La contratación médica es un reto cada verano. Tras el periodo estival, las Comunidades Autónomas (CC.AA.) planifican la difícil tarea de garantizar una atención sanitaria adecuada en pleno auge turístico, ya sea en zonas de gran afluencia o en aquellas que requieren de la atención mínima garantizada. Con la llegada del otoño, viene estabilizar la situación.
No obstante, el escenario posvacacional revela una realidad constante: la escasez crónica de médicos y enfermeros. Zonas turísticas como la Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias consiguen reforzarse temporalmente, pero la vuelta a la normalidad, una vez los refuerzos abandonan, resalta la fragilidad del sistema en muchas regiones.
En las áreas de mayor afluencia turística, la contratación adicional y las sustituciones temporales para cubrir bajas o vacaciones se vuelven críticas. Estas zonas suelen estar mejor preparadas para atraer recursos humanos durante la temporada alta, dado que cuentan con incentivos ligados a la demanda estacional. Sin embargo, una vez finalizado el verano, la presión sobre los servicios sanitarios se estabiliza, y con ello también se diluyen muchos de los refuerzos. Las comunidades con menos atractivo turístico, sobre todo aquellas con baja densidad poblacional y zonas rurales, siguen con los mismos problemas estructurales, con una escasez de profesionales que impacta directamente en la calidad asistencial.
Necesidad crónica
El problema no es nuevo. La escasez de médicos y enfermeros en España no solo es evidente durante los picos estacionales, sino que afecta al sistema sanitario desde hace años. La falta de personal, especialmente en áreas de Atención Primaria, es crónica. Las jubilaciones de médicos sin el suficiente relevo generacional y la falta de incentivos para trabajar en zonas rurales agravan la situación. Aunque las CC.AA. han implementado distintas estrategias para paliar esta falta, el problema persiste y amenaza con empeorar si no se actúa de manera coordinada entre el Gobierno central y las autonomías.
Galicia, Madrid y Castilla-La Mancha
Algunas comunidades han comenzado a implementar estrategias para retener a los médicos que finalizan su formación como MIR y para atraer a nuevos profesionales. Galicia, por ejemplo, ha logrado retener al 84% de los MIR que completaron su formación en medicina de familia este año. Según la Xunta, 101 de los 120 residentes continuarán trabajando en el sistema público, una cifra que pone de relieve los esfuerzos de la comunidad para frenar la fuga de profesionales.
Por su parte, Madrid ha avanzado significativamente en la incorporación de nuevos médicos en sus centros de salud. La Comunidad ha conseguido reducir un 80% el número de centros considerados “críticos” en términos de personal gracias a la incorporación de 94 médicos residentes. Además, se han ofrecido 225 plazas de contratos de larga duración a los MIR que terminan su formación, con el objetivo de proporcionar estabilidad y condiciones laborales atractivas.
En Castilla-La Mancha, el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, desmintió recientemente los rumores sobre la falta de contrataciones en la región. Afirmó que la plantilla sanitaria se encuentra en su punto más alto con más de 38.000 empleados, habiéndose firmado 3.461 contratos en tan solo tres meses. Este refuerzo es vital para garantizar que las zonas rurales de la comunidad cuenten con el personal necesario, aunque, como en otras regiones, estas áreas sufren dificultades para competir en atractivo frente a zonas urbanas o turísticas.
Zonas rurales
Las zonas rurales de España se ven especialmente perjudicadas en esta competencia por el talento médico. La falta de infraestructuras, la carga asistencial y las condiciones laborales en estas áreas las convierten en destinos poco atractivos para los profesionales sanitarios, especialmente para los más jóvenes. A pesar de los esfuerzos de algunas CC.AA. por ofrecer incentivos económicos y bonificaciones, como es el caso de Madrid y Galicia, muchas áreas rurales siguen quedándose atrás.
Aunque la sanidad está transferida a las CC.AA., los problemas comunes a las zonas rurales deben ser abordados con un enfoque a nivel de país. Se necesitan estímulos consensuados y apoyos adicionales desde el Gobierno central y las CC.AA., para garantizar que los servicios de salud en estas áreas se mantengan al mismo nivel que en las ciudades.
Un problema de largo recorrido
A pesar de los esfuerzos regionales, la escasez de profesionales médicos y enfermeros sigue siendo un problema que no ha sido resuelto y que, sin una estrecha colaboración entre universidades, las CC.AA. y el Gobierno central, está lejos de encontrar una solución. Los ministerios de Universidades y Sanidad deben trabajar juntos para aumentar el número de plazas de formación especializada y garantizar que los nuevos profesionales tengan incentivos claros para quedarse en España y trabajar en las áreas más necesitadas.
Aunque esta escasez no es un problema exclusivo de España, ya que afecta también a otros países europeos, debe mantenerse en lo alto de la agenda política. Es necesario implementar medidas que no solo mejoren la formación de los profesionales, sino que también faciliten su contratación y permanencia en el sistema sanitario. Y evitar hacerlo con la oposición de los sindicatos. Si no se actúa pronto, el déficit de médicos y enfermeros seguirá afectando de manera significativa la calidad asistencial, sobre todo, a las zonas más vulnerables.