor y la tenacidad de tantas mujeres y hombres dedicadas al periodismo científico.

Junto con esta apuesta por la divulgación rigurosa de la investigación, desde el ISCIII hemos tenido en Gaceta Médica a un aliado poderoso a la hora de difundir la necesidad de hacer apuestas sólidas y permanentes por la investigación en el ámbito del SNS. De igual manera, tras varios años de falta de crecimiento, España ha retomado un camino de apuesta por la ciencia y la investigación, con la biomedicina como una de sus puntas de lanza. En esta apuesta, Gaceta Médica ha difundido las diferentes actuaciones que desde el Ministerio de Ciencia, de forma directa o a través del ISCIII, se han ido lanzando para primero apuntalar nuestro sistema de ciencia y para proyectarlo globalmente después.

Es ampliamente conocido que la inversión pública de España en I+D+I lleva años creciendo, lo cual es un hecho insólito en momentos de crisis donde, históricamente, los recortes se han aplicado de manera implacable sobre la ciencia confundiendo inversión con gasto. Esta vez ha sido diferente y debemos recordarlo. Además, junto con este crecimiento en inversión se han abordado reformas estructurales que eran obligadas en nuestro sistema de ciencia. Muchas de estas actuaciones se han centrado en las personas que dedican su vida a la investigación ya que es imposible plantearse hipótesis que exigen años de trabajo para ser respondidas si la precariedad laboral acecha cada seis meses.

La reformada Ley de la Ciencia ha aportado la estabilidad necesaria para que los hombres y mujeres que investigan para proteger nuestra salud puedan centrarse en el próximo experimento y el siguiente paciente y no en la fecha de fin de su contrato. A esa estabilidad hemos añadido la búsqueda del impacto social, financiando proyectos con una intensidad como jamás se ha visto en este país, hemos incorporado la colaboración bidireccional entre entidades públicas y privadas como herramienta natural para hacer ciencia y, sobre todo, hemos promovido la búsqueda de soluciones frente a los grandes retos científicos de la biomedicina para los próximos años.

Como consecuencia estratégica ha surgido el PERTE para la Salud de Vanguardia aunando esfuerzos de todos los actores, públicos y privados, industriales y asistenciales, transformando nuestro SNS y nuestro tejido productivo a través del consumo intensivo de conocimiento. Así, el ISCIII ha disfrutado de presupuestos crecientes en los últimos años, llegando a 2022 con el mayor presupuesto de nuestra historia -casi 560 millones de euros-, de los que ha infundido en el sistema casi 300 millones en forma de subvenciones para contratar personas y ejecutar proyectos de investigación dentro del ámbito del SNS. Y Gaceta Médica ha estado ahí para contarlo, evolucionando con todo el sistema.

Es evidente que el sistema de ciencia precisa de inversiones estables y predecibles por parte de los poderes públicos. Ello exige un compromiso político explícito y documentable así como una vigilancia rigurosa por parte de todos los actores ante el riesgo de que el pensamiento ilustrado y la erudición puedan ser metilados. Será en los próximos 900 números de Gaceta Médica donde veremos si hemos sido capaces de mantener la proyección de nuestra apuesta por la ciencia dentro del ámbito del SNS. Mientras tanto, disfrutemos de nuestra alianza con el rigor periodístico aplicado a la ciencia biomédica.