Por Albert Lecube, vicepresidente de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO) y jefe del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida.
La obesidad no permite privacidad, favoreciendo la discriminación y estigmatización de las personas que la padecen. Esta afirmación tan evidente refleja gran parte de la realidad con la que se encuentran los pacientes con obesidad en su día a día y en su relación con las instituciones sanitarias.
La obesidad es una epidemia global y la enfermedad metabólica más prevalente en todo el mundo. Las estadísticas más recientes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestran que en España el 25% de los hombres y el 23% de las mujeres viven con obesidad, cifras que han aumentado en los últimos años a expensas de las formas más graves de esta enfermedad. La propia OCDE calcula que estas cifras se corresponden con el 9,7% del gasto total en salud.
“No es fácil tratar la obesidad; pero ello no justifica que más del 95% de los pacientes que la sufren solo reciban, con suerte, consejos nutricionales y de actividad física”
¿Por qué la obesidad es una enfermedad extremadamente prevalente y, al mismo tiempo, una patología muy maltratada? Está siento maltratada por los profesionales sanitarios, que con frecuencia la despreciamos y escapamos de ella; maltratada por la sociedad, que culpabiliza sin disimulo a la persona que la sufre; maltratada por la industria farmacéutica, que hasta hace poco no la ha provisto de fármacos eficaces y seguros para combatirla. No, no es fácil tratar la obesidad; pero ello no justifica que más del 95% de los pacientes que la sufren solo reciban, con suerte, consejos nutricionales y de actividad física.
Cuando hablamos de obesidad no nos referimos solo a una cuestión de kilogramos. El 4 de marzo de 2021, la Comisión Europea clasificó la obesidad como enfermedad crónica y recidivante, caracterizada por una acumulación anormal y/o excesiva de grasa corporal que representa un riesgo para la salud. Se trata de un tejido adiposo enfermo y que facilita la puerta de entrada a una serie de enfermedades, tales como la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Además, una vez abandonada la visión simplista de la obesidad como resultado de una mala nutrición y baja actividad física, emerge como una enfermedad extremadamente compleja en cuya etiopatogenia participa la falta de sueño, el estrés, factores socioeconómicos, alteraciones hormonales y en la microbiota intestinal, el contacto con disruptores endocrinos, factores genéticos e, incluso, factores prenatales.
Aunque la obesidad es una enfermedad transversal, es más prevalente en clases socioeconómicas más desfavorecidas. Y, por si fuese poco, el tratamiento farmacológico destinado a combatir la obesidad nunca ha sido financiado por nuestro Sistema Nacional de Salud. Nos encontramos, por lo tanto, ante una de las enfermedades más infravaloradas, menos diagnosticadas y también menos tratadas de nuestra historia.
La SEEDO lucha por equiparar a la obesidad con el resto de enfermedades, reconociéndola como tal y poniendo en marcha un Plan Nacional que permita abordar este gran problema desde un entorno social, cultural, económico y ambiental
Para reducir la prevalencia, apoyar a quienes viven con obesidad y contribuir a una economía más sostenible, es necesario identificar nuevas formas de gestionar esta enfermedad desde una perspectiva política, clínica y social. Y, de forma paralela, debe fomentarse el asociacionismo entre los pacientes y familiares. Es en este contexto donde la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), en colaboración con el Grupo de Interés del Parlamento Europeo sobre Obesidad y Resiliencia del Sistema de Salud, lucha por construir las estrategias nacionales y las vías clínicas que equiparen a la obesidad con el resto de las enfermedades, reconociéndola como tal y poniendo en marcha un Plan Nacional que permita abordar este gran problema desde un entorno social, cultural, económico y ambiental.