La pandemia de la Salud Mental ya está irrumpiendo en el sistema sanitario. El número de pacientes en urgencias con este tipo de patología y con tentativa de suicidio se ha disparado en torno al 30 por ciento. Así se ha visto en los últimos meses en estos servicios y así lo recoge el Grupo de Trabajo ‘Depresión y suicidio en Urgencias y Emergencias hospitalarias’, impulsado por SEMES y Fundamed con la colaboración de Janssen.

Hace unos días se presentaba este informe con mensajes y proposiciones muy claras: ser el punto de partida hacia un Código Esperanza que ayude en la prevención del suicidio. El objetivo, y así lo expresó el presidente de la sociedad científica, Manuel Vázquez Lima, es actuar como agente catalizador para valoración posterior con otros expertos en las Unidades de Salud Mental.

Lo cierto es que el abordaje multidisciplinar en este tipo de patología es fundamental, tal y como recogen los puntos que resumen este trabajo. Detectar signos de alarma; contar con una infraestructura adecuada; mejorar la detección de pacientes en situaciones vulnerables; crear guías de práctica clínica; integrar a las enfermeras de Salud Mental; trabajar conjuntamente en la información con los medios de comunicación; no olvidar la salud mental de los profesionales sanitarios; y la formación en salud mental.

Precisamente la formación de los profesionales merece un punto y aparte. Estos días se cumplen 500 días, desde que irrumpió la pandemia, sin la especialidad de urgencias y emergencias. Esta acreditación puede ser parte de la solución. Además, se da la paradoja de que en el currículum europeo de la especialidad se dedica un espacio a los trastornos del comportamiento, alrededor de seis meses de formación, algo que sería necesario aplicar en España. Sin olvidar que la atención a este tipo de patologías aparece incluso en la propia definición de la especialidad en Europa, que comprende la atención a trastornos urgentes y emergentes, incluidos los del comportamiento. Una de las pocas especialidades que así lo contempla.

Si estos profesionales están bien formados podrán atender de manera adecuada a los pacientes y manejar un futuro Código Esperanza que acote esta pandemia que está azotando con fuerza a pacientes y profesionales.