En un contexto donde resurgen con fuerza los discursos antivacunas, resulta más necesario que nunca poner en valor el papel de la ciencia. Frente a la desinformación, la mejor defensa sigue siendo la evidencia: datos claros, comprensibles y accesibles que muestran el impacto real de la vacunación.
Los últimos datos de la Comunidad de Madrid ofrecen un ejemplo claro de cómo las cifras desmontan narrativas peligrosas.
Durante la campaña de vacunación estacional que concluyó el 31 de enero, más de 1,5 millones de personas fueron inmunizadas en la región. La cobertura alcanzó el 69% entre los mayores de 65 años y el 75% en los mayores de 80 años, quienes también recibieron el refuerzo frente a la COVID-19 .
Esta alta tasa de vacunación ha contribuido a una notable reducción de casos e ingresos hospitalarios por gripe, con una incidencia de 181 casos por cada 100.000 habitantes, muy inferior a temporadas anteriores.
La protección que confieren las vacunas también se refleja en los datos de hospitalización: en aquellos pacientes que requirieron ser ingresados debido a la gripe, solo el 41,2% de los adultos de 65 a 79 años y el 64,4% de los mayores de 79 años estaban vacunados, lo que reafirma el impacto positivo de la vacuna en la prevención.
Pero no solo eso, varios estudios internacionales respaldan la eficacia de la vacunación antigripal. Un metaanálisis realizado en España por el Centro Nacional de Gripe de Valladolid, que incluyó datos de más de 6,5 millones de pacientes en 38 países, concluyó que la vacunación reduce a la mitad el riesgo de morir por gripe, especialmente en mayores de 65 años.
Pero yendo más allá, las vacunas no solo previenen contagios y cuadros graves, sino que también ayudan a descongestionar un sistema sanitario que, en épocas de alta incidencia de enfermedades respiratorias, puede verse sometido a una gran presión.
Por lo tanto, fomentar una cultura de vacunación basada en datos y evidencia es esencial para proteger la salud pública y contrarrestar discursos infundados que ponen en riesgo a la población.
La vacunación es, ante todo, un acto de responsabilidad individual con enorme impacto colectivo. Y en tiempos de incertidumbre, cuando los bulos ganan terreno, no hay mejor escudo que la claridad de los datos y el respaldo de la ciencia. Una batalla que también se gana desde los medios de comunicación, las aulas y las instituciones.