| miércoles, 17 de abril de 2019 h |

Quedan escasos días para la cita del 28 de abril. La campaña electoral —como los últimos meses— está siendo inundada por esa política populista que antepone los sentimientos a la razón, donde priman los eslóganes a las propuestas concretas. Un mal moderno amplificado por las redes sociales donde el mejor argumento es el desprestigio del contrario. En estos escenarios la ciudadanía acaba pagando los platos rotos. Porque las entrañas nublan el juicio, porque la confrontación hace inútiles a las propuestas sinceras y, sobre todo, porque no se construye incidiendo en la diferencia.

La campaña electoral ha resucitado a ETA, ha elevado a los altares mediáticos el conflicto entre catalanes o permite el uso del término fascista con una ligereza que sonroja. Busquen y rebusquen qué les espera a sus hijos en educación, qué medidas judiciales se toman contra el expolio que significa la corrupción o quien le habla de cómo llegar de la mejor manera posible a fin de mes. Y en la parte que nos toca, escudriñen cada medio de comunicación a ver qué es lo que se propone para el Sistema Nacional de Salud. Será difícil encontrar algo pero no porque no exista sino porque los líderes políticos han escondido las propuestas sesudas para pescar votos en un ambiente polarizado y visceral.

La historia es un libro abierto para encontrar enseñanzas útiles y también es un espejo muy irónico en ocasiones. Uno de los temas que más polarizan es Cataluña y es precisamente el ejemplo de lo que no nos podemos permitir como país. Desde que comenzó el conflicto territorial (procès o golpe de estado, según a la parte polarizada que le pregunten) no se ha llevado a cabo ninguna política relevante en esta comunidad autónoma. Y hablando de la sanidad, hay que recordar que Cataluña ha sido una de las mayores exportadoras de experiencias sanitarias o farmacéuticas sesudas. Y, en cierto modo, lo sigue siendo, aunque ahora interese muy poco. Si los españoles decidimos votar a tenor de los eslóganes en lugar de las propuestas nos adentraremos en un precipicio del que es muy difícil remontar, al menos en el corto plazo.

Nos adentramos en la semana reflexiva de la que saldrán los 350 diputados que conformarán un gobierno de coalición. Hagan el ejercicio necesario para que el día 28 la papeleta que tenga en su mano no se sustente con las entrañas, sino con la cabeza.