El pasado 29 de octubre, una terrible DANA cayó sobre el litoral mediterráneo de España y asoló la zona de Valencia, convirtiendo más de 72 poblaciones en una zona apocalíptica. La DANA de Valencia ha sido una catástrofe climática, personal, y material sin precedentes. 224 muertos hasta el momento, porque aún falta encontrar los cuerpos de 16 personas desaparecidas, carreteras, vías ferroviarias y puertos destruidos, barrios asolados, ríos desbordados que se llevaron todo a su paso. Una catástrofe de magnitudes colosales que han marcado para siempre ese 29 de octubre en la historia negra de España.
Pero las políticas sanitarias deben salir adelante, quizá con más fuerza que nunca, porque en su desarrollo se pueden encontrar, además, posibles soluciones para desastres y emergencias sanitarias como la pandemia de COVID-19 o las recientes inundaciones en la Comunidad Valenciana.
Proyectos políticos que llevan meses en la agenda política, y que iban a dar pasos importantes a finales del mes de octubre, se han visto paralizados por la necesidad de que todos los recursos se destinen a la emergencia de Valencia.
Así, la Agencia Estatal de Salud Pública (AESAP), el plan de reforma de la Atención Primaria, o el documento sobre infecciones respiratorias que Sanidad pretendía aprobar junto a las CCAA antes de noviembre, en previsión de la llegada del frío, son varios de los proyectos que han quedado en ‘stand by’ y que deben seguir adelante.
La AESAP, según palabras del director general de Salud Pública, tendría que haber ido a Comisión de Sanidad del Congreso a finales de octubre. Tras este paso y tras la aprobación o no de las enmiendas presentadas por los partidos parlamentarios, iría al Pleno del Congreso y una vez aprobada la ley, se abriría un plazo de 6 meses para elaborar la parte legal de la Agencia. Pero esa semana de octubre, las miradas de toda España estaban puestas en Valencia, las de la política también.
El Plan de Atención Primaria, anunciado por la ministra de Sanidad, Mónica García, este verano, estaba previsto que pasara por el Consejo Interterritorial del SNS para su aprobación también a finales de octubre. Al menos, se preveía que el Comité Técnico revisaría las bases del nuevo Plan en esas fechas, para que “sea aprobado en el último trimestre del año”, anunciaba García. Pero tampoco fue posible.
Otro de esos planes, urgentes y necesarios, era el Plan de Infecciones Respiratorias. Un documento que Sanidad planteaba, con recomendaciones como la vuelta a las mascarillas, para anticiparse a un posible escenario provocado por las tres enfermedades respiratorias más prevalentes en eta época, la gripe, la Covid-19 y el Virus Respiratorio Sincitial (VRS). El documento fue planteado a las CCAA en un CISNS pero solo derivó en una bronca política.
Una vez más el proyecto quedó paralizado, justo en un momento en el que el informe de vigilancia de infecciones respiratorias agudas, SiVIRA, arroja un incremento de los casos de gripe y VRS. Y eso a pesar de las campañas de vacunación.
Y lo peor está por venir. Más frío. Más lluvias. Y las consecuencias de la DANA, que siguen ahí, y seguirán durante mucho tiempo con los riesgos que para la Salud Pública que conllevan el barro acumulado o las aguas estancadas.
Por todo eso, no podemos permitirnos como sociedad que las principales políticas sanitarias que estaban en el foco de nuestro país no continúen avanzando a buen ritmo para poder implementarse cuanto antes.