España está inmersa en estos momentos en la implantación de las terapias avanzadas, concretamente en las CAR-T. Caído del cielo le llega al Ministerio de Sanidad que la ciudad estadounidense de San Diego haya acogido durante la semana pasada la sexagésima reunión de la Sociedad Americana de Hematología (ASH, por sus siglas en inglés). Durante este foro se ha arrojado luz sobre estas terapias, que están llamadas a cambiar el horizonte de pacientes que hoy no tienen alternativa. Pero también se ha lanzado un mensaje de cautela porque es necesario que la información que se traslade al paciente sea rigurosa para no caer en las falsas expectativas.
Uno de los grandes avances que tiene España que acometer en primer lugar es identificar esos centros de referencia donde las CAR-T se puedan administrar. Para ello es necesario contar con lo mejor de lo mejor para que la evidencia científica vaya alumbrando las sombras que el desconocimiento vierte. En ASH se han presentado resultados prometedores sobre la posible eficacia de esta terapia aprendiendo a seleccionar mejor y siendo mucho más selectivos. Sobre estas y otras cuestiones el Ministerio y las comunidades autónomas deben tomar nota para que España no sólo se sitúe en una posición privilegiada sino que lidere en el tiempo por el bien de los pacientes.
Otro de los pilares en el que ASH ha transmitido luz es en reducir las expectativas. No se trata de transmitir que el avance no es para tanto porque sí lo es, pero, como en palacio, hay que ir despacio. Se debe ir generando evidencia científica y para eso hace falta tiempo. Por eso es muy necesario que las autoridades no abracen la ilusión desmedida y transmitan una idea con los pies en el suelo. Estamos ante una terapia que cambiará vidas, pero es necesario dar tiempo a la ciencia para que los pacientes saquen los mayores beneficios.
Pero la ciencia no para y mientras se asienta lo ya descubierto ya aparecen nuevos hitos en el horizonte. En 2019 se pondrán en marcha varios ensayos clínicos con nuevas CAR, circunstancia en la que España no debería perder la vista. Estamos, como bien se ha puesto de manifiesto en ASH, en una auténtica revolución de las terapias avanzadas en oncohematología y, por ello, aunque con cautela, los pacientes cada día pueden tener razones para albergar mayores esperanzas.