En un entorno de equilibrios parlamentarios complejos, asistimos en España a continuas dificultades tanto para aprobar los PGE como para otras propuestas que se debaten en el pleno del Congreso y en el Senado.
La minoría del Gobierno de coalición requiere apoyos adicionales para las distintas iniciativas parlamentarias en el Congreso. Así, se enfrenta a una diversidad ideológica entre los socios de investidura que complica especialmente los acuerdos en ámbitos como el económico o el laboral. Los matices y diferencias son legítimas, pero hacen más difícil esta tarea de legislar. Sin embargo, en materia sanitaria, urge renunciar al barniz ideológico para apoyar e impulsar las normas necesarias para el sector. Las comisiones de sanidad suelen ser más sensibles a necesidades y son capaces de centrarse en la iniciativa y no en quién la propone, en algunos casos.
Es crítico que los grupos parlamentarios sigan apoyando iniciativas y propuestas, porque la sanidad no entiende de prioridades políticas; solo de necesidades asistenciales, de prevención y de planificación, entre otras. La salud de los ciudadanos no puede quedar atrapada en el juego político.
El Senado avanza
En el Senado, una mayoría del Grupo Popular no es excusa para votar a favor de iniciativas que apoya el segundo grupo de la Cámara Alta. Populares y socialistas deben identificar y priorizar aquellos asuntos que necesitan un consenso para seguir avanzando e instando a la acción. La comisión está aprobando iniciativas parlamentarias de interés, con apoyos amplios en un ejercicio de responsabilidad inequívoco como la reciente aprobación de la moción sobre VIH y tabaquismo. Kilian Sanchez, portavoz socialista, defendió la propuesta para mantener los objetivos en prevención del VIH. Rosa Romero, por parte del Partido Popular, defendió la correspondiente al tabaquismo. Ningún voto fue en contra de ambas propuestas.
Retos del Congreso
Desde el Congreso, en el marco del impulso de importantes regulaciones, como la reforma de la Ley del Medicamento y el Real Decreto de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, la incertidumbre política no puede condicionar el progreso de estas regulaciones por varias razones. Especialmente, porque son las comunidades autónomas las que reclaman leyes y recursos para atender a su población, que es su cometido. Rafael Belmonte del GP Popular ha reflexionado recientemente sobre este punto en comisión: las autonomías resuelven los problemas sanitarios por su proximidad, algo que debe potenciarse y defenderse.
Temas como la prestación farmacéutica, las inversiones en atención primaria, la interoperabilidad de la tarjeta sanitaria, la escasez de médicos y muchos otros asuntos no pueden ser postergados hasta que el contexto político sea más propicio para intereses distintos del interés general.
Las comisiones de sanidad, tanto del Congreso como del Senado, deben seguir trabajando y acordando propuestas, porque su desempeño será evaluado en términos concretos: qué ha avanzado y qué se ha quedado atrás. Nadie duda de que la aprobación de normativas clave tendrán sus dificultades, pero es imprescindible superarlas con capacidad de diálogo y voluntad política.
El tiempo pasa rápido, y la responsabilidad de no avanzar en temas cruciales no quedará difuminada ni olvidada por el ruido de un entorno político asfixiante. El compromiso con los ciudadanos exige acción y resultados.
En este momento crítico, “mantener el rumbo cuando hay tormenta” es lo que define la verdadera vocación de servicio público de los representantes parlamentarios y del Ministerio de Sanidad. Como escribió Séneca, “No hay viento favorable para el que no sabe a dónde va”. La sanidad española tiene un rumbo claro en sus necesidades que conoce el ministerio de sanidad, las consejerías de sanidad y los representantes parlamentarios: responder a las necesidades de sus ciudadanos. Es hora de navegar con firmeza hacia ese destino, sin permitir que las tormentas políticas desvíen el barco de lo esencial.