La Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (Sepsm) celebra en estos días en Santiago de Compostela el XXV Congreso Nacional de Psiquiatría. Es el primer gran encuentro de la sociedad creada a partir de la fusión de dos entidades, la Sociedad Española de Psiquiatría y la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, que decidieron unir sus caminos hace justo un año. Tras seis meses en la presidencia, Víctor Pérez Sola, que tomó el relevo de otro referente en la especialidad, Celso Arango, cede el testigo a Manuel Martín Carrasco, que guiará a la sociedad científica en esta nueva etapa.

Son muchas novedades en un encuentro científico de máximo nivel que no está acostumbrado a una innovación continua, como sucede en otras áreas de la medicina. La principal llega de la mano de esketamina, desarrollada por Janssen, que recientemente obtenía aprobación de financiación en la indicación de trastorno de depresión grave resistente a tratamientos. Los psiquiatras analizan ya las lagunas que cubre la llegada de esta terapia que puede marcar un cambio en el abordaje de esta patología, como anunciaban varios expertos durante la presentación celebrada en Madrid.

Aunque la tasa de psiquiatras ha aumentado en los últimos años, está lejos de la media europea

El manejo de las sales de litio en patología mental o la aplicación de la inmunología son otros temas de discusión en estos días, entre muchos otros. Talleres y debates necesarios para ir completando y perfilando un uso óptimo de todas las herramientas terapéuticas disponibles en este terreno. Los psiquiatras son conscientes, y así lo remarcaba Pérez Sola en una entrevista reciente con Gaceta Médica, de las dificultades que conlleva la aprobación de fármacos innovadores en este terreno, que lleva entre cinco y 10 años en psiquiatría.

A la demanda continua de inversión en investigación en salud mental, se suma otra preocupación compartida con el resto de especialidades. La falta de relevo generacional en una especialidad ya de por sí deficitaria, con ratios de psiquiatras muy por debajo de la media europea y con una gran disparidad entre comunidades autónomas. El Libro Blanco de la Psiquiatría cuantifica lo que será un problema agravado a medio y largo plazo. El 21 por ciento de los psiquiatras de nuestro país supera los 60 años, una cifra que contrasta con un apenas seis por ciento de especialistas menores de 30 años. Eso sí, la tasa ha aumentado levemente desde 2015, con un crecimiento de 1,2 puntos, al que habrá que sumar los futuros psiquiatras especialistas en población infantojuvenil. Efectivos insuficientes, en cualquier caso, para hacer frente al tsunami en salud mental que se deja sentir desde el inicio de la pandemia, y que irá a más.

¿Es preciso un cambio en el abordaje de la patología mental? ¿Hacen las administraciones todo lo que pueden y deben para hacer frente a este desafío? ¿Es hora de una nueva reforma en la atención psiquiátrica? El debate está servido.