| viernes, 14 de junio de 2019 h |

En la tarea del legislador predominan muchos claroscuros cuando la ciencia es protagonista. El conocimiento que se necesita desborda el campo abonado por el derecho y se puede caer en la obviedad, en el mejor de los casos, o en la negligencia, en el extremo contrario. Tener a mano, en primera línea, a las mejores mentes para abordar un problema o una mejora de lo existente es vital para poder sellar, negro sobre blanco, lo que una sociedad necesita. Por suerte para los españoles, sus cámaras legislativas se han dado cuenta de ello. Hace unos meses, en el Congreso de los Diputados —el lugar donde los focos se concentran— se proclamó la necesidad de contar con una oficina permanente de asesoramiento en Ciencia y Tecnología. Fue el pistoletazo de salida para una idea que el Senado, donde el trabajo no está tan expuesto, ya había puesto en marcha.

Si por algo se recordará la XII legislatura en la Cámara Alta será por la ponencia de estudio de Medicina Genómica. Allí, empirismo y racionalismo se dieron la mano para dar luz a uno de los documentos más prestigiosos de la política española en materia científico-sanitaria. La semana pasada, el Senado dio el pistoletazo de salida a la nueva legislatura bajo los mismos mimbres: un sinfín de expertos en oncología para inyectar nueva vitalidad al Plan del Cáncer. No existe mejor receta para el legislador que empaparse de la brillantez de la ciencia española para proceder en consecuencia.

Pero este es sólo el primer peldaño de la escalera. La actualización de un Plan de estas características tiene que pasar después por los departamento ministeriales y culminar en un Consejo Interterritorial. De la sensibilidad que tenga el equipo de gobierno con los trabajos que se realizan en las Cortes Generales dependerá el éxito de la hazaña. Pero al menos quedará el buen sabor de boca de que todo lo que estaba en manos de la ciencia se ha puesto al servicio del país —una vez más— para que este se beneficie.

Jornadas como esta son de agradecer y la implicación de los grupos parlamentarios que se ha vio durante la misma elogia a la clase política. Que estas líneas sirvan para que, la próxima vez, no sea necesario escribir un editorial en los mismos términos que este.