Que la salud mental no sea algo pasajero. Esa fue la principal consigna de la Reunión de Alto Nivel sobre salud mental celebrada en el centro Niemeyer de Avilés en el marco de la presidencia española del Consejo de la Unión Europea. Si algo trajo de ‘bueno’ consigo la pandemia, fue el salto al primer plano de la salud mental a todos los niveles. De repente, ya no estaba mal ‘reconocer’ que pisabas la consulta de un psicólogo una vez a la semana o que la ansiedad, ese mal compartido, nos estaba acuciando.

En los últimos años, entre amigos, en las series e incluso en el Congreso de los Diputados, se habla sin tapujos de salud mental, que copa un 27,4 por ciento de las consultas que atiende la Atención Primaria en España. Para esta preocupación universal, las voces expertas reunidas esta semana en Asturias pidieron soluciones colectivas que impliquen a todos los agentes sociales.

Poner fin al estigma social

En la reunión en Avilés también se habló de reducir el estigma que sigue suponiendo decir que se padece una enfermedad mental grave, algo que empeora, y mucho, en los entornos rurales y que complica todavía más que la gente quiera vivir en los pueblos o que se atreva a contar lo que les pasa. Mejorar a toda costa la gestión, para que las citas sean mucho más regulares, es otro de los objetivos compartidos por la UE, que en 2021 puso en marcha el proyecto ImpleMental.

En España, es la Región de Murcia la que está coordinando dicha acción y busca que la gente que padece una enfermedad mental grave no tenga que terminar sí o sí en una institución. “Nosotros lo llamamos proyectos de vida inclusivos”, explicó María José Lozano, directora general de Salud Mental de la Región de Murcia.

Implicación contra el suicidio

Y por encima de todo: luchar de forma decidida contra el suicidio. El teléfono 024 para la prevención del suicidio que puso en marcha España a mediados del año pasado ya ha atendido más de 178.000 llamadas. Que alguien escuche al otro lado es esencial y puede salvar una vida, porque a ese teléfono responden profesionales formados que disponen de protocolos para evitar el peor desenlace.

A un nivel más cotidiano, en ese encuentro también se recordaron los gestos que puede hacer cada individuo, por ejemplo, preguntar a las personas del entorno cómo se encuentran o, incluso, si se ve a una persona desconocida llorando o con síntomas de malestar, preguntarle qué le sucede puede servir de ayuda. Los expertos señalaron que esa pequeña dosis de interés podría restar un estrato inmenso de ansiedad a esa persona que está tan cerca y que está sufriendo.


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