En los primeros años de este siglo la alerta sobre la posibilidad de que un virus de gripe aviar protagonizara una pandemia de consecuencias incalculables hizo correr ríos de tinta. La preocupación tenía una base científica y el riesgo de pandemia estaba en el aire. Nadie perdía de vista que, a lo largo del siglo XX, se habían producido tres pandemias gripales, todas ellas causadas por virus gripales del tipo A.

En la llamada gripe española de 1918 apareció el subtipo H1N1, en la pandemia de 1957, llamada gripe asiática apareció el subtipo H2N2 y en 1968, la gripe de Hong Kong se debió al subtipo H3N2, principal virus gripal circulante en aquel momento en todo en personas en el mundo.

En aquel momento, se gestó una tímida respuesta. En 2005, por ejemplo, la UE adoptó una serie de medidas preventivas, con una nueva directiva propuesta por la Comisión Europea, de cara a la preparación para una posible pandemia de gripe. Se daba por hecho que, antes o después, sucedería.

Nada hacía presagiar entonces que un 14 de marzo de 2020 otro virus, hoy famoso, el SARS-CoV-2, lograría lo nunca visto. Encerrarnos en nuestras casas, vaciar las carreteras, bloquear la economía y colapsar hospitales con una enfermedad totalmente desconocida. Gracias a una respuesta científica sin precedentes, con vacunas exprés, a día de hoy se ha dejado atrás la fase aguda de la pandemia y el uso de mascarillas comienza a ser un imperativo residual en ámbitos como los centros sanitarios o el trasporte público.

De las enormes lecciones aprendidas surgen iniciativas como la que esta semana publica GACETA MÉDICA. Un ejército de 300 científicos orquestados por la Organización Mundial de la Salud trabaja ya en identificar los patógenos que pueden desencadenar pandemias, entre ellos el de la ‘enfermedad X’, que tampoco es nueva en la literatura científica. El patógeno desconocido que podría causar una grave epidemia internacional.

El proceso servirá para orientar hacia dónde dirigir la inversión mundial y la investigación, especialmente en cuestión de vacunas, pruebas y tratamientos. La lista de patógenos prioritarios se publicó por primera vez en 2017 e incluye el COVID-19, el virus del ébola, la fiebre de Lassa, el síndrome respiratorio agudo severo, la fiebre del Valle del Rift, el Zika y la ‘enfermedad x’.

Los expertos pondrán el foco así en una lista de patógenos prioritarios que necesitan más investigación e inversión y se elaborará una hoja de ruta de I+D para los patógenos prioritarios. El tiempo dirá si esta lista, que se publicará a principios de 2023, es capaz de anticipar el futuro.