La pandemia de COVID-19 puso en evidencia muchas de las deficiencias globales en cuanto a la respuesta sanitaria ante patógenos emergentes. Desde la identificación del virus hasta la gestión de su propagación, cada fase del brote reveló vacíos críticos en la preparación, investigación y coordinación internacional. Lo más alarmante es que, cuatro años después, seguimos sin conocer con certeza el origen del SARS-CoV-2. No se ha podido identificar con precisión la especie animal que transmitió el virus al ser humano, ni se ha descartado completamente la posibilidad de un error en un laboratorio. Esta falta de claridad es una sombra que sigue cubriendo la respuesta global a la pandemia y plantea interrogantes sobre qué podemos hacer mejor en el futuro.
Fracaso en China con Covid19
Ahora, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha lanzado un nuevo protocolo global para investigar el origen de patógenos emergentes y reemergentes. Este plan es un intento de corregir lo que no se pudo hacer en 2020, con la clara intención de evitar los errores cometidos. Sin embargo, la paradoja es evidente: estamos creando un protocolo para investigar lo que aún no hemos resuelto con el SARS-CoV-2. DE hecho, la OMS ha solicitado a China mayor colaboración para estudiar las lagunas existentes en el origen y propagación de la pandemia de COVID19 de 2020.
Uno de los puntos clave de este nuevo plan es la investigación temprana de los primeros casos de cualquier nuevo patógeno. El objetivo es identificar posibles fuentes de exposición y recolectar muestras en el lugar de origen, algo que no se realizó de manera efectiva durante los primeros días del brote de COVID-19. La falta de transparencia y cooperación en los estudios iniciales obstaculizó la búsqueda del origen del virus, dejando una brecha que aún no hemos podido cerrar.
Estudios rápidos y multidisciplinares
El protocolo de la OMS también enfatiza la importancia de los estudios multidisciplinares, que combinen la investigación en humanos, animales y la influencia del medio ambiente. Esta aproximación más holística es vital para poder comprender la interacción entre especies animales y cómo los patógenos cruzan barreras biológicas. Si bien el brote del SARS-CoV-2 ha impulsado más interés en la zoonosis, hasta ahora no se ha logrado el avance necesario para identificar el punto exacto de su origen. Esto hace que el nuevo protocolo de la OMS se sienta tanto como una respuesta a las críticas pasadas como un reconocimiento tácito de que fallamos en el manejo de la pandemia.
La creación de ensayos diagnósticos más rápidos y precisos es otro objetivo central de este nuevo protocolo. La pandemia de COVID-19 demostró lo crucial que es poder identificar rápidamente un nuevo virus para frenar su propagación. Sin embargo, en 2020, el retraso en el desarrollo y distribución de pruebas diagnósticas fue un problema que tardó en resolverse. La OMS ahora está tratando de evitar estos retrasos en futuras pandemias, lo cual es un avance positivo, pero nuevamente, parece más una corrección post-crisis que una prevención proactiva.
Errores
¿Por qué no se pudo hacer esto antes? La falta de coordinación global, la desconfianza entre países y la politización de la pandemia obstaculizaron la capacidad para llevar a cabo una investigación exhaustiva y abierta sobre el origen del virus. China, en particular, ha sido reticente a compartir toda la información disponible sobre los primeros días del brote, lo que ha alimentado teorías de conspiración y dudas. Este nuevo protocolo parece estar diseñado para evitar que una situación similar ocurra en el futuro, al exigir mayor transparencia y cooperación internacional desde el principio.
A pesar de todo, la realidad es que este nuevo plan de la OMS, aunque necesario, llega tarde para la crisis del COVID-19. Los errores cometidos en 2020 no se pueden deshacer, y aún vivimos con las consecuencias de esa falta de preparación y respuesta. Sin embargo, podemos ver este nuevo protocolo como un paso en la dirección correcta. Si bien no resolverá las incertidumbres sobre el SARS-CoV-2, sí puede ayudar a garantizar que en la próxima pandemia, tengamos una mejor oportunidad de identificar el origen del virus, desarrollar diagnósticos rápidos y frenar su propagación antes de que cause un daño irreparable.
El reto ahora es poner en práctica estas lecciones de manera efectiva. No podemos permitirnos repetir los errores del pasado, y aunque este protocolo parece una medida correcta, su efectividad dependerá en gran medida de la voluntad política y científica de las naciones para colaborar de manera transparente. La historia nos ha demostrado que tener un plan es solo el primer paso; ejecutarlo con precisión es lo que realmente marca la diferencia.
Si este nuevo protocolo logra establecer las bases para una respuesta global más sólida, entonces quizá podamos evitar que el próximo brote se convierta en una catástrofe como la que vivimos en 2020. Lo que no pudimos hacer entonces, será la clave para estar mejor preparados en el futuro.
Los 12 patógenos que están bajo vigilancia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las enfermedades que causan:
12 Patógenos en vigilancia por la OMS por potencial emergencia (sep 2024)
1. Virus de la gripe aviar (H5N1, H7N9): causa gripe aviar.
2. Coronavirus (SARS-CoV): causa el síndrome respiratorio agudo severo (SARS).
3. Coronavirus (MERS-CoV: causa el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS).
4. Virus Ébola: causa la enfermedad del virus del Ébola.
5. Virus Zika: causa fiebre Zika.
6. Virus del Nipah: causa encefalitis y enfermedad respiratoria.
7. Virus de Lassa: causa fiebre hemorrágica de Lassa.
8. Virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo: causa fiebre hemorrágica.
9. Virus de la fiebre del Valle del Rift: causa fiebre del Valle del Rift.
10. Virus de Marburgo: causa fiebre hemorrágica similar al Ébola.
11. Virus chikungunya: causa fiebre chikungunya.
12. Virus de la fiebre amarilla: causa fiebre amarilla.